Joan Francesc Mira i Casterà (València,1939) no es un escritor que dé titulares de prensa, sino más bien reflexiones y amplificaciones, una tras la otra, como corresponde a un autor (además de obras de narrativa y de traducciones de clásicos) de numerosos estudios e investigaciones de carácter ensayístico que giran en torno a la antropología, la interpretación de las culturas y la materia de las naciones. Muchos de estos libros radiografían el pueblo valenciano.

Mira es un observador riguroso de la realidad y rompe tópicos. Asegura que el mundo, ahora, en muchos aspectos cuantificables (salud, educación, etc.) va mejor que nunca. Que nos quejamos porque asimilamos las noticias negativas y que se tiene que observar la realidad alejados de una ideología previa. Recomienda que antes de decidir, deberíamos pensar y difundir un conjunto de ideas básicas.

Este intelectual, que ha recibido las más altas distinciones de las letras catalanas o también la Medalla de Oro de la ciudad de Florencia, defiende que la lengua nacional de los valencianos es la lengua propia, y que el valenciano sólo se salvará si la gente que lo habla, lo quiere conscientemente. Socio de honor de la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana, es miembro del Institut d’Estudis Catalans y de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, y presidente de la entidad Acció Cultural del País Valencià.

Profesor Mira, pocos días antes de la fecha del 9 de Octubre, hay una cierta preocupación de cómo se comportará la ultraderecha. ¿Un demócrata tiene que aceptar que una gente quiera manifestar sus ideas y otros pretendan reventar esa manifestación?
No. Aceptar la violencia no tiene nada que ver con la democracia. Que otros quieran hacer su manifestación lo tengo que aceptar, pero que vengan a hostias a reventar la mía, no. Porque yo no se lo haría a ellos. Yo hago la mía, tú haces la tuya; y aquí paz y allí gloria. Pero si tú vienes con un palo a reventar mi mani, eso ya no es democracia; es violencia. Aquí ya estamos hablando de cosas diferentes. Los conceptos son muy importantes. El derecho a la expresión es una cosa, y el derecho al garrote es otra.

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¿Por qué sigue habiendo ese runrún de fondo y no evolucionamos?
Ese runrún existe aquí, en Barcelona o en Italia, donde hay un fondo de violencia infinitamente superior al que pueda haber aquí. Existe en Alemania y, sobre todo, en los antiguos países comunistas. Donde más fachas hay y neonazis es en la Alemania Oriental. Y donde más reaccionarismo hay es en Hungría y en Polonia. Sin embargo, el gran capo del reaccionarismo mundial es el señor Vladímir Putin, amigo y protector del señor Orbán de Hungría y admirado por Marine Le Pen y por el italiano Salvini. Esos sí que son enemigos de la democracia. En Italia hay mucha violencia y muchísimas agresiones a inmigrantes que aquí no hay. Y, en Francia, hay mucha más segregación que hace que la gente viva en barrios separados. La base del señor Le Pen y su hija es la gente que antes votaba comunista.

No se puede tener una apreciación superficial y anecdótica de los fenómenos. Tienes que buscar las transformaciones históricas y sociológicas que se transmiten como transformaciones ideológicas.

¿Se puede actualizar el entorno en el que estamos?
No puedes. Tú puedes actualizar los criterios con los cuales percibirás y te harás un juicio sobre ese entorno. Sin embargo, el entorno es independiente de ti.

Estamos rodeados de frases apocalípticas que son mentira

Sí, pero yo quiero entender lo que está pasando a mi alrededor, cómo va el mundo...
Yo hace cincuenta años que trato de entender la realidad social y todavía no lo he conseguido y he dedicado miles y miles de horas y páginas. En épocas de transformaciones aceleradas, y del orden internacional, que cada vez es más importante, porque el mundo está más intercomunicado, el ejemplo son los medios de comunicación, y sobre todo, las televisiones que te enseñan lo que está pasando en cada momento. Le dan más importancia a las noticias negativas que a las positivas.

