La matanza de Niza ha desatado el malestar de la población francesa con su gobierno. En parte, uno descontento animado también desde la oposición con duras críticas con respecto a las medidas de seguridad y que hoy se ha hecho visible con pitos e insultos contra el primer ministro, Manuel Valls, durante el homenaje a las 84 víctimas mortales del ataque.

En el tercer y último día de duelo nacional decretado después del atentado, algunas de las 42.000 personas congregadas para el homenaje oficial en el paseo de los Ingleses, donde el tunecino Mohamed Lahouaiej Bouhlel atropelló a centenares de personas con un camión frigorífico de 19 toneladas, han abucheado al primer ministro francés con calificativos como "asesino", "dimisión" o "cabrón". Mientras tanto, Valls se mostraba imperturbable.

Precisamente, por protocolo institucional, el exalcalde de Niza y actual presidente de esta región, el conservador Christian Estrosi, quién se ha erigido como puntero de la ofensiva política contra el dispositivo de seguridad desplegado el día de la fiesta nacional francesa, ha tenido que compartir el minuto de silencio con Valls. "La noche del 14 de julio, la presencia policial y militar era insuficiente", había criticado Estrosi. Aquel día, el gobierno francés había desplegado a 64 policías nacionales, 42 policías locales y 120 militares para patrullar el paseo.

Antes, el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, había hecho un llamamiento a la unidad, después de participar en un consejo de ministros reducido con Hollande, los titulares seguridad y defensa. Ahora bien, no ha servido para calmar los ánimos de los vecinos de esta localidad mediterránea. Y de hecho, cuando queda menos de un año para las elecciones presidenciales en Francia, la extrema derecha ha aprovechado este clima de falta de confianza en el ejecutivo, los insultos y los abucheos al primer ministro en Niza para asegurar que los franceses reclaman ya la dimisión del equipo de Hollande.