La vida de Andriy ha cambiado desde el inicio de la invasión rusa en Ucrania. Se hace difícil hablar con él, la barrera idiomática trae algún malentendido que se resuelve con cierta facilidad. Tiene ganas de explicar cosas, a pesar de observar la escena con cierto pesar. "Mi día a día es muy ocupado, no descansamos mucho. Trabajamos en Kyiv en dos grupos. La mayor parte del día detenemos a muchos separatistas rusos y rusos directamente". Preguntamos si tiene constancia de los vídeos que circulan por internet dónde algunos soldados rusos dicen que no sabían que iban a una guerra, sino que creían que solo participaban en ejercicios y maniobras cerca de la frontera. "No hablamos con ellos, los transferimos a los servicios pertinentes que se ocupan de ellos, pero nosotros no hablamos. Yo no quiero hablar", detalla. En conversación con ElNacional.cat, destaca que, aparte de trasladar detenidos, también "levantamos barricadas".

Andriy ha trabajado cuatro años como policía, sobre todo, persiguiendo cárteles de drogas. Y no se imaginaba, de ninguna manera, que el peor de los escenarios podría llegar. "El día que empezó todo, tenía la bolsa preparada para ir a entrenar. Pensaba que sería un día cualquiera. Pero no. A las 5 de la mañana ya me di cuenta de que aquel día no iría a entrenar y que no haría nada rutinario. Tuve claro que tenía que defender el país, los hogares, a los ucranianos, ¿sabes?". Y de hecho, ya no ha vuelto a su casa desde aquel día. "Aquel día, todavía no me podría ni creer que estábamos en guerra. Salí a la calle, necesitaba comprobarlo. Al cabo de dos horas, ya vi que era una guerra de verdad. De verdad". Y subraya: "Creo y estoy seguro de que venceremos a los demonios rusos".

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Un soldado fuma en una barricada construida en las afueras de Kyiv / Efe

"A veces dormimos a tierra"

A pesar de la convicción, es y se hace duro. "No tenemos mucha comida, la verdad, pero nos llevan o nos dan. Nos pasamos el día fuera, arriba y abajo, comer se hace difícil, a veces". Sin embargo, destaca que, a veces, algunas familias que se marchan les dan alguna cosa. Dormir también es complicado, y no solo por las posibles bombas o el estado de alerta permanente en lo que vive desde hace 16 días. "A veces dormimos en el suelo". "¿Al aire libre?", le preguntamos. "No, no", sonríe. "Eso no, pero hace mucho frío a veces. Dormimos en Kyiv o en los alrededores, depende del día, de las previsiones... ya sabes".

Le preguntamos si cree que la guerra podría cambiar de rumbo. Si Putin podría cambiar la estrategia que ha seguido y está siguiendo hasta ahora. Sobre la posibilidad de construir corredores de evacuación humanitarios y que estos sean respetados. Andriy duda. "No puedo responder a estas preguntas". Y después un breve silencio. Quizás un poco tenso. Pero enseguida cambia de tema.

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Miembros de un grupo de defensa probando armas en el centro de Kiyv / Efe

Antes de la guerra "había competido en campeonatos de artes marciales mixtas". "Sin embargo, no gané", revela. Cuándo digo antes parece que haga muchos días de todo, incluso meses. Es como si de alguna manera se hubiera perdido la noción del tiempo, no sé si me explico". Demasiado bien, se explica. "Antes de que pasara todo eso trabajábamos en acontecimientos más, no lo sé, masivos. Persiguiendo cárteles de drogas, detectando movimientos. No te puedo dar muchos detalles, aunque tampoco sé si sirve de mucho, ahora, no dártelos", concluye.

 

Imagen principal: un soldado ucraniano está en medio de un check point, en las afueras de Kyiv / Efe