El mundo, ahora, va mejor que nunca. Estamos rodeados de frases apocalípticas. "Cada vez estamos peor"; mentira: cada vez estamos mejor. "Día a día hay más diferencia entre pobres y ricos", mentira. Hay más diferencia de capital teórico. Pero, de manera de vivir, la gente no recuerda cómo vivían los pobres y los ricos hace cien u ochenta años. Los obreros vivían en la puta miseria y los ricos en unos palacios con decenas de criados.

El señor Roig de Mercadona dicen que tiene un capital de 9.000 millones de euros, ¿y qué? ¿Qué hace con él, se lo come? Está viviendo en un piso normal. Hace cien años, un obrero vivía sin agua, luz ni acceso a la sanidad ni la educación.

¿Según usted, por qué nos quejamos?
Nos quejamos porque se asimilan muy rápidamente las noticias negativas. Y cuando una persona acepta esa visión negativa del mundo, crees que eres más progre, más guay y más de izquierda. La diferencia importante está en las posibilidades de la vida, la manera de vivir. La mayor eclosión y explotación capitalista de la historia se está dando en la China, dirigida por el partido comunista. Es brutal. Si Marx levantara la cabeza, no entendería nada. Se habla mucho de las injusticias de los EE.UU., donde yo he vivido, y es cierto, pero compáralo con el mayor proceso de explotación dirigido por un partido comunista, además totalitario, nadie abre el pico...

Ayer vi en la televisión una entrevista a una niña de Palestina que le dio una bofetada a un soldado. Me parece una cabronada que por eso la encierren siete meses en la prisión. Pero a un cantante mallorquín, que se llama Valtònyc, lo han condenado a tres años por insultar al Rey en una canción. Y eso ha pasado aquí, por la democracia española, no han sido los israelíes o los americanos, y no le damos ninguna importancia. Te pregunto: ¿objetivamente, qué es más gordo, que a un cantante por ofender al Rey lo condenen a tres años o que a una niña palestina por pegar una bofetada a un militar la condenen a siete meses? Ah, pero estamos hablando de "Palestinos buenos y israelíes malos". Muchos intelectualillos todavía piensan el mundo en términos de "buenos y malos". ¿Cómo vive la gente en Venezuela que está muriéndose de hambre? Un país riquísimo, y mientras tanto, Maduro gritando contra el capitalismo y el imperialismo. A mí, me importa la gente, no la retórica. Hay dos estereotipos y se trata de ver cuál se ajusta más a la realidad.

El tópico más extendido es el negativismo

¿Cómo nos podemos liberar de ejes tópicos y maneras de juzgar?
Primero, te tienes que molestar en observar la realidad. Cuando observas la realidad desde una doctrina, desde una ideología previa con un prejuicio y para entender la realidad aplicas esa doctrina, y resulta que la realidad no encaja, peor para la realidad: o te niegas aceptarla o la marginas porque lo que tienes que hacer es salvar la doctrina. Es como la religión católica, tú tienes una fe, tienes que creer en los milagros, observas y te preguntas: ¿eso es posible? Ah, la fe... Lo importante no es lo que pasa en mi entorno sino la fe. Por lo tanto, yo a lo que no encaja en mi fe no le doy importancia. Cuando una persona aplica su fe ideológica a la realidad, verá sólo la realidad que le interesa ver.

Uno de los tópicos que más se está extendiendo es el negativismo. Lo ves en todos los debates y artículos de prensa cada día. Y ante eso, vuelvo a recordar: ¿Ustedes saben cómo vivía la gente hace cien años?

Otro tópico: "cada vez se lee menos". Y yo pregunto: ¿en comparación con cuándo, de hace tres años o de hace ochenta? Ahora hay infinitamente más editoriales que nunca, más autores, más libros publicados y vendidos. En catalán, se editan una animalada, doce o trece mil al año y en España setenta mil. Y el tópico es "que cada vez se lee menos".

