Con un castellano envidiable, Demba nos cuenta la realidad del Senegal más remoto en un viaje de diez días alrededor del país africano, donde figuras como Lluís Llach o Txarango han dedicado parte de su tiempo y energía. De hecho, fue una personalidad política catalana, Artur Mas, quien facilitó a nuestro protagonista viajar a España para conocer mejor las costumbres y así convertirse en un mejor guía turístico para los españoles que viajaban a Senegal. Fue ejerciendo su profesión y recorriendo su propio país cuando se dio cuenta de las necesidades que había y empezó a parecerle imposible quedarse de brazos cruzados. Por ello, destinó la totalidad de su tiempo libre a crear una asociación que desde 2010 no ha parado de alcanzar metas. 

¿En qué momento empezó a pensar en crear una asociación?

Trabajo en el sector turístico y, dando la vuelta al país, me di cuenta de las necesidades que había. Me empezó a resultar imposible ver las condiciones en las que vivía la gente, volver a casa y dormir con la conciencia tranquila. Por ello, en 2009 pensé en la idea de hacer algo y creamos la asociación Yakaar África. Como la Administración nuestra va muy lenta, la constituimos en España con implementación en Senegal, empezando su actividad en octubre de 2010.

¿Por qué ese nombre?

Yakaar significa esperanza, y eso es lo que quiero dar a los senegaleses. Y África porque, aunque hemos empezado en Senegal, tenemos una visión más amplia y queremos extender nuestras ayudas a otros países, como Costa de Marfil o Gambia, donde ya tenemos algunos proyectos en marcha.

Un chamán ya predijo hace años que fundaría una asociación y no le creyó.

Eso fue antes de ser guía, cuando era un joven estudiante. Había un curandero que predicó en su día que en un futuro iba a estar trabajando codo con codo con mucha gente de color blanco. Yo, incrédulo, le dije que era imposible. Esto sucedió cinco años antes de fundar Yakaar África.

¿Cuáles fueron las primeras acciones que llevasteis a cabo como asociación?

Todo empezó con la médico Pilar, de Vigo (Pontevedra). Venía a menudo a Senegal porque veía que había problemas de salud y era su manera de aprovechar las vacaciones. Viajé con ella alrededor del país y nos dimos cuenta de que casi todas las mujeres embarazadas tenían anemia. Así que el primer objetivo fue conseguir que la gente comiese más variado. Para ello, subvencionamos la repartición de huevos y creamos granjas de cerdos y pollos para que las familias tuviesen acceso a las proteínas. También construimos 30 huertas alrededor del país y prestamos un par de gallinas a las familias con la condición de responsabilizarse de su cuidado y de prestárselas a otra familia al cabo de un año, creando así una cadena de favores.

Otro de los principales problemas de Senegal es la falta de formación y educación. ¿Cómo contribuís en este ámbito?

Por un lado, montamos unos talleres de costura para chicas de entre 16 y 20 años que no pudieron seguir con los estudios y carecen de formación alguna. De esta manera, cuando se van a Dakar a buscar trabajo, ‘la jungla’ como yo la llamo, pueden vender sus servicios y tener una vida digna. A su vez, construimos escuelas infantiles en condiciones en aquellos pueblos donde vemos iniciativas de profesores que con cuatro ramas han construido un aula. Somos conscientes que la educación va a ser la clave del futuro, por lo que también formamos estudiantes en turismo, hostelería, agricultura y enfermería. El 55% de la población en Senegal tiene menos de 25 años. Es una población muy joven y hay que darles la educación necesaria para que se conviertan en trabajadores cualificados y futuros emprendedores que levanten el país.

El 55% de la población en Senegal tiene menos de 25 años

De hecho, la formación de vuestros jóvenes hará que dependáis menos de la ayuda exterior. 

En Senegal hemos detectado muchos niños con cardiopatías graves y nuestros hospitales no tienen el material necesario ni los doctores cualificados para las intervenciones, por lo que hemos tenido que llevarlos a operar a España. Mediante un acuerdo con Sanitas, operamos a Edu, de Karavan, en el Hospital CIMA de Barcelona. Él fue el primer niño que enviamos. Luego, vinieron otros seis que fueron intervenidos en los hospitales Gregorio Marañón y Ramon y Cajal, en Madrid, y en el Hospital de la Fe, en Valencia. Nuestra idea es depender cada vez menos de la ayuda externa y formar buenos médicos en Senegal para no tener que enviar a nuestros niños fuera. Porque si el día de mañana estalla una crisis y los médicos españoles no pueden seguir viniendo, debemos tener mano de obra cualificada para sustituirlos.

Uno de los médicos que viene a menudo a Senegal es el doctor Bardají, de Mataró (Barcelona). 

Viene cada diciembre con su equipo y opera a los niños que lo requieren en una sala en condiciones. Yakaar África se encarga de la logística: de llevar a los niños del pueblo al hospital, de la manutención, de conseguirles un cuidador y de devolverles a casa.

También se celebran dos misiones sanitarias al año y una de ellas consiguió salvar la vida de Ramata, a la que le quedaban pocos días de vida.

