El marco tras el fracaso de la Vuelta estaba servido de antemano: unir al Gobierno con la violencia de un puñado de manifestantes contra quienes la policía no podía cargar y gasear (como han pedido algunos sindicatos policiales) porque afectaba a quienes protestaban pacíficamente y a los propios ciclistas. "El deporte, las artes, la ciencia, están por encima de cualquier conflicto. Violar los principios fundamentales del deporte solo causa desprestigio y destrucción." Palabra de Ayuso, en su declaración más templada. Eso ahora hay que explicárselo a una madre que pierde a su hijo, a una anciana que ve a su familia bajo escombros, a los que se sentaron a firmar el tratado de los derechos humanos y construyeron los años más pacíficos de la historia reciente o al papa de Roma. Hay una lección que el PP debió aprender en 2004 y es que España es un país mayoritariamente pacifista. Y por encima de Eurovisión, la Vuelta y hasta de un Barça - Madrid hay quienes colocan por delante el derecho a la paz. Convertirlo en campo de confrontación solo puede llevar al PP a la contradicción entre lo nacional y Europa a corto plazo.
Los populares pueden seguir negando la realidad, mientras en todos los informativos y radios, más allá del sesgo, se está condenando una masacre que no puede reducirse al debate dialéctico sobre el genocidio o exterminio. Se puede explicar y representar de muchas formas, pero la vía diplomática y la movilización ciudadana son los dos pilares que deben quedar en pie cuando la comunidad internacional no consigue poner límites a Netanyahu. Hasta Von der Leyen se movió el día grande de su debate de la Unión hace una semana, marcando el camino del grupo popular, en el que el PP es mayoritario.
La marca España no cae con la imagen del boicot a la Vuelta, es su marca de naturaleza
La imposibilidad de que la Vuelta terminara su última etapa en Madrid era un hecho desde hacía días. Las distintas interrupciones de la competición en Lugo, Gijón o Bilbao, con paradas incluso en alta montaña, hacían evidente que incluso con dos mil policías era imposible frenar la movilización. No hay blindaje que pare una sentada o un corte de tráfico. Y el choque estaba servido desde el debate del Estado de la Región madrileño con las provocadoras declaraciones de Isabel Díaz Ayuso. Del nadie quiere a los gazatíes al burdo intento de asimilar al Gobierno con Hamás.
El comunicado de la Unión Ciclista Internacional (UCI) acusando al Gobierno de instrumentalizar el deporte de la protesta "con fines políticos", sin alusiones a las víctimas de Gaza, delata su propia politización. La UCI apartó a los ciclistas rusos tras el ataque a Ucrania en 2022 y les prohibió participar en las competiciones bajo bandera rusa. También se excluyó a Rusia y Bielorrusia de los juegos paralímpicos de Pekín tras la invasión. No es nuevo. Durante el Apartheid se excluyó a Sudáfrica de los Juegos Olímpicos.
El PP se ha colocado en señalar a un Sánchez "sin límites" al que no le importan "la vida de los policías" y llama "violencia política" a su decisión de secundar las protestas. Miguel Tellado sube la apuesta en Euskadi y llama Kale Borroka a unas protestas en las que los destrozos no fueron peores que en una final de la Liga o la Champions. Otro debate tan inflamado, que tiene tan poco rédito para el PP como casi todos los que ha decidido abrir en este arranque acelerado de curso. Lo importante para el desgaste del ejecutivo no está ni mucho menos ahí. Aunque tiene riesgo que Sánchez apoye unas protestas que irán in crescendo con sus disturbios incluidos, es difícil que le desgaste ahí. La marca España no cae con la imagen del boicot a la Vuelta, al revés: es su marca de naturaleza.