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Después de más de cincuenta años observando la realidad y escribiendo y desmintiendo tópicos y prejuicios, querría conocer su opinión sobre el concepto nación, nacionalismo...
He escrito siete u ocho libros y centenares de artículos sobre esos temas, y la gente sigue diciendo lo mismo. Pensar es pesado. La mayoría de las personas tienen una teoría, la aplican a la realidad y tratan de encajar la realidad en su teoría y si no, que se joda la realidad.

Y eso cómo le sienta a usted
Fatal. Pero yo soy, como decía Franco, "inasequible en el desaliento". Me cabreo mucho, pero conservo muchos buenos amigos. Si hubiera tenido que rendirme por tantas frustraciones, hace cuarenta años que no haría nada. Estaría jugando al dominó, viajando o escuchando música y leyendo literatura.

Fuster sabía que en alguna cuestión de fondo se había equivocado

Pero usted ha mantenido un discurso coherente y tiene seguidores.
Te reconozco que he intentado mantener un discurso coherente. Y eso no quiere decir que no haya cambiado de idea. Cuando tenía 25 años, todos éramos muy más de todo, más socialistas, más marxistas que nadie... Pero, después, empiezas a pensar y te preguntas: ¿eso funciona?

El tema de la catalanidad de los valencianos de manera radical, yo me lo creía. Sin embargo, empiezas a intentar extenderlo captando a personas de una a una, o en artículos y discursos, y ves que provoca un efecto reactivo que multiplica a los adversarios a lo que tú pretendes. La realidad valenciana es la que es. Yo era muy amigo de Fuster (ahora, este país está lleno de gente que era amiguísima de Fuster). Y puedo asegurarte de que si levantara la cabeza y viera lo que algunos están haciendo con sus escritos, les correría a hostias a todos. Tú no puedes decir "tal como decía Fuster...": no es la Sagrada Escritura. A mí me consta que Fuster, pasados los años, sabía que en alguna cuestión de fondo se había equivocado, que quizás algunas teorías no encajaban con la realidad. Él asumió una idea, un concepto. Decía: "yo soy un catalán de Sueca". De acuerdo, ¿y qué hacemos con los otros 24.999 vecinos? Toda la ideología de Fuster en ese sentido es una frase: "ser valencianos es nuestra manera de ser catalanes". ¿Estás seguro de qué quiere decir "ser"?, ¿has hecho una encuesta, un estudio o aplicas tu propio concepto o creencia al conjunto de la sociedad?

En sentido nacional, ser es un hecho de conciencia: qué es eso que tú piensas que eras. Qué es lo que la inmensa mayoría de la gente de este país piensa que es. Pregunta a la gente del País Valencià si está a favor de hacer un referéndum y formar parte de una entidad políticonacional que se llamará Països Catalans. ¿Qué te contestará el 99% de la población...? ¿Y seguir predicando eso, qué efecto tiene? Hablo en el sentido de "nación política"; historia, lengua y cultura, evidentemente, son otro tema.

Aquí, en el País Valencià, todos son muy sabidos

¿Por qué sigue habiendo intelectuales valencianos que mantienen ese discurso?
Por la fe, la doctrina. Cuando escribí Sobre la nació dels valencians, muchos interpretaron mal la frase: "En el País Valencià, el más riguroso catalanismo político pertenece al campo de la utopía", más o menos. Lo sacaron de contexto, e incluso me trataron de blavero. ¿El "más riguroso catalanismo político" tiene alguna viabilidad en este territorio, en este lugar? Ni una. Por lo tanto, corresponde a la utopía.

¿Usted se considera que está aislado?
De los radicales, en ese sentido, que no han querido cambiar la doctrina a pesar de que la realidad no corresponde, quedan pocos. Ellos sí que están aislados. Cuanto más he insistido en mi caracterización valenciana, desde el punto de vista político, curiosamente más caso me han hecho en Catalunya. Aquí, en el País Valencià, todos son muy sabidos. No hace falta que les expliques nada.

