En cuestión de cuatro semanas, hacia las 22 horas, Catalunya conocerá quién se ha impuesto en las elecciones al Parlament del 12 de mayo. Ahora bien, el partido que resulte primera fuerza no necesariamente será quien acabe gobernando. De hecho, hay hasta cuatro precedentes en los que la formación que ha quedado segunda ha acabado liderando la Generalitat porque ha llegado a acuerdos con otras fuerzas políticas. Además, también ha habido situaciones en las que una candidatura ha obtenido más votos que otra, pero esta última ha conseguido más diputados. Los dos casos más ilustrativos son las elecciones de 1999 y 2003, cuando el PSC sumó más sufragios que Convergència i Unió (CiU) pero, en cambio, los convergentes consiguieron más escaños. Así pues, ¿quién gana las elecciones en Catalunya?

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El intento de Maragall para superar a Pujol: una coalición con ICV en las demarcaciones más pequeñas

De 1980 a 1995, las victorias de CiU eran amplias, con mayorías absolutas conseguidas los años 1984, 1988 y 1992. Después de dar el salto de la alcaldía de Barcelona para ir a encabezar la lista del PSC a la presidencia de la Generalitat, Pasqual Maragall intentó hacer una candidatura para la convocatoria del 17 de octubre de 1999 que fuera más allá de las fronteras del partido con la plataforma Ciutadans pel Canvi —donde sumaba a personalidades de la izquierda catalanista—. La demarcación de Barcelona es la que reparte más escaños (85), y es un feudo donde el PSC siempre ha sacado buenos resultados, especialmente en el Área Metropolitana. Ahora bien, en las circunscripciones de Girona, Lleida y Tarragona, el soberanismo tiene más fuerza —especialmente en las dos primeras— y, por lo tanto, es donde CiU podía marcar más la diferencia respecto al resto de adversarios. Con el fin de poder competir contra ellos en estos territorios, Maragall construyó una coalición con Iniciativa por Catalunya-Verds (ICV) en Girona, Lleida y Tarragona, y solo se presentaron en solitario en Barcelona. Haciéndolo así, los socialistas tenían la convicción de que podrían mantener la ventaja que, previsiblemente, pudieran tener en la demarcación barcelonesa.

Ahora bien, el resultado no fue del todo fructífero. Aunque la suma de los votos de los socialistas en Barcelona con la coalición que hicieron con ICV en las otras tres circunscripciones era superior a las papeletas obtenidas por Jordi Pujol (1.183.467 para los socialistas por las 1.178.420 de los convergentes), esta no fue suficiente para superar en parlamentarios a CiU. De esta manera, Jordi Pujol ganó por sexta vez las elecciones en escaños (56 versus los 52 del PSC), pero los socialistas ganaban por primera vez en votos. ¿Por qué? De entrada, Maragall partía al frente de la carrera si la mirada solo se fijaba en Barcelona (36 diputados enfrente de los 31 de CiU), pero la diferencia la marcaron el resto de circunscripciones (en Girona, Pujol consiguió 9 y Maragall hizo 5; en Lleida, el primero obtuvo 8 y el PSC se quedó con 5; y en Tarragona, también CiU se impuso con 8 respecto a los 6 de los socialistas).

 

La historia se repite en el 2003

En su segundo intento, Pasqual Maragall tuvo el mismo resultado: de nuevo, el 16 de noviembre de 2003 se impuso en votos a Convergència i Unió, pero no lo hizo en diputados. Con respecto a los anteriores comicios, los socialistas ya no se presentaron en coalición con Iniciativa, y CiU ya había hecho el relevo de Pujol a Artur Mas. Con todo, también se dio la circunstancia que, a pesar de quedar segundo en escaños, Maragall sí que pudo sumar una mayoría para ser elegido president de la Generalitat.

La diferencia entre ambas candidaturas fue de 7.000 votos, pero Mas obtuvo cuatro actas más que el PSC (46-42). En Barcelona, los socialistas sacaron más representación (29-25), tendencia que se revirtió a favor de los convergentes en Girona (7-4), Lleida (7-4) y Tarragona (7-5). A pesar de quedar por detrás en escaños, la legislatura que arrancó en el 2003 se convirtió en la primera en la que se formaba un Govern encabezado por la segunda fuerza con más parlamentarios y no la primera: Maragall fue investido president con el apoyo de sus 42 diputados, los 23 de Esquerra Republicana y los 9 de Iniciativa per Catalunya-Verds. También se convertía en el primer Govern de coalición desde la restauración democrática.

