Viendo que, demasiado a menudo, los estudios, las mil reuniones y los expertos han fracasado en el intento de mejorar la movilidad, una usuaria mínimamente informada quiere dar su opinión sobre el nuevo carril bus VAO de la C-31 a su paso por Badalona. Llevo prácticamente un mes de vacaciones, arriba y abajo algunos días puntuales, y otros sudando noche y día en mi hogar badalonés. Por un tema puntual, fui en coche a Barcelona y me he encontrado el regalito por adelantado de Navidad: cuatro magníficos kilómetros de carril bus VAO que ocupa uno de los tres carriles que antes había habilitado para el paso de la movilidad privada o de turismos. Unos magníficos cuatro kilómetros que un poco antes de acceder a la Ronda Litoral, justo al final de los pisos del barrio de Sant Roc que vemos a ambos lados, se disuelve y vuelve a convertirse en un carril más.

De entrada, no hace falta haber estudiado en Harvard para prever un follón histórico en este punto concreto cuando la actividad posterior a las vacaciones se reanude. Es obvio que el carril bus VAO no se puede prolongar más porque el acceso a la Ronda Litoral se hace por este mismo carril y por lo tanto los ciudadanos quedarían excluidos de poder ir por esta vía. Por lo tanto, ¿se ha reflexionado lo suficiente sobre cómo, de forma seguramente mágica, los turismos, furgonetas o motos se podrán incorporar y cómo los autobuses o los vehículos de dos o más ocupantes podrán seguir por su vía o cambiar sin ningún tipo de problema? Estamos hablando de que esta interacción se tendrá que producir con una corta distancia y sin más elementos que la bondad y la coherencia de los que conducen para hacerlo efectivo.

A modo de encuesta de estar por casa con tan sólo una encuestada, o sea servidora, os diré que el problema de las mañanas en la C-31 no es el tramo del carril bus VAO que acaban de incorporar. Al contrario, allí mínimamente todo el mundo puede circular a cuartos de ocho, nueve y diez de la mañana. El gran problema es el atasco que se produce en los accesos por Ronda Litoral, Ronda de Dalt y, obviamente, en el tramo previo a Glòries. Siempre se dice que cuando una cosa funciona, mejor no tocarla. Ahora ponemos en peligro una que funciona y miramos de lado la que va coja. Seguramente, este artículo es muy impopular para algunos: el tema de la sostenibilidad a veces no admite debates y te ponen la etiqueta de contaminadora si te atreves a cuestionar cualquier iniciativa que se ha apropiado de estos conceptos. Creo que tenemos que desacomplejarnos y decir lo que realmente pensamos. Nadie está por encima del otro y pontificar sobre ciertos debates es peligroso.

Haciendo un paralelismo, era una obviedad que los aguacates, el símbolo de los healthy pijo progres, provocarían la deforestación de bosques y una explotación de agua sin control y eso ya ha llegado a México, el principal país productor. También es evidente que muchas medidas de nueva movilidad crean más problemas que soluciones. A diferencia de los bosques mexicanos, la solución en la cuestión que abre este artículo siempre es posible: las ciudades se transforman y experimentan continuamente y lo que antes era blanco, ahora es negro. Ahora bien, hay que aprender de los errores para evitar volver a repetirlos.

A cualquier catalán, cuando le mencionan estas dos palabras 'bus' y 'VAO', su cerebro lo relaciona directamente con un gran fracaso: el de la C-58 entre Ripollet y la avenida Meridiana que cambió el perfil de la autopista del Vallès. Aquello no cuajó y empezaron a admitir que tenían que hacer cambios: bidireccionalidad con restricciones horarias, de tres a dos personas por turismo, apertura de horarios y, hace poco más de un año, una prueba piloto para que las motos circulen obligatoriamente por este tramo. Con un banco de pruebas, de momento, ya tenemos bastante.

Volviendo al de Badalona, este tramo de carril bus VAO es una de las tres primeras fases. También se quiere construir un cuarto carril exclusivo de entrada en Barcelona entre Montgat y el Besòs con un coste de 5 millones de euros que se tendrían que sumar a los 30.000 de ahora. Muy lejos de los 80 millones del de la autopista del Vallès. Posteriormente, se quiere dar continuidad hasta la plaza de las Glòries con un coste de 15 millones. El problema es que estas fases todavía no tienen fecha en el calendario y se abre una primera que, de forma incompleta, no sabemos cuánto durará. No sé si ahora estamos en época de hacer experimentos sin bases sólidas que den fiabilidad y confianza a la ciudadanía. Hablan de previsiones y porcentajes de reducción de circulación pero omiten la oferta de transporte público que se da. El problema de la conexión del Maresme y el Barcelonès Nord con Barcelona pasa por ofertas más atractivas de autobuses pero sobre todo del servicio de Rodalies que el estado español hace caso omiso.

Y mientras maquillamos con cuatro líneas de pintura blanca una autopista, no hablamos de los graves déficits que sufrimos y son también una solución medioambiental. Este artículo se enmarca en 'Crónicas a los 30' pero también se dirige a los de 20, 40, 50, 60 y hasta que la DGT os permita seguir conduciendo.