“Pito, pito, gorgorito. ¿Dónde vas tú tan bonito? A la era verdadera. Pim-pom ¡fuera!”. Rifa infantil

A ver cómo lo explico: que todo era siempre de una forma, pero que ahora es distinto y que dicen que es por una buena causa, pero, casualmente, este cambio se ha forjado justo cuando se analizan cuestiones que afectan a Puigdemont, Ponsatí o a Comín. Catalán: te-ha-to-ca-do. Más o menos ese es el recadito que manda el Tribunal Constitucional.

Ayer se conoció el auto del Tribunal Constitucional que desestima los recursos de súplica y de revisión presentados ante la decisión del pasado mes de diciembre de inadmitir de plano las recusaciones efectuadas por los políticos catalanes a los magistrados polémicamente incorporados a propuesta del PP: Enrique Arnaldo y Concha Espejel. Insisten en la nueva resolución en presentarnos el giro que han dado a su doctrina sobre las recusaciones ―que algunos verán como una voltereta― como una consecuencia lógica que siempre tuvo que ser así pero que nunca lo fue. No lo fue con Pérez Tremps, cuya recusación sirvió para alterar las fuerzas y tumbar el Estatut, o no lo fue cuando se aceptaron las abstenciones voluntarias de Cándido Conde-Pumpido y de Antonio Narváez. Ahora sí. No por nada, sino porque ha tocado y porque han determinado que había malicia y mala fe en los recusantes que pretendían así dejarles en cuadro de efectivos e impedirles resolver.

La cuestión definitiva es el cambio de consideración de la esencia de las recusaciones de los miembros del TC que, nos dicen, no puede tener el mismo régimen o sentido que tienen las recusaciones que la ley recoge para los tribunales ordinarios. Esto por dos cosas: porque los magistrados del TC no pueden ser sustituidos (cosa que sí sucede con los jueces de la jurisdicción ordinaria) y porque en un órgano que hace interpretaciones políticas de la Constitución las recusaciones alteran la pluralidad que el tribunal debe acoger en su seno por definición. Esa es la nueva postura del Tribunal Constitucional en un par de frases. Evidentemente, los abogados de Puigdemont que presentaron los recursos no están para nada de acuerdo, ni con el planteamiento, que creen incompatible con Europa, ni con el momento de tomar la decisión.

La idea de fondo es que un Constitucional, el de cualquier país, tiene un equilibrio ideológico que le es inherente y que las recusaciones tomadas en el sentido tradicional pueden servir claramente para alterar de forma espuria este equilibrio

Lo cierto es que en este viraje ―otro más de los que la cuestión catalana va propiciando― hay dentro del tribunal diferentes razones, pero al final todos han respaldado la nueva posición. Unos podrán temer que Enrique Arnaldo o Concha Espejel acaben siendo inoperativos si se mantiene la doctrina sobre las recusaciones y otros creen que de seguir así, otros magistrados que han sido firmes defensores de cuestiones como la eutanasia o el aborto, incluso los que vayan a ser este año nombrados por el Gobierno, podrían igualmente ser apartados mediante recusaciones del voto de estos asuntos. Y seguramente pasará. Lo intentarán. Hay suficientes manifiestos, conferencias y artículos para todos. Así que es como si hubieran hecho tabula rasa: “Va en la propia naturaleza de las cosas que un magistrado del TC haya sido designado por sus ideas y opiniones expresadas a través de los instrumentos habituales de difusión jurídica que conforman su trayectoria profesional”. Ya ven que con esta nueva doctrina, Pérez Tremps nunca hubiera podido ser recusado. “No puede volver a pasar lo de Pérez Tremps”, comentan algunos magistrados. La cosa es que cuando puede pasar y cuando no puede pasar, siempre les toca a los mismos.

La idea de fondo es que un Constitucional, el de cualquier país, tiene un equilibrio ideológico que le es inherente, por eso es nombrado por gobierno y parlamento, y que las recusaciones tomadas en el sentido tradicional, siguiendo los Principios de Bangalore, pueden servir claramente para alterar de forma espuria este equilibrio. Recusando puedo alterar el equilibrio progresista-conservador, vienen a contarnos.

Hay otro argumento, cuanto menos curioso, que ha derivado en la acusación de abuso realizada a los letrados de los políticos catalanes. “La estimación de la recusación afecta al quorum” y las recusaciones “pueden alterar el perfil ideológico y jurídicamente heterogéneo de sus miembros”. Así se aceptó la de Pérez-Tremps, para tumbar el Estatut. Nunca máis, parece decir el TC. Ya veremos, digo yo, porque los ultraconservadores son especialistas en hacer morder el anzuelo y luego virar cuando les vuelve a hacer falta. La explicación más pedestre se parece a Diez negritos: hay 12 magistrados, uno está de baja por un ictus, quedan 11. Hay 11 magistrados y dos se abstuvieron voluntariamente, quedan nueve magistrados. Hay nueve magistrados y si me recusan a dos, quedan siete magistrados. Game over, el quorum son ocho. El final de la historia es que el auto acusa directamente a los abogados de Puigdemont de saberse el cuento y de buscar ese resultado: que no puedan resolver, que queden inutilizados. Así que, dicen, “el criterio ha de ser restrictivo” y se debe “preservar la composición del tribunal” y “defender la propia jurisdicción” motivo por el que Arnaldo y Espejel se quedan. ¿Y si en cualquier caso cinco magistrados están objetivamente contaminados?, ¿qué pasa con el derecho a la apariencia de imparcialidad del que acude al TC? Eso no lo explican en el auto.

Me ha llamado mucho la atención el motivo por el que, al final del auto, argumentan que el manifiesto firmado por Enrique Arnaldo, en el que se pedía al Ejecutivo que “pusiera a disposición de la justicia a los responsables del falso referéndum, haciendo que recaiga sobre ellos todo el peso de la ley”, no puede servir para recusarlo en esta causa. Con un tonito un poco repelente afirman que basta leer la sentencia de Marchena para comprobar que la querella de Maza se presentó el 30 de octubre y que el manifiesto era del día 17 y, por lo tanto, nada tenía que ver con la causa. ¡Qué pena que no recuerden que Maza fue avisando de su querella desde principios de septiembre en los medios y que hasta había fragmentos de la misma rulando ―lo que permitió a los recurrentes salir de España antes― y que el manifiesto fue redactado con plena consciencia del paso de la Fiscalía y del contenido del mismo! Memoria de pez y memoria de magistrado del TC.

Las recusaciones planteadas por Puigdemont se han rechazado de plano y sin haber sido ni analizadas y dicen que este criterio regirá a partir de ahora para impedir que este “método” sirva para alterar las mayorías del tribunal. Les emplazo aquí conmigo a que esperemos a los siguientes capítulos, incluido el aborto y otros tantos más. A ver quién recusa y a ver qué nos dicen.

No es maldad, es prevención. Te-ha-to-ca-do