Típica película de intriga de espías-mercenarios. El "malo" hace lo que quiere mientras tiene carta blanca de los "de arriba". Hasta que llega un día que ya no interesa al "sistema", cae en desgracia y desaparece del mapa de la noche a la mañana. Y en su lugar colocan a otro que a partir de aquel momento tiene carta blanca de los de arriba. Porque es lo que en aquel momento le interesa al sistema. Lo que no sabe -y debería saber- es que él será el siguiente en caer. Cuándo sea, pero sucederá. Y cuando él caiga, vendrá otro. Y otro... ¡Vayan pasando que al fondo hay sitio!

La película de Pablo Casado ya la hemos visto protagonizada por muchos otros líderes de la derecha española que, no sabes como, llegan arriba, de repente todo el mundo los ríe las gracias -másters incluidos- y, un día, ¡patapam!, aparecen en una empresa de electricidad o de gas donde a partir de aquel momento van a pasar la tarde. Hace dos semanas le tocó a Albert Rivera, cuando los suyos le prepararon una maniobra de linchamiento personal y de descrédito humano de la cual no se recuperará. Al menos a corto plazo. Un movimiento, por cierto, que ahora empezamos a entender y tiene que ver con ponerle lejía a un árbol que no quieres que rebrote. Por si acaso. Porque las cosas nunca suceden por qué sí.

Total, que estos que controlan el relato y tienen tanta prisa por echar a Pedro Sánchez de la Moncloa se miraron los resultados de Castilla y León y decidieron que con el PP de Casado no iban a ningún sitio. Y decidieron que había que eliminarlo. Y así empezó la maniobra Díaz Ayuso. Estaba Casado en su casa tranquilamente, llamaron a la puerta, fue a abrir y le cayó encima un cubo de mierda que todavía no sabe de dónde le ha venido. Y cada vez que se gira hacia un lado, le lanzan otro por el lado contrario. Desde el jueves pasado siempre va un paso por detrás de Díaz Ayuso y no ha conseguido evitar quedar empapado con el contenido de los cubos ni poniéndose torero -táctica inicial-, ni bajando velas -táctica del sábado-. Haga lo que haga, recibe.

Sólo le ha faltado hoy una manifestación en contra delante de la famosa sede del PP de la calle Génova de Madrid. Una convocatoria hecha con muy poco tiempo, por cierto, y que demuestra dos cosas: 1/ La capacidad de movilización de quien no controla el partido orgánicamente y 2/ Que cuando la corrupción es de los tuyos, pasa a ser un detalle menor y sin importancia. Antes corrupta que rota.

Pero esta historia también nos demuestra otras tres cosas no menores, que van relacionadas y que explican la historia. El "poder" ha decidido que con Casado no van a ninguna parte y que Díaz Ayuso tiene que ser la sustituta. A partir de aquí, y a través de unos medios de comunicación amigos que funcionan como explica el exdirector de El Mundo David Jiménez en "El Director", Casado recibe los cubos ya mencionados y Ayuso pétalos de rosa con forma de Mimosin. Por cierto, medios, algunos de los cuales no los leen ni sus directores, pero que influyen de una manera decisiva en los despachos donde se solucionan las cosas de verdad. Y ellos son los que hacen de trileros moviendo la bolita -en este caso la corrupción- de un cubo a otro hasta que desaparece de la vista, se desvía la atención y de repente nos encontramos en un escenario donde, ni se sabe ni como ni por qué, pero Casado no puede continuar ni un segundo más en el cargo.

Y la cosa acaba en que la denuncia de corrupción hecha por Casado el viernes ya ha desaparecido del relato sin que nadie la haya investigado. ¿Dónde está ahora el UDEF? ¿Dónde la Guardia Civil entrando a registrar edificios oficiales buscando pruebas? ¿Dónde está el Tribunal del Pero Qué Me Cuentas? ¿Dónde está la Fiscalía? ¡Toc, toc, toc! ¿Hola? ¿Qué hay alguien? Sí, de momento el cadáver político de un tal Teodoro García Egea, del cual me temo pronto veremos el entierro. Y detrás suyo el de Casado. A no ser que haga un Pedro Sánchez y resucite de entre los muertos como el actual presidente hizo cuando el aparato sociata lo condenó.

Por cierto, ¿he dicho Pedro Sánchez? ¿Se ha fijado, verdad? ¡Como se ha engordado este hombre! Claro, de los kilos de palomitas que se ha comido desde el jueves por la noche observando como sus rivales se siegan los pies.