Los valencianos a su lengua la han llamado 'valenciano' toda la vida

¿Los valencianos tenemos alguna cosa que decidir?
Antes de decidir alguna cosa, tendríamos que pensar y difundir un conjunto de ideas básicas. Yo trato de impulsar un cierto sentido de conciencia de tipo nacional, de identidad propia, de saber que tiene valor lo que eres. El actual espacio político valenciano depende históricamente de la creación primera de un espacio previo. No existía un espacio etnocultural nacional valenciano antes de que Jaime I creara el Reino de Valencia. Y eso se va formando muy poco a poco.

Cuando en el siglo XIV empieza a fijarse el nombre de la lengua, aquí desde el primer día se llamó generalmente valenciano, porque el reino propio, el espacio político valenciano, ya existía. No porque negaran que fuera catalán, pero los valencianos a su lengua la han llamado valenciano toda la vida. Y cuando ahora la Acadèmia Valenciana de la Llengua reivindica que utilicemos el nombre de valenciano, como denominación equivalente a catalán, es porque es el real e histórico. Y funciona.

¿Hace falta algún tipo de reconciliación entre valencianos?
¿Entre los cinco millones? Eso es imposible, porque nunca se han planteado ese tipo de problema. Podría plantearse el problema un sector tipo blavero, aunque cada vez son más residuales e histéricos. También el sector más "catalanista", que incluiría del catalanismo más radical hasta los valencianistas más moderados; no sólo del Bloc sino también algunos del PSOE. Tendríamos que crear una nueva especialidad que fuera la psiquiatría política, para tratar todos esos síntomas...

Lo que no hacen nuestras autoridades es insistir en el concepto de lengua propia

¿El hecho de que el 50% de la población no hable el valenciano, aunque lo entienda, dificulta poder crear esa conciencia de tipo nacional?
El "Tio Canya" no puede seguir teniendo el sentido que tenía hace setenta o cien años. Ahora el que habla valenciano no es analfabeto como él lo era. Pero tal como se está intensificando la consideración del nivel y conocimiento de la lengua, también está creciendo el uso del castellano como lengua habitual. Al mismo tiempo que ahora hay muchos niños y jóvenes que tienen un alto conocimiento de la lengua y de la literatura, que hace cincuenta años era impensable, ahora resulta que como lengua familiar empieza a retroceder rápidamente.

Si uno no quiere hablar valenciano, que no lo hable. Pero yo sí que puedo insistir que tengo derecho a hablar mi lengua en mi país. A la gente se le tiene que meter en la cabeza que tiene una lengua propia. Y propia no hay más que una. La otra es sobrevenida, respetable, la hemos incorporado, forma parte de esta sociedad y, aunque qusiéramos (que no queremos), no la podríamos eliminar en toda la vida. Por lo tanto, tienen que coexistir. Pero lo que no hacen nuestras autoridades es insistir en el concepto de lengua propia, simplemente proclamar: "La lengua nacional de los valencianos es el valenciano". Una lengua en las condiciones que está la nuestra, sólo se salvará si la gente que la habla lo quiere. Y para querer, tienes que pensar primero.

Una última pregunta, ¿si se hiciera una gran encuesta científica y diera como resultado que los valencianos somos españoles que hablamos valenciano, le causaría mucha frustración?
No. Sólo reflejaría en gran parte la realidad. Es la realidad. Tampoco es casualidad que la mayor parte de la población valencianohablante haya votado durante veinte años al PP. Si quieres predicar algo, tienes que partir de la realidad. No de aceptarla, pero sí partir con cuatro ideas claras. Si el círculo de lealtad al castellano se ensancha mucho más profundamente que el otro círculo, a la larga, en dos generaciones, se ha acabado el cafetín. Es un milagro que hayamos aguantado hasta ahora, porque no hemos tenido la tradición ideológica y las convicciones nacionales de Catalunya o del País Vasco. Es decir, sin una lealtad consciente, sólida y extensa, lo tendremos muy complicado. Y a esta lealtad le hemos dedicado algunos la vida.