El viernes pasado se puso en marcha el Pacte Nacional pel Referèndum. Se ha querido interpretar como un paso atrás, por limitar esta reivindicación a una convocatoria acordada. ¿Ha existido este paso atrás?
No ha existido. Y aparte de afirmarlo, tenemos que apelar a toda la gente inquieta dentro del independentismo a tener una pizca más de confianza en nosotros mismos. Hay actores con los que tenemos que mantener espacios en común y ellos harán valer su discurso, sobre el referéndum pactado, pero tenemos que saber que la fuerza para hacer el referéndum la tenemos y que el compromiso y la voluntad política también. Tenemos que confiar en nuestras propias fuerzas y habilitar estos espacios por los que haya voces que legítimamente defiendan lo que ellos creen. Puede acabar sucediendo que estas voces no se definan hasta los últimos instantes. Yo tengo claro dónde se acabarán posicionando estos espacios de la izquierda no independentista.

Tenemos que apelar a toda la gente inquieta dentro del independentismo a tener más confianza. Tenemos la fuerza para hacer el referéndum, el compromiso y la voluntad política

¿Sí?
Sí, porque sus bases son gente de izquierdas que quizás no tienen muy clara la certeza de que la independencia será mejor, pero sí que tienen la certeza de que no quieren vivir en un Estado que prohíbe incluso la opción de dar la palabra a la gente. Eso acabará decantando la balanza de los partidarios y contrarios de la independencia.

¿Colau y los Comunes se pondrán, pues, al lado del referéndum unilateral cuando se constate que no puede ser pactado con el Estado?
Espero que sí, porque haya también una dinámica popular que les lleve a ello. Los deberes del independentismo son, aparte de organizar espacios como la cumbre, articular de nuevo el movimiento de base que haga que eso sea imposible, es la fuerza que le dio el 9 de noviembre. Hay que recuperar este empuje que haga que los compromisos de los partidos no se puedan dilatar en el tiempo. El 2017 tiene que ser el año del referéndum y, en caso de victoria del sí, el año de la independencia.

¿Y ven a Puigdemont convencido?
Sí. Él acuñó el eslogan "o referéndum o referéndum". Si se mantiene en eso, el escenario está claro. En sus palabras nos basamos.

Hay que estar preparados para todo. Porque el Estado es muy autoritario

¿Ante esta decisión cuál prevén que será la respuesta en el Estado y en Catalunya?
Hay que estar preparados para todo. Porque el Estado es muy autoritario. Quizás hay sectores dentro suyo de un españolismo más inteligente, pero lo que nos demuestra en los últimos años es que se acaba imponiendo la versión más dura. Podemos esperarlo todo. Ahora, mayoritariamente las condiciones para que el referéndum se celebre dependen de nosotros. Sí que puede pasar una cosa, que es que aquel día lo impidan físicamente, eso sí. Y hay que contemplar este escenario. Pero entiendo que en el momento que se dé eso ya estamos legitimados para proclamar la independencia directamente. Ahora, de aquí hasta el día del referéndum, todo depende de lo que podamos hacer nosotros.

Impedir físicamente...?
Es evidente, ahora se ha sabido que en las vísperas del 9-N había esta opción de enviar a la policía a requisar las urnas, porque sabían en qué punto concreto de las comarcas de Ponent se encontraba el almacén. Esta opción está, pero entendemos que hasta que eso no suceda tenemos que trabajar para que aquel día estén los puntos de votación en todo el territorio y que la gente se sienta llamada, sean los del sí o los del no, y que haya garantías, y que si el Estado lo quiere impedir lo tenga que hacer físicamente. Eso nos legitima ya a los ojos de la comunidad internacional y de la ciudadanía que no acaba de ver clara la independencia, pero que no quiere vivir en un Estado donde la policía prohíbe los referéndums.

La movilización es clave, con la policía si tiene que hacer una maniobra contra una serie de gente que defiende el referéndum pacíficamente y democráticamente

¿Cuál tiene que ser la respuesta ante la prohibición física?
No lo sé, pero el ingrediente clave es la movilización, que sea la gente la que haga valer el referéndum, con la policía teniendo que hacer una maniobra contra una serie de gente que pacíficamente y democráticamente quiere hacer valer aquella convocatoria electoral.

¿Qué se tiene que hacer en caso de que haya una inhabilitación de la presidenta del Parlament?
Se la tiene que reafirmar en el cargo. Al final lo que hizo no fue una opción personal. Sabía que detrás suyo había los diputados que queríamos que se votaran aquellas conclusiones del Procés Constituent. Ella actuó en consecuencia con una parte mayoritaria del hemiciclo que quería tramitar aquellas conclusiones.

¿Y ante una condena a Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau por el 9-N?
También se tendría que valorar políticamente lo que significa y el cambio de etapa que implicaría por parte del Estado español; acabaría inhabilitando cargos políticos por un proceso participativo.