Dos veces al año vienen doctores españoles a examinar los niños de las zonas donde nunca llegan los médicos senegaleses. Fue en estas misiones que detectamos que Ramata tenía una cardiopatía muy grave y que le quedaban muy pocos días de vida, por lo que nos la llevamos de urgencia al Hospital de la Fe de Valencia, donde estuvo cuatro meses. Ahora vuelve a ser una niña normal y vivirá hasta los 60 o 70 años como cualquier otro senegalés.

Ramata, con una cicatriz en el pecho, fue operada cuando le quedaban pocos días de vida Cristina Capdevila

Ramata, con una cicatriz en el pecho, fue operada cuando le quedaban pocos días de vida. Foto: Cristina Capdevila

Esa misma independencia que se busca en el ámbito de la salud es la que se persigue en todos los ámbitos y proyectos que implementáis.

Nosotros ponemos la inversión inicial para que los proyectos arranquen, los monitorizamos a lo largo de dos años y luego los soltamos de la mano para que anden solos. A modo de ejemplo, acompañamos las mujeres en la creación de las huertas, las formamos, las orientamos y a partir del tercer año deben empezar a aplicar lo aprendido por sí mismas. Nuestra función es dar la caña para que la gente pueda ir a pescar.

¿Qué filtro hay a la hora de elegir qué proyectos tiran adelante y qué otros no?

Como requisitos ponemos que el proyecto tiene que ser para la comunidad y que los beneficiarios tienen que ser muchos. Mayoritariamente, financiamos los proyectos iniciados por las cooperativas de mujeres del país que vemos que tienen futuro y les damos un empujón. Vivimos en un país muy machista, donde los hombres ponen el dinero y tienen siempre la última palabra. Ellas trabajan más duro que ellos, pero no tienen voz. Por eso, apostamos por ellas para que puedan llevar a cabo sus propios negocios, ganar dinero y, así, poder tomar decisiones en su casa y que no les vengan las órdenes dadas. 

Nuestra función es dar la caña para que la gente pueda ir a pescar

También hace falta tener en cuenta el territorio y las costumbres de la gente para asegurar el éxito de los proyectos.

Hay proyectos que son muy buenas iniciativas pero que no se pueden aplicar en Senegal porque las costumbres, las tradiciones y el terreno las hacen inviables. Por ejemplo, para combatir la anemia, una buena idea es crear granjas de conejos, pero el 90% de los senegaleses son musulmanes y su religión no ve concebible ingerir este animal, así que no se consumiría. Al contrario, solo nos traería problemas. Los conejos se reproducen rápidamente y podrían comerse todos los cultivos, dando lugar a una catástrofe. Teniendo en cuenta esto, hemos construido granjas de cerdos en zonas donde solo hay cristianos y animistas, evitando las zonas musulmanas, donde no consumen este tipo de carne. 

Senegal está lleno de basura, pero a la hora de instaurar un proyecto de recogida de escombros os disteis cuenta de que el africano tienen una mentalidad demasiado basada en el hoy.

En la isla de Karavan hicimos un proyecto piloto en cuanto a las basuras, uno de nuestros graves problemas. Repartimos cubos a todas las familias, pero no funcionó porque priorizan otras cosas. El senegalés se levanta cada día con el objetivo de encontrar comida que poder dar a sus hijos y no dispone de un sueldo mensual que le garantiza su supervivencia durante un mes. Cada día es una lucha. La mujer trabaja en casa y el hombre tiene que salir a buscarse el pan a diario. Esa es la tarea de la pareja, sacar a la familia numerosa adelante día a día y no trabajan nunca de cara al futuro.

La clave está en la sensibilización. 

Tenemos que hacer entender a la gente que la basura puede acarrear problemas de salud a largo plazo. En el caso de los mayores es una batalla perdida. Por eso, hemos empezado desde abajo a concienciar a los niños en las escuelas. De esta manera, si ven a su padre tirando un papel, será el propio niño que le dirá que no haga eso. La idea es que con los proyectos que llevamos a cabo podamos solucionar el día a día de la gente primero para poder iniciar este otro tipo de proyectos a largo plazo más adelante.

A todo esto, ¿dónde está el Gobierno?

En todos los viajes que damos alrededor del país, escribimos al ministerio encargado del asunto en cuestión para explicarle que falta tal cosa o tal otra. Si nos hacen caso, bien por todos. Pero si no, nos vemos obligados a pedir cita con el responsable. Muchas de las veces, es difícil encontrar la persona indicada para hablar del tema en concreto. En esos casos, intentamos hacer de Gobierno, sustituirlos y llegar donde ellos no quieren o no pueden llegar. En caso de no poder solucionar el tema nosotros, lo dejamos pendiente pensando que el día de mañana, cuando podamos, tendremos que hacerle frente.

¿Dónde invierte más el Gobierno?

En la zona más cercana a la capital se ven algunas inversiones, hay infraestructuras y se construyen carreteras. En ese sentido, están haciendo un esfuerzo interesante en la zona de Dakar y alrededores. Las escuelas, en cambio, siguen siendo ramas de palmeras. ¿Cuánto tiempo va a durar? Pues no lo sé. No podemos entender que el Gobierno invierta en la zona más rica y se olvide de las más pobres. Cuanto más al interior, más abandonados. Son los más olvidados a quienes les decimos que pueden confiar en nosotros, aunque dejando claro que no podemos solucionar todos los problemas de Senegal.

