Arrodillados, con lágrimas en los ojos, los refugiados que malviven en la isla de Lesbos, han recibido hoy el calor del Papa Francisco. Entre los sollozos desesperados de quien huye de la guerra y se siente abandonado, bajo el grito unánime de "Libertad!", el pontífice ha reclamado a la Unión Europea, "la patria de los derechos humanos", que trate con "dignidad" a aquellos que viven "en condiciones críticas, en un clima de ansiedad y miedo" permanente. El Papa acogerá en el Vaticano a tres familias de refugiados.

La visita, histórica, que ha empezado con el recibimiento del primer ministro griego Alexis Tsipras, se produce poco después de que un acuerdo entre la Unión Europea y Turquía obligue a la deportación de los refugiados hacia las tierras de Erdogan. Ahora las zonas de paso de los que esperaban cruzar la frontera hacia un futuro mejor se ha convertido, como denuncian las principales ONG del mundo, en un fatídico campo de detención. 

Es la última de las trabas que las miles de familias tienen que hacer frente para huir de las bombas de sus países de origen. "Algunos, entre otros muchos niños, no han conseguido ni siquiera llegar. Han perdido la vida en el mar, víctimas de un viaje inhumano y sometidos a las vejaciones de verdugos infames", ha reivindicado Francisco en el acto, acompañado del líder de los cristianos ortodoxos.

Hacia el Vaticano

"No estáis solos", ha dicho el Papa a los que se concentraban para escuchar sus palabras. Pero más allá del pésame, el líder de la Iglesia católica, ha dirigido un gesto hacia la comunidad internacional. Las cifras bailan, pero habrá entre 10 y 12 personas, de tres familias diferentes, que irán a vivir en el Vaticano.

Según informan los medios griegos, se trataría de ocho sirios y dos afganos. Todos ellos, provenientes del centro de acogida de Kara Tepé, a los alrededores del centro de Moria, y donde se encuentran los grupos más vulnerables. Según los italianos, serían hasta 12, que acogería la comunidad de Sant'Egidio.