Las portadas están asustadas y hacen muchos aspavientos con el asalto y ocupación por el ejército ruso de la central nuclear de Zaporíjia, en el sur de Ucrania, la mayor de Europa. "Pánico nuclear" (ABC), "el fantasma de Chernobil" (Ara),"terror nuclear" (El Mundo), "miedo nuclear" (El País), "temor nuclear" (El Punt Avui), "susto nuclear" (El Periódico), "alarma" (La Vanguardia). Así se describe la situación, con la colosal riqueza léxica del miedo. Si Putin quería realmente estremecer y amedrentar al mundo, el trabajo se lo hacen portadas como las de este sábado. Si hoy pasas por el quiosco con los niños, tápales los ojos o cambia de acera porque si decirles que han suspendido los trauma, ver los diarios puede causarles un bloqueo casi completo del cerebro y una llorera irrefrenable. Ciertamente, los diarios podrían reducir un poco los agudos y quitar el loudness a la hora de hablar de algunas operaciones militares. Sólo lo hace La Razón, que opta por un título administrativo ("condena mundial") y por poner una fotografía incomprensible que parece del inicio de la cremà y no del ataque militar a una planta nuclear.

El Mundo abre con una entrevista a Josep Borrell. ¡Diario sin corazón ni compasión! La guerra està a unos 3.000 kilómetros de casa y encima abren el diario con Borrell. El representante para la política exterior de la UE decreta una única salida a la agresión de Putin: la mediación china. No se sabe si esta propuesta es una ocurrencia o ha sido antes acordada en el seno de la Comisión Europea y el Consejo Europeo. Parece que es parte de la competición entre Borrell, Ursula Von der Leyen (presidenta de la Comisión) y Charles Michel (presidente del Consejo) a ver quién sale más al atril y hace más cara de mejillón y/o de leche cortada.

Pobres de nosotros. Lo que ocurre en Ucrania no parece que vaya a cambiar mucho la convicción ideológica de Xi Jinping, el autócrata chino, para quien el mundo occidental encabezado por los Estados Unidos se desvanece y el futuro es el autoritarismo planificado y centralizado de partido único y administración todopoderosa y omnipresente. Aunque el orden liberal de la II posguerra mundial se ha reunido en defensa de Ucrania, Xi debe verlo como una leve aberración en el declive del orden basado en el músculo militar de los EE.UU., el libre comercio y la democracia. Este sistema parece incapaz de dar los resultados comprometidos, que suelen resumirse en paz y prosperidad. Mientras hablamos de paz y prosperidad, nadie presta atención a la libertad, la igualdad y la solidaridad, las razones de ser de cualquier gobierno de la cosa pública a cualquier nivel —global, regional, local. La democracia y el autoritarismo no quieren las mismas cosas, no. No son alternativa ni están al mismo nivel la una del otro. Son una opción y una tarea. Nos podemos encargar los ciudadanos o subcontratarla al Leviatán. Como la intervención de los representantes del orden mundial occidental en este siglo es incompetente para resolver la quiebra del mundo bipolar de la Guerra Fría (terrorismo islamista, crisis económica continua, desigualdad ligada a la globalización, cambio climático, crisis sanitaria...), para muchos las alianzas internacionales ya no sirven, el orden político basado en reglas y normas no importa, y la cooperación cede a la polarización, los agravios identitarios y el aislacionismo. Ucrania es, quizá, donde se juega la penúltima mano de esta partida. Buf. Ha quedado muy solemne, el Quioscos & Pantallas. Todo por culpa de unas portadas asustadizas.

LV

La Vanguardia

EPC

El Periódico

EPA

El Punt Avui

AHORA

Ara

EP

El País

ME

El Mundo

ABC

ABC

LR

La Razón