La señora delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa, pasará a la historia como quien intentó impedir que viéramos estelades en la final de Copa.

La realización que Superesport ha hecho del partido pasará a la historia porque ha conseguido que no viéramos una sola estelada hasta las 00.16 de la madrugada del lunes 23 de mayo del 2016, cuando TV3 ha recuperado el derecho a poder reproducir su propia señal (por cierto, Superesport es la empresa contratada por la Real Federación Española de Futbol y está participada en un 30% por Mediaset y en otros pequeños porcentajes por presentadores del grupo). 

Y le diré más. Hemos visto más rato a Alves y a su pareja dándose besitos en el césped durante la celebración por el título que estelades al vent (un crit valent, como dice el himno blaugrana). Teniendo en cuenta que la transmisión había empezado 10 minutos antes de las 9 y media de la noche del 22 de junio del mismo año, estaremos de acuerdo en que la cosa tiene mucho mérito. Mucho.

¿Denunciar eso es politizar el deporte, como algunos descolocados por la verdad denunciaban en Twitter? ¡Y tanto! O, más. Porque evitar durante prácticamente tres horas enseñar una imagen de una estelada es deporte en estado puro. El deporte de la interpretación más sesgada vista en mucho tiempo y que algún día se estudiará en las facultades de Periodismo como ejemplo de lo que, ay niña qué cosas pasan en la vida, es la casualidad.

Que, a propósito, se haya impedido ver la realidad que estaba sucediendo en la grada no es ninguna censura ni ninguna manipulación digna de Corea del Norte sino que es deporte absolutamente despolitizado.

El mundo al revés.