Recordaba la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en una visita al Congreso de los Diputados hace unas semanas, la última vez que había pisado la cámara baja. Corría el año 2013 y Colau era activista de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). "Antes de nada quiero aclarar que no soy nadie importante. No tengo cargos de nada" había dicho la hoy líder de Barcelona en Comú, y edil del consistorio. Esta vez, Colau no vino a presentar una Iniciativa Legislativa, como hace dos años, sino a una reunión con el tercer cargo más importante en el Estado, el presidente del Congreso, Patxi López.

Colau, como muchos activistas entonces, es una alegoría del legado que cinco años después el 15M ha dejado en la política española y catalana. El bipartidismo existente desde la transición se ha desmenuzado, como consecuencia de la pujanza de nuevos perfiles políticos y liderazgos. Al mismo tiempo, la emergencia de estas nuevas formaciones ha ejercido presión sobre el resto de partidos, que se han visto empujados a incorporar en sus discursos aquellos clamores de más democracia y transparencia que hacían hervir las plazas indignadas al grito de "no nos representan".

"No nos representan"

De forma simplificada, en el transcurso de este cinco años, el bipartidismo se ha roto como consecuencia de la emergencia de listas llamadas "del cambio" como la de Ahora Madrid o Barcelona en Comú a nivel municipal, En Comú Podem en lo autonómico, o Podemos en lo estatal. También, con la emergencia de Ciudadanos, que según el profesor de la Carlos III de Madrid, Pablo Simón, "se benefició de la ruptura del cártel político".

Sin embargo, para favorecer la emergencia de partidos pioneros como Podemos, el 15M habría sido "una condición necesaria, pero no suficiente", explica Simón. Frente la creencia que el partido de Pablo Iglesias representa el movimiento, el profesor recuerda que ellos mismos "no lo reconocen así", ya que no todo el mundo que participó en los indignados defendería el programa actual de la formación. "Al 15M había gente con demandas muy diversas, aunque con una tendencia escorada a la izquierda", comenta Simón.

Xavier Domènech i Ada Colau / Foto: EFE

Fuentes podemitas explican que el debate sobre qué rol tenía que tomar Podemos se habría producido en el seno de la organización, ya entonces. Pronto, su objetivo fue tomar una deriva hacia la transversalidad y la canalización de un discurso político propio. Curiosamente, uno de los máximos ideólogos de la formación, Íñigo Errejón, quien ha defendido no ser un partido a la izquierda del PSOE, no vivió el movimiento indignado, ya que se encontraba en Bolivia, desarrollando su doctorado.

Podemos incorpora buena parte de los elementos de aquellas manifestaciones en su discurso, en tanto que parte de aquellos individuos "tuvieron una militancia doble: militaban al 15M y después lo hicieron a Podemos", comenta el profesor. Personalidades de las mareas azules, blancas, amarillas... o la propia PAH son los perfiles que más tarde habrían conformado las candidaturas llamadas "del cambio", contribuyendo a "recapitalizar" las líneas de la formación morada. Pero no eran los únicos en alimentarlas.

Izquierda Unida

La coalición hoy formada por Podemos e Izquierda Unida, de nombre Unidos Podemos, seguramente no habría sido posible sin el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y el líder d'IU, Alberto Garzón, al frente. Preguntado por qué no fue IU quien capitalizó las demandas de los indignados en las plazas, si es que muchas de ellas estaban en una notable parte reivindicaciones de la izquierda, Simón se remite al dilema de toda organización.

"Los partidos se mueven en un equilibrio constante entre mantener la línea política, o incorporar demandas, reajustar liderazgos...que es más costoso" comenta el politólogo. En consecuencia, IU no habría sido capaz de asimilar el reto que se presentaba, por una falta de voluntad o capacidad para ser permeable en el entorno político. "IU no ha aplicado primarias hasta muy recientemente" recuerda el profesor de la Carlos III para ilustrar las resistencias que comenta.

Alberto Garzón y Pablo Iglesias / Foto: EFE

De hecho, Pablo Iglesias ha denotado en los últimos años cierto malestar hacia sus actuales socios, como consecuencia de desencuentros con Gaspar Llamazares o Cayo Lara. Iglesias habría intentado una renovación en las formas de elección de los candidatos de IU para las listas europeas, junto con Garzón, y la vieja guardia del partido le habría barrado el paso. Si aquella ofensiva hubiera sido exitosa, quizás Podemos no se habría erigido como partido propio. "Ciertos candidatos de Podemos se separaron d'IU, ante la necesidad de recapitalizar el nuevo partido" indica.

Activistas catalanes

Entre los activistas que se encuentran en instituciones políticas está el líder d'En Comú Podem, Xavier Domènech. En una entrevista con El Nacional, explicó que había entrado en política empujado por la "trayectoria colectiva" de cuestionamiento del sistema, "a partir del movimiento sociopolítico del 15M". Es el caso de otros compañeros de lista, como Marta Sibina, o el diputado en el parlamento por Catalunya Sí Que Es Pot, Albano Dante-Fachin, su líder, Lluis Rabell, antes presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona, o activistas de la CUP, como David Fernàndez, o Anna Gabriel.

Reducción de la combatividad

Una de las evidencias que aquellos activistas de las plazas han tomado las instituciones es la reducción de la protesta social. La última huelga general que se produjo en España fue en el 2012. "Ahora hay menos combatividad, porque hay una serie de demandas que se han incorporado [a estos partidos] y ahora tienen uno primordial institucional" explica Simón, quien recuerda que ahora hace unos años las mareas y la PAH se movilizaban con más intensidad. "Se han descapitalizado" y ahora estarían en estas formaciones, explica.

Un ejemplo es el discurso que Colau hizo aquel mismo día en Madrid. La alcaldesa asistió a un desayuno informativo, donde los planes de choque social fueron centrales en su argumento, recordando que había sido activista de la PAH. "En Barcelona hemos aprobado medidas, pero no son suficientes, ya que las más importantes dependen del Estado" dijo, casi como una alegoría al legado del 15M y el auge en las instituciones por parte de las plazas indignadas.