¿Le gustaría entrar en la política para poder disponer de más medios?

Tenía un amigo con los mismos valores y manera de hacer las cosas que yo y cuando accedió al mundo de la política, cambió por completo. La tentación de la corrupción es muy alta y no quiero arriesgarme. En la ayuda humanitaria no tenemos que conectarnos con los políticos. Podemos trabajar juntos, pero no llegar a ejercer nunca. Quiero seguir haciendo lo que hago y dormir con la conciencia tranquila.

¿Es por eso por lo que no cobráis sueldos?

Nosotros trabajamos en el turismo y vivimos de ello y en nuestro tiempo libre nos dedicamos 100% a la asociación sin cobrar nada. La burocracia –si tuviésemos un local como sede y pagásemos sueldos– nos chuparía todo el dinero de las aportaciones. Como nosotros no podemos aportar los 10 euros al mes, nuestro tiempo libre son esos euros que no podemos poner encima de la mesa para ayudar a la gente de Senegal. En este país hay grandes asociaciones muy corruptas que vienen con coches de lujo y viven en apartamentos caros. Nosotros no queremos entrar en esta forma de hacer. Eso no es ayuda humanitaria. El 100% de las aportaciones de los socios tienen que ir dirigidos a los proyectos porque hay mucho que hacer y nos falta dinero. No podemos permitirnos el lujo de pagar sueldos cuando con ese mismo dinero podemos resolver miles de problemas aquí.

Demba es el coordinador de todos los proyectos que lleva a cabo Yakaar África en Senegal Cristina Capdevila

Demba es el coordinador de todos los proyectos que lleva a cabo Yakaar África en Senegal. Foto: Cristina Capdevila

En 10 años de vida habéis llegado a los 500 socios. ¿Qué requisitos debe reunir una persona para poder entrar a formar parte de la asociación?

En principio, cualquier persona puede aportar su granito de arena, pero es preferible que haya estado en Senegal, haya conocido de primera mano lo que estamos haciendo y esté de acuerdo. Queremos implicar a la gente para que vea el gran desequilibrio que hay en el mundo. Se trata más bien de extender una filosofía que de buscar dinero. El europeo ha tenido la suerte de estar en un continente que tiene todas las ayudas posibles del mundo. África solo cuenta con el trabajo duro y el sudor. Nuestra tarea como guías turísticos es llevar al turista donde no suelen llegar, pegarle al terreno para que vea y viva la realidad del país y a partir de ahí nos ayude si quiere. Cuando la gente lo ve con sus propios ojos, se implica más.

¿Es verdad que su primer viaje a España se lo facilitó Artur Mas?

Organicé su viaje en Senegal y, a partir de ahí, me abrió las puertas para poder visitar España. Tuve que prometerle que no tenía ningún interés en quedarme, que mi único objetivo era conocer la península para poder mejorar mi trato con los españoles. Así, en 2008 fui a conocer vuestro país y volví con ganas de explicar a los jóvenes de Senegal que teníamos que ponernos las pilas porque acababa de ver Europa y, si queríamos llegar a su nivel, teníamos que ponernos a trabajar duro. A partir de entonces, he vuelto todos los años.

Desde que empezasteis, cada año realizáis en una ciudad española distinta una asamblea anual con los socios para ponerlos al corriente y hacer balance.

En primer lugar, todos los meses les mandamos un informe por correo electrónico informándoles de los proyectos iniciados, haciendo el seguimiento de los que ya están en marcha, y les explicamos si ha fallado alguno y por qué. Contamos tanto las experiencias buenas como las malas para aprender y no volver a cometer los mismos errores. Y una vez al año, entre mayo y junio, realizamos una asamblea general en ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia, que es donde tenemos más socios. Ahí es donde tengo la responsabilidad de contarles dónde ha ido el dinero. Y cada año me llevo a un trabajador distinto para que pueda conocer España.

¿Cuál es su parte preferida de nuestro país?

Sin duda, es San Sebastián. Recuerdo que había nevado y yo, que nunca había visto la nieve antes, me quedé muy impactado. Pero lo que me gusta de ahí es la comida, que todo es muy verde y que hay mar. Al ser de Casamance, si no veo el mar no estoy feliz. Cuando me jubile, me iré para allí (bromea). La verdad es que en Senegal me siento más útil que en España, tengo más trabajo porque hay muchas cosas que hacer. Y todo gracias a los españoles, que sin tener relación de sangre con nadie de Senegal siguen creyendo en nosotros. Es un orgullo que, con los medios que tenemos, tiremos para adelante esta organización humanitaria que ayuda a nuestro pueblo con sus hospitales, centros de salud, escuelas infantiles y superiores y forma a los jóvenes en agricultura, enfermería y turismo. Solo queremos preparar a la gente para poder hacer de Senegal un país mejor.

Un deseo muy plausible.