Se ha confirmado totalmente. La teoría aquella de los 10 mil soldados rusos que tenían que venir a Catalunya hacer no-se-qué-narices, quiero decir. Pero la palabra "soldados" era una metáfora. El (prestigioso) Washington Post publicará pronto una exclusiva mundial firmada por dos todavía más prestigiosos periodistas famosos por todo el planeta por no convertir nunca filtraciones interesadas en noticias (y de la que se harán mucho eco los sospechosos habituales), según la cual todo esto de la invasión de Ucrania es un pacto secreto entre los servicios secretos rusos y el servicios secretos catalanes aquellos que tenían un piso en la calle Numància de BCN en colaboración con el pelotón de la incineradora de Sant Adrià y el Procicat. ¿Y qué dice la exclusiva que ya le avanza ahora mismo un servidor? Pues es muy fuerte. Tanto que, si mientras lee eso, está atracando una gasolinera (no la caja sino los depósitos), por su seguridad, déjelo estar un momentito y siéntese.

Todo eso de la guerra es una hábil maniobra de Putin para que toda Europa lo odie mucho (más todavía). Tanto y tanto que no esté dispuesta a seguir pagándole los centenares de millones de euros que le abona cada día por su gas y su petróleo. El objetivo es que Alemania y el resto de países centroeuropeos renuncien a calentarse, a moverse y a hacer funcionar sus suyas industrias con combustible y materias primas rusas, que son las que consume actualmente. Para, de esta manera, castigar y aislar al más malo. Mucho más que Gargamel y Joker juntos. Porque con echarlo de Eurovisión no hubo suficiente. De momento, hoy mismo, Bruselas ya ha dicho que quiere reducir este año en un 66% las importaciones de gas ruso porque "la Unión Europa quiere ser independiente del gas, el petróleo y el carbón ruso, ya que no puede confiar en alguien que explícitamente los amenaza". Total, que los "soldados", realmente eren "gas". 

¿A partir de aquí, usted ya sabe qué sucederá verdad? ¡Evidentemente que lo sabe! Que si el gas deja de llegar a Europa por el oeste, sólo podrá venirles por el sur. ¿He dicho sur? Visualice el mapa de Europa y mire donde estamos nosotros. ¿Qué, ya se ha visto? Pues salúdese con la manita. Y ahora mire un poquito más abajo. ¿Ve todo el gas que hay justo en la otra orilla del Mediterráneo? Pues es lo que consumimos nosotros ahora a través de una tubería que nos viene directa. Y justo encima está Argelia, que es el país que nos lo vende. Si Europa gira la mirada y los gasoductos hacia en el sur para poder tener suministro, ¿sabe por donde pasará el tubito que les dará vida? ¡¡¡Equelicuà!!! ¡Blanco y en botella, a ver si será horchata!

¿Qué, ya ha visto la maniobra, verdad? Fruto de este pacto secreto entre Putin y Catalunya conocido como "Operación Tácito Vólkhov" (Tácito por parte de padre y Vólkhov por parte de madre, la que los parió a todos ellos), el líder ruso convierte Catalunya en el hub gasístico del viejo continente, asume una importancia primordial en la geoestrategia económico-política y, a partir de aquí... ya somos lo bastante fuertes e importantes para hablarle a Europa de tú a tú. ¡¡¡Ahora si que nos miran!!! Bueno, a ver, no es exactamente a nosotros sino al gas que pasará por el tubito que ahora se acaba en Hostalric:

Gasoducto¡Gràcies Vladimir, contigo empezó todo! ¡Все началось с тебя!