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El año pasado en Cataluya se presentaron más de 12.000 denuncias por posibles delitos de violencia machista. Puede que le parezcan muchos, y yo estoy segura de que son muchos menos de los casos que en realidad se dan. Porque la mayoría de las mujeres sufrimos algún tipo de violencia machista, desde cuestiones que pueden de alguna manera "sobrellevarse" sin necesidad de acudir a una comisaría, hasta situaciones muy desagradables, que incluso acudiendo a comisarías y juzgados no llegan a su fin. 

La violencia machista es una lacra. Porque tiene mucho, muchísimo que ver con la educación que recibimos. Con la socialización que se produce en el contexto que vivimos. Y actualmente, aunque se ha avanzado, las mujeres tenemos que lidiar con una realidad machista. Con una violencia que en muchos casos se da, y de la que, a veces, ni siquiera nosotras mismas somos conscientes. Ni que decir tiene que los hombres, a veces, tampoco. 

La expresión más bestial de esta violencia es la que supone el asesinato de una persona. Son miles las mujeres asesinadas a manos de hombres que tienen o han tenido una relación sentimental con ellas. Pero no es la única. Desde el trato que recibimos en el ámbito laboral, hasta los estereotipos constantes en los medios de comunicación, en anuncios publicitarios, hasta expresiones que, por ser coloquiales, pasan a veces casi inadvertidas. 

Se está trabajando para intentar corregir las aberrantes circunstancias que se producen. Pero todavía no se ha alcanzado una conciencia colectiva real que impida que se produzcan casos, brutales, que por desgracia ya no tienen solución. 

Desde la perspectiva y la experiencia de la víctima de un caso de violencia machista, además de la propia violencia en sí y lo que esto supone, la víctima ha de cargarse de fuerza, energía y valor para poder afrontar la carrera de obstáculos que supone tener que abrir un procedimiento de investigación y denuncia de los hechos. Es en no pocas ocasiones un problema añadido. 

Por el hecho de ser mujeres, muchas nos encontramos ante situaciones que nos hacen sentir vulnerables, agredidas, desprotegidas y además cuestionadas. Más allá del hecho en sí que queremos denunciar, nos damos de bruces con un sistema impregnado en paternalismo, en condescendencia y en una burocracia que a veces puede resultar ser hasta humillante. 

Si usted no ha sido víctima de violencia de género puede que no sepa de lo que le hablo. Pero si, por el contrario, has tenido que acudir a una comisaría para denunciar un caso, por ejemplo de acoso, sabes bien de lo que te hablo. 

Desde la perspectiva y la experiencia de la víctima de un caso de violencia machista, además de la propia violencia en sí y lo que esto supone, la víctima ha de cargarse de fuerza, energía y valor para poder afrontar la carrera de obstáculos que supone tener que abrir un procedimiento de investigación y denuncia de los hechos

Desde encontrarte con agentes que no son capaces de redactar la denuncia correctamente, omitiendo hechos relevantes, poniendo un filtro que no les corresponde, o escribiendo datos incorrectos que podrían invalidar la denuncia, hasta poner en duda tu versión, minimizar tu angustia o quitarle importancia. Por poner un ejemplo, me viene a la mente un caso cercano en el que un agente se negó a tomar nota de una denuncia porque él consideraba que estar siendo acosada en redes sociales, que se hubiera suplantado la identidad de la víctima y que se produjera un ataque continuo con amenazas, no era "para tanto" y por eso no estimaba oportuno abrir diligencias. La respuesta que le dio a la víctima fue, literalmente: "Señora, bórrese su cuenta en Twitter", y se quedó tan ancho. 

Este agente fue informado de que a la persona que se denunciaba ya se le había denunciado previamente, por otras mujeres. Que tenía procesos abiertos, que era peligroso y que había contra él una orden de detención por incumplimiento de una orden de alejamiento contra otra víctima. Pero al agente todo esto le parecía algo sin importancia. La víctima, desesperada, tuvo que ir de comisaría en comisaría para que alguien le hiciera caso. Sumando a su ansiedad por el acoso la de no conseguir protección por un sistema que, de entrada, en algunos casos, te lo pone más difícil. 

