La segunda comparecencia de Pedro Sánchez, en plena presión informativa con los socios encima, deja la photo finish de su primer día de la era pos-Santos Cerdán sin novedades. No habrá adelanto electoral, ni cuestión de confianza, ni renovación del gobierno. Tampoco autocrítica, ni explicaciones. Sánchez no niega haber recibido señales de la corrupción de su número dos en el PSOE. Sin embargo, no fue capaz de distinguir la señal del ruido. Mientras todo el país escucha en bucle la crudeza obscena del reparto de mordidas y el abuso de la prostitución de José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Koldo García al mando de la grabadora, Sánchez responde: “¿Cómo me enfrento a unos rumores si eso es también lo que yo estoy sufriendo?”. Esta frase supone asumir que no tiene capacidad ni herramientas para detectar la corrupción. Un mensaje poco tranquilizador en una instrucción que acaba de empezar. 

Con casi todos los relatos hechos añicos, Pedro Sánchez tira del único nervio vivo que conecta con el electorado progresista. Es Sánchez o VOX. No hay más. Los socialistas como el único dique, el último gobierno socialdemócrata de peso en Europa. En esa elección binaria, tramposa para dar explicaciones, pero real en la práctica, se coloca el Gobierno. Entre la altura política de asumir responsabilidades y resistencia, resistencia. Entre reiniciar la legislatura y resistir, también resistencia.

La estrategia de Sánchez pasa por defender una ecuación insostenible por el propio curso de la instrucción judicial. Acotar la corrupción de Ábalos-Cerdán al partido y dejar fuera al ejecutivo. La realidad es que son dos exsecretarios de organización que primero asaltaron la cúpula del PSOE para después entrar en el Gobierno. Fue Cerdán quien metió a Koldo García en Transportes para colocar a los suyos y la UCO quien describe con detalle cómo se extendió la infección en la sede de Transportes. Por ahora…

Los socios saben que, con sus votos, en los de cada grupo parlamentario, son llave del cambio. Si no activan ese botón nuclear es por falta de incentivos. Nadie quiere asumir una responsabilidad colateral aún mayor al peso tóxico de Santos Cerdán. Colocar a VOX en la vicepresidencia del Gobierno, activar un PP/VOX ultraconservador, donde Alberto Núñez Feijóo llama cómplices de Sánchez al bloque de investidura; y amorales, según Borja Sémper: “Somos incapaces de convencer a cuatro diputados para una moción porque tenemos principios”.

No habrá adelanto electoral, ni cuestión de confianza, ni renovación del gobierno

Cualquier predicción después del agujero negro abierto con las grabaciones de Koldo García es arriesgado. Los informes que se esperan de la UCO no pasan por financiación ilegal, pero sí pueden implicar a otros miembros del Gobierno. Y luego está el calendario judicial, con las declaraciones previstas de los implicados en el mes de junio. Destapada la corrupción del exdúo orgánico de Sánchez, ahora son incontrolables en su estrategia de defensa. Y en este momento, el PSOE es incapaz de saber hasta dónde llega la mancha de Cerdán, a quien captó para levantar una operativa de contratos y mordidas que la Guardia Civil data hace una década, incluidos los siete años de Sánchez.

El último Sánchez-Feijóo del periodo de sesiones de este miércoles será durísimo. Se escucharán las preguntas que siguen en el aire y los socios desplegarán sus nuevas exigencias. Es probable que acaben en nada. Ni se derogarán los aforamientos, ni las contratas con grandes constructoras, como pide Sumar, pero exigirán la respuesta del presidente. La última imagen en las Cortes hace solo una semana fue la de Cerdán negándolo todo y leyendo el informe con sus propios sobornos desde el escaño. El daño es irreparable. Sánchez tiene que defender la marca PSOE como una “organización limpia” mientras para la UCO fue la casa de una “organización criminal”. El “Y tú más. Y tú también” que lanza Sánchez al PP todavía le funciona. El PP tuvo una caja B replicada a nivel nacional y sobres con dinero negro para altos cargos. Ese margen entre dos corrupciones sistémicas, con la del PSOE centrada en Ábalos-Koldo-Cerdán y la cadena de altos cargos de Transportes, mantiene unidos a los socios frente a la moción de censura.

Salvo sorpresas, la legislatura está asegurada al menos hasta otoño. La balanza sigue a favor de Sánchez y Feijóo puede esperar con el teléfono abierto el milagro de gobernar sin moverse ni acercarse a los nacionalistas. En esta nueva dimensión y bloqueo está sumido el mandato. Y el cierre del periodo de sesiones, aun con pleno extraordinario de Sánchez incluido.