El empresario y expresidente de Foment i de la CEOE, Juan Rosell, defiende este sábado, en un artículo-panegírico en La Vanguardia, la supuesta honestidad del rey Juan Carlos I, en un momento en que su honradez está en tela de juicio tras los continuos escándalos que le han llevado a tomar la decisión de abandonar España e irse al exilio.

En el texto, titulado El Rey y las empresas, Rosell señala que pocos políticos podrían pasar el nivel de rectitud que se le exige al monarca emérito. “Si a escala personal ponemos el listón tan alto, probablemente muy pocos podrán salvarse”, escribe Rosell, que añade: “Veamos a tantos políticos actuales, analicemos su vida privada y sus circunstancias. Y veremos que no son, con excepciones, un ejemplo de nada; salvo de servirse a sí mismos y a su bienestar particular, si lo comparamos con lo que fueron ellos mismos antes de entrar en política”.

Rosell, que fue presidente de la patronal catalana Foment del Treball Nacional entre 1995 y 2011 y de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) entre 2010 y 2018, ha vuelto a primera línea de la actualidad este verano gracias a una serie de artículos, a lo que hay que añadir que, en medio de la crisis que sacude al FC Barcelona, su nombre ha sonado con fuerza en los últimos días para encabezar una candidatura continuista a la presidencia del club.

Un panegírico de cabo a rabo

En su artículo, Rosell dibuja un perfil muy positivo de Juan Carlos, al que define como “una figura histórica excepcional y un gran embajador que ha sido clave en el progreso económico”, y para ello no esconde que el emérito explotó su influencia ayudando “a promocionar los productos y los servicios españoles”.

De hecho, Rosell admite que el tráfico de influencias era una tónica habitual en el modus operandi de Juan Carlos del qual se beneficiaron muchos empresarios españoles, y lo hace además con ejemplo muy visuales: “Un empresario me decía: ‘Yo estoy en China por él, así de claro. Hizo que los dirigentes chinos me abrieran las puertas, algo que yo nunca había conseguido’. Otro empresario añadía: ‘Había dudas en mi proyecto, y el Rey intercedió y ganamos, ¿te acuerdas?’. Y así podría citar muchos ejemplos”.

Además, Rosell apunta que esa manera de actuar sigue vigente en el quehacer del heredero de Juan Carlos, Felipe VI, puesto que ambos “han servido y sirven a las empresas españolas como embajadores inmejorables, los dos con estilos bien distintos, pero a cuál mejor”.

El expresidente de Foment y CEOE no duda en comparar el papel de los dos reyes con los de los políticos actuales insistiendo en su capacidad de intercesión a favor de determinadas empresas sin especificar qué dividendos podrían obtener los monarcas, y añadiendo que sobre Juan Carlos debe primar la presunción de inocencia, eso sí, asegurando que “sus sombras quedan minimizadas por su papel institucional”. De esta manera, Rosell justifica los eventuales errores de Juan Carlos en un, a su parecer, resultado global positivo, algo que por mucho que defienda que al emérito se le pone un listón más alto que a otros, sería inconcebible en un político.