Valga decirle a quien me lea que un agente no es quien para determinar la gravedad o no cuando acudes a denunciar un hecho como este. Será el juez el que determine, en su caso, si el asunto tiene visos de comisión de delito o no. Y en este caso, lo adecuado sería tomar nota de la placa del agente y poner la correspondiente queja a un superior. Para evitar que esto suceda, lo necesario es tener agentes especializados en la materia, que controlen bien de los delitos de los que se acude a denunciar, que tengan sensibilidad por tratar a la víctima y que, ante todo, le dé seguridad y tranquilidad. 

Porque también se ha dado el caso de tener que escuchar comentarios por parte de un agente, al redactar la denuncia pertinente, como decir "es que usted, con lo mona que es, está expuesta a este tipo de cuestiones". Tal cual se lo estoy escribiendo. 

Lo de pretender colar por algún agujero eso de las denuncias falsas por parte de las mujeres me resulta francamente vomitivo. No pongo en duda de que haya quien presente una denuncia falsa contra alguien, tanto en tema de violencia de género como en el de quien pierde la cartera y denuncia que se la han sustraído. Gente que abusa del sistema hay, por desgracia. Pero son casos tan mínimos que simplemente pueden servir para justificar, efectivamente, que haya después procedimientos por denuncia falsa contra ellos, en ningún caso para intentar quitar valor a la amplia mayoría de las denuncias ciertas que se interponen. 

Cuando has conseguido pasar por el trance de interponer la denuncia, viene la necesidad de buscarte un abogado para poder estar pendiente de la causa, acceder a la información y poder plantear aquellas alegaciones pertinentes. Y no todo el mundo conoce bien cómo funciona este proceso, por lo que acceder a información y a un letrado es necesario desde el primer momento. 

Pasar después al ámbito judicial es otro de los obstáculos que encuentras. Los tiempos comienzan a ir despacio, las ampliaciones de denuncia se traspapelan, se pierden... La desesperación es total y el tiempo juega en tu contra. Sientes que tienes que contar lo mismo una y otra vez, a distintas personas, que parece que a quien están juzgando es a ti, en lugar de juzgar a quien corresponde, que en todo este tiempo puede que siga haciendo de las suyas sintiéndose impune. 

Formar a los agentes en atención a las víctimas de violencia machista es una necesidad evidente. Sobre todo para no victimizar nuevamente a una persona que acude buscando ayuda

Son muchísimas las trabas que tenemos las mujeres cuando queremos hacer valer nuestros derechos. Y desde hoy, en Catalunya, quizás sean algunas menos. 

La puesta en marcha de la Comisaría de la Mujer, con las medidas que se han anunciado el pasado viernes, suponen un avance —al menos en intención— en cuanto al trato a la víctima de violencia machista se refiere. Poner a disposición de todas las víctimas, tanto las mujeres como sus hijos e hijas, de herramientas como un teléfono de Whatsapp para poder comunicar de manera directa (y discreta) con agentes especializados es sin duda una herramienta importantísima. ¿Cuántas mujeres no pueden salir de casa a poner una denuncia porque conviven con su maltratador?

Ahora, enviando un mensaje al 601001122 habrá respuestas inmediatas, a cualquier hora y cualquier día del año. 

Además, habrá al otro lado personas específicamente formadas que saben tratar a una persona en una circunstancia tan complicada. Nunca más aquello de "señora, pues bórrese Twitter" o "normal que te pase con lo mona que eres". 

Se pone en marcha un sistema de videoconferencia para atender a las víctimas, otra herramienta importante. Así como facilitar la asistencia de un letrado desde el primer instante. 

Formar a los agentes en atención a las víctimas de violencia machista es una necesidad evidente. Sobre todo para no victimizar nuevamente a una persona que acude buscando ayuda y se marcha con la sensación de que ha perdido el tiempo y no ha encontrado solución a su enorme problema. 

La Conselleria d'Interior, encabezada por Miquel Sàmper, ha dado un paso pionero en España, pero también referente en Europa, apostando por implementar más de veinte medidas muy necesarias ante la avalancha de violencia contra las mujeres y contra sus hijos. Ojalá no hicieran falta estas herramientas, pero a la vista de lo que estamos viviendo, necesitamos ayuda. Y esta vez, parece que alguien se ha sensibilizado con nuestro problema, que no es únicamente el del malnacido que ha decidido hacernos sufrir, sino además, todo lo que dificulta que la justicia haga su trabajo de manera eficaz y rápida, que es algo fundamental para protegernos.