La pérdida de un ser amado es siempre uno de los procesos más difíciles en los que tenemos que hacer frente como personas. Si, además, le añadimos que la causa es el coronavirus, que nos ha forzado a estar alejados de este ser querido los últimos días y no nos permite despedirnos de él como nos gustaría, el tema se complica y mucho. A continuación, proponemos algunas pautas que pueden ayudaros a gestionar una pizca mejor estas pérdidas.

La necesidad mayor de las personas que vivimos un luto es poder hacer un despido, un cierre de la relación que se acaba de perder. En el caso de la Covid-19 eso no es posible, ya que la persona, por la enfermedad, habrá estado aislada. Cuando una persona muere en el hospital, es probable que la familia no tenga opción de verlo si no existe la posibilidad de hacerlo a través de un cristal o en muchos casos, que la noticia nos llegue por una llamada y ya no nos den la opción de acercarnos en su cuerpo. De igual manera, los procesos funerarios también se ven alterados, ya que no se podrá celebrar el velatorio, hasta transcurrido un mes, ni podremos estar presentes en la incineración o inhumación.

Estrategias

Esta situación anómala hace falta afrontarla, por lo tanto, con una actitud diferente y unas estrategias que nos permitan hacer el proceso de cierre que nosotros necesitamos independientemente de los tempos que determinen las instituciones sanitarias para velar por nuestra salud. Por lo tanto, hay que considerar que los rituales funerarios sociales no los anulamos, sólo los aplazamos y, en la medida del posible, los sustituiremos y/o complementaremos con las propuestas que os hacemos a continuación.

  • Hacer un ritual propio. Poder tener el espacio de despido es importante y necesario. Coged una foto de la persona que ha muerto o algún objeto suyo y disponedlo en forma de altar. Se pueden añadir velas, flores o aquello que os haga sentir cómodos. Os sentáis al lado y disponeos a decir adiós. Comunicaos con el difunto hablando en voz alta o con pensamientos, explorad lo que sentís y daos permiso para expresarlo, ya sea llorando, mostrando rabia, etc.
  • Visualizando. Si con objetos os resulta complicado, lo podéis hacer en vuestra imaginación. Estiraos u os sentáis en un sitio cómodo y visualizáis a la persona que se ha marchado con vosotros. Intentad sentir su voz, su olor... y a partir de aquí, haced vuestro despido.
  • Con música. La música siempre es un buen aliado para expresar emociones. Escoged una música que os relaje, que os permita aflorar lo que sentís y os dejad llevar, ya sea moviendo el cuerpo, llorando, haciéndoos una bolita en el sofá, etc.
  • Escribiendo cartas. Otra manera puede ser por escrito. Coged papel y bolígrafo, y empezad a escribir. No hagáis ningún tipo de filtro, dejáis que los pensamientos vayan surgiendo y vayáis apuntando todo lo que aparezca. Poco a poco, podréis empezar a controlar más lo que escribís y podréis redirigirlo hacia una intencionalidad específica.

Para cualquiera de estas opciones, el psicólogo clínico, profesor de la Universidad del País Vasco y experto en luto, Patxi Izagirre, propone dar un repaso por las cinco palabras básicas: perdóname, te perdono, gracias, te quiero y adiós. Así, podremos quedarnos, como mínimo, un poco más tranquilos por haber podido expresar y sacar lo que sentimos dentro.

Ninguna de las propuestas que os hacemos es mágica ni os impedirá sentir el dolor. Eso sí, lo podréis canalizar un poco a fin de que no os desborde y os arrastre con él.

Si estáis en cuarentena y por lo tanto, también estáis aislados en casa, buscad espacios para poder llamar o hablar con alguien y compartir lo que sentís. Será importante encontrar el equilibrio entre los momentos de sentir el dolor y los momentos de distracción que puedan ofrecernos los otros.

Niños

Los niños también tienen que poder expresar lo que sienten. La pérdida la habrán vivido igual, por lo tanto, acompañadlos en lo que sienten y ayudadlos a integrar esta realidad desde las posibilidades de superación que vosotros mismos tenéis. No queráis que ellos vayan más rápido. También necesitan su tiempo para hacer el proceso. Hablad con claridad.

Si la vivencia la experimentáis desde una cierta distancia y sois acompañantes de alguien más que es quien ha sufrido la pérdida, lo más importante será tener claro que hay que respetar. Sostener el sufrimiento de otro es duro pero hay que dar la oportunidad de sentirlo para poder superarlo. Estad a su lado, respetáis los ritmos, escucháis y aportáis momentos de distracción a fin de que la persona encuentre el equilibrio que antes mencionábamos entre el dolor y la distracción. A menudo no hay que hacer mucha cosa, sólo estar.

Finalmente, el más relevante será la actitud con la cual afrontamos la situación. Os proponemos hacerlo con la mayor serenidad posible, desde la autocomprensión y no la culpa, y con la voluntad de superarlo a vuestro ritmo para crecer y convertirse en personas más fuertes.

Lisette Navarro
Dra. en pedagogía, coach y educadora social de la Facultad Pere Tarrés – URL