El 28 de julio de 2010 el Parlament de Catalunya tomaba una de las decisiones que más alboroto ha provocado dentro y fuera del Estado: la abolición de las corridas de toros. Con la prohibición, se ponía fin a siglos de tradición, además de renegar -intencionadamente o no- de una de las principales señas de identidad de España en el mundo, el toreo, de ahí el interés que despertó en los medios extranjeros.

Poco después de la abolición, el PP presentó un recurso de inconstitucionalidad, que, junto a la declaración de las corridas como Patrimonio Cultural en el año 2013, han llevado este miércoles al Tribunal Constitucional a anular la prohibición de los toros a Catalunya.

Una larga lucha

El día de la abolición en el Parlament, el 28 de julio de hace seis años, ya sólo quedaba una plaza en activo en Catalunya, la Monumental de Barcelona, además de haberse declarado antitaurinas hasta 71 ciudades catalanas.

El camino recorrido hasta aquella situación, sin embargo, no había sido corto. La primera población catalana en declararse contraria a la tauromaquia fue Tossa de Mar, en el año 1989, mientras que ciudades que habían tenido plazas de toros en funcionamiento, como Girona, Figueres o Tarragona, habían ido abandonando poco a poco la tradición. También la capital, Barcelona, que llegó a tener tres plazas en su día, de las que sólo una, la Monumental, había llegado al nuevo siglo en funcionamiento.

Así, la Plataforma Prou! promovió una Iniciativa Legislatura Popular (ILP) con el objetivo de abolir las corridas, que la Mesa del Parlament aceptó tomar en consideración en noviembre de 2008. Los antitaurinos necesitaban acreditar 50.000 firmas de personas empadronadas en Catalunya en 120 días. Lo hicieron, y de sobras: al acabar el plazo, habían más que triplicado el límite, hasta llegar a las 180.169 firmas.

La cuestión traspasó la política, e hizo posicionarse a personalidades de otros ámbitos. A favor de la prohibición había personas como la periodista Pilar Rahola, el cantante Gerard Quintana, el actor Bruno Oro, o el filósofo y actual eurodiputado de ERC, Josep Maria Terricabras. Incluso personajes extranjeros, como la actriz Pamela Anderson, se sumaron a la causa.

En contra de la abolición, se encontraban actores como Carles Flavià, periodistas como Jordi Évole o Mercedes Milá, además de intelectuales del entorno de Ciudadanos como el director teatral Albert Boadella, o el escritor Félix de Azúa.

Con todo, en diciembre de 2009, la ILP se acabó admitiendo a trámite: la prohibición de los toros en Catalunya ya tenía medio camino recorrido.

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La votación más esperada

Después de que una treintena de intelectuales comparecieran en el Parlament -a petición de los grupos- para defender sus posiciones a favor o en contra de la abolición, llegó el día clave: la votación.

En un caldeado debate en que los proabolicionistas, especialmente CiU y ERC, quisieron dejar claro que su posición no era por rechazo a lo español, sino a favor del animal; los contrarios, PP y C's, quisieron insistir en qué las cuestiones identitarias sí tenían un peso predominante. ICV-EUiA se opuso a la crueldad de la tradición, mientras que el PSC quiso incidir en el significado negativo de la palabra "prohibir".

Finalmente, la votación salió adelante con un resultado ajustado: 68 votos a favor, 55 en contra y 9 abstenciones. ERC e ICV votaron a favor; PP y C's, en contra; y CiU y PSC dieron libertad de voto a sus diputados. La mayoría de los nacionalistas optaron por la prohibición, mientras que gran parte de los socialistas se mostraron a favor de las corridas.

Así, la prohibición de la tauromaquia en Catalunya era ya una realidad, y había que esperar a que entrara en vigor al 1 de enero de 2012.

La Monumental, cerrada

Las reacciones a la abolición de una de las históricas tradiciones españolas fueron immediatas. El entonces gobierno Zapatero afirmó que "respetamos pero no compartimos la prohibición". Nada comparado con las declaraciones del Partido Popular, desde el que, entre otras afirmaciones, se llegó a decir que era "una venganza por el éxito de la selección nacional", que había ganado el mundial ese verano, en palabras de Jaime Mayor Oreja.

Así, poco después de la prohibición, el grupo del PP en el Senado, en aquel momento liderado por el actual presidente de la cámara, Pío García Escudero, presentó un recurso de inconstitucionalidad que ha tenido que esperar 6 años para ser respondido -y correspondido- por el Tribunal Constitucional.

Aquel recurso se basaba en una "invasión de competencias" por parte del Parlament de Catalunya, y esto mismo ha confirmado ahora el TC con 8 votos a favor, 3 en contra y 1 voto particular. El tribunal afirma, entre otras cuestiones, que el artículo 2 de la ley catalana "invade la competencia del Estado" por el hecho de ser, la fiesta, patrimonio cultural. Y es que ha llovido mucho en estos 6 años, y durante la pasada legislatura de gobierno popular, en concreto en el año 2013, se declaró la tauromaquia como eso mismo, como Patrimonio Cultural del Estado, lo que facilitaba el recurso.

La supremacía del Estado aparece en otros puntos del documento del TC, que concluye que la Constitución establece que es Madrid quien tiene competencia "exclusiva" para regular "las condiciones básicas que garanticen la igualdad de todos los españoles en el ejercicio de sus derechos".

Imagen: EFE

Entrada en territorio desconocido

Con la anulación de la prohibición de las corridas de toros, Catalunya entra ahora en un territorio desconocido, que abre la puerta a que podamos volver a ver corridas en la Monumental de Barcelona. El última, por cierto, fue durante las fiestas de la Mercè de 2011, cuando el famoso torero José Tomás llenó la última plaza catalana por última vez.

No parece que la vuelta de las corridas vaya a ser fácil, ya que el Gobierno catalán aseguró hace unos días que dejaría "sin efectos prácticos" una posible sentencia del TC, que al final ha acabado llegando. "No queremos un país donde se mate y se haga sufrir los animales", señaló la consellera de la Presidència y portavoz del Govern Neus Munté.

Con todo, la sentencia del TC, si bien finalmente no acaba consiguiendo que las corridas vuelvan de facto a Catalunya -que está por ver- sí es un golpe de timón -y blindaje- de la "Fiesta Nacional", ahora que otras comunidades como Balears o Galicia han puesto sobre la mesa la posible abolición. Todo, sin olvidar que Canarias ya prohibió los toros hace un cuarto de siglo, eso sí, sin muchos -o ningún- problema.