 

Las otras veces en las que la presidencia ha sido para el segundo grupo del Parlament

La presidencia de Maragall marcó una nueva vía para llegar a capitanear la Generalitat de Catalunya. Además, la singularidad de los otros tres casos en que el segundo partido en el Parlament ha conseguido liderar el Govern es que no habían sido primeros ni en votos ni en actas parlamentarias, a diferencia del 2003. El primero de estos se produjo justo después del primer tripartit: el PSC (37), a pesar de quedar segundo por detrás de CiU en sufragios y diputados, articuló un nuevo pacto con ERC (21) e ICV (12).

Los otros dos precedentes son recientes, ya que se han materializado en estas dos últimas legislaturas, correspondientes al año 2017 y 2021. El 21 de diciembre de 2017, Ciutadans ganó las elecciones con 36 escaños y 1,1 millones de votos; pero la presidencia fue para Quim Torra, de Junts per Catalunya (34), con el apoyo de Esquerra Republicana (32) y las cuatro abstenciones de la CUP. En el caso del 2021, cuando se hicieron las últimas elecciones, el PSC —a pesar de empatar en diputados con ERC— venció en votos, con una diferencia de casi 50.000 sufragios. La presidencia, sin embargo, fue para Esquerra Republicana (33), que consiguió el 'sí' de Junts (32) y la CUP (9).

Esto, pues, ilustra que la práctica de investir a un candidato del segundo partido en el Parlament es relativamente habitual, pero hasta julio de 2023 era una lógica que todavía no había operado en el Estado. El 16 de noviembre del año pasado, Pedro Sánchez rompía este mito siendo reelegido presidente del Gobierno a pesar de haber quedado segundo tanto en votos como en diputados en el Congreso. El socialista (121) consiguió el apoyo de la mayoría de la cámara baja española: Sumar (31), ERC (7), Junts (7), Bildu (6), PNV (5), BNG (1) y Coalición Canaria (1). A su vez, el "no" llegó de la mano de los 137 parlamentarios del PP, los 33 de Vox y el representante de Unión del Pueblo Navarro.

Los otros casos en que tener más votos que el inmediato perseguidor no ha implicado más escaños

Aparte de los casos en que ha estado en disputa la primera posición porque un partido tenía más votos, pero el que quedaba por detrás podía tener más escaños, cabe decir que son circunstancias que se han reproducido entre otras formaciones que han tenido peores resultados. La primera vez que eso sucedió fue el año 1995: Esquerra Republicana se situó por delante de ICV en el Parlament, a pesar de obtener casi 7.000 votos más los de Rafael Ribó. Los republicanos tuvieron una bancada con 13 diputados, mientras que Iniciativa tuvo 11. Esta tendencia se replicó en el 2010, cuando Solidaritat Catalana per la Independència entró en el Parlament. La candidatura de Joan Laporta consiguió 3.000 papeletas menos que Ciutadans, pero consiguió cuatro escaños, en tanto que los naranjas se quedaron con tres. El elemento diferencial fue que Solidaritat también consiguió un parlamentario por Girona, mientras que Ciutadans solo entró en Barcelona.

En los siguientes comicios (2012), el PSC quedó segundo en apoyos, pero Esquerra Republicana se convirtió en el segundo grupo de la cámara con más representación. La diferencia entre los socialistas y republicanos fue de 26.000 votos, pero Esquerra sacó 21 diputados y el PSC, 20. De nuevo, lo que le dio más peso parlamentario a la candidatura de Oriol Junqueras fue su resultado en Girona y Lleida. Y el último momento en que eso se dio fue en 2021: los comunes fueron quintos en votos, con casi 6.000 sufragios más que la CUP, pero los anticapitalistas han tenido un acta más que ellos (9). Mientras que los comunes solo consiguieron representación por Barcelona (7) y Tarragona (1), los cupaires sacaron representación en todas las demarcaciones: cinco en Barcelona, dos en Girona y uno tanto en Tarragona como Lleida.