Tintorerías, y en todas ellas planchan, hay muchas, casi una en cada pueblo o barrio grande; pero, de negocios dedicados a librar al común de los mortales de tener que mostrar su incapacidad en el difícil arte de planchar, no hay tanta noticia. Uno, precisamente dedicado a eso, funciona desde este otoño en Bilbao.

planchería
 

Una ciudad con apresto

El apresto es el almidón, la cola o el añil con el que antaño se daba consistencia a las telas y sirvió, de hecho, para nombrar una fábrica (La Aprestadora Española) que funcionó en el barrio de Santa Eulàlia de l’Hospitalet de Llobregat para justamente eso. Hoy, a la vieja fábrica la recuerda sólo el nombre de una calle, pero lo de tener apresto sirve también para hablar de quien viste bien y con gusto. Y eso, en Bilbao, es un arte, así que a nadie debe extrañarle que, si en algún sitio puede funcionar un negocio así (que te permite siempre ir hecho un pincel) sea en la villa vizcaína.

En Miribilla

La Planchería de Bilbao, que así se llama la tienda, está en el barrio de Miribilla y permite la externalización de la lucha cotidiana con esas arrugas que, mal que le pese a Adolfo Domínguez, no siempre son bellas. El sistema es sencillo: llevas limpio lo que necesites que te planchen y, al cabo de un día, Tamara del Cura, la gerente del negocio, te lo devuelve perfecto. Tiene hasta un buzón para que puedas entregar y recoger cuando quieras y, si lo prefieres, hasta te recogen la ropa a domicilio. Se paga, eso sí, a kilos: por 5 euros, te planchan un kilo de ropa si puedes esperar 24 horas. Si tienes prisa, el precio sube a 7. De momento, no sabemos si tiene pensado abrir franquicias, pero dan ganas de enviarle ropa a distancia.