El Mirador de Sant Roc d’Amer es una de esas rutas que sorprenden por lo que ofrecen en tan poco tiempo. Está en la provincia de Girona, entre tres comarcas: la Selva, el Gironès y la Garrotxa. Es perfecta si buscas una caminata corta, pero intensa, con una buena subida y unas vistas espectaculares como recompensa. Además del mirador, la ruta también pasa por la ermita de Sant Roc de la Barroca, situada a 591 metros de altitud.
¿Dónde empieza la excursión?
El punto de inicio está muy cerca de Sant Martí de Llémena, en un aparcamiento a pie de la carretera GI-532. Nada más cruzar la carretera empieza el sendero, que está bien señalizado con marcas azules que se deben seguir en todo momento. Es importante no confundirse al principio, ya que hay un desvío con una cadena que no hay que tomar. El camino correcto está justo enfrente del aparcamiento, a mano derecha.
Aunque la ruta no es larga (unos 3,5 km ida y vuelta), el desnivel positivo de unos 400 metros hace que tenga cierta exigencia física, sobre todo al principio. El primer tramo ya comienza subiendo de forma constante, así que conviene tomárselo con calma. Al poco de empezar, se llega a una masía abandonada llamada Can Pere Puig, a unos 10 minutos desde el inicio. Este punto marca el comienzo de la parte más boscosa de la ruta, con senderos estrechos entre árboles y una subida que, aunque constante, no es especialmente técnica.
Un mirador único
Durante toda la subida, las vistas hacia el valle van mejorando poco a poco, hasta que se empieza a intuir la silueta de la ermita en lo alto de la montaña. Desde la masía hasta la parte más alta se tarda unos 30 minutos, siempre siguiendo las marcas azules. Cuando se llega arriba, un cruce indica que hay que girar a la izquierda para llegar a la ermita de Sant Roc, a unos 5 o 6 minutos más, por un camino mucho más llano y cómodo.
La ermita, construida en el siglo XV, es pequeña y sencilla, hecha de piedra y mortero. Por dentro no se puede visitar, ya que está cerrada, pero su ubicación la hace muy especial. Desde allí ya se obtienen buenas vistas, y justo detrás hay una zona rocosa donde muchos se acercan a hacer fotos.
Después de una pequeña pausa en la ermita, el camino continúa unos minutos más hasta el mirador de Sant Roc d’Amer, que es, sin duda, el punto más impresionante de la ruta. Se encuentra en un risco sin ningún tipo de protección, así que hay que ir con precaución, sobre todo si vais con niños. Desde el mirador, las vistas sobre la Vall de Llémena son simplemente espectaculares, con montañas, bosques y un horizonte abierto que merece la pena contemplar con calma.
El regreso se hace por el mismo camino que la ida. En total, la ruta se puede completar en unas 3 horas si se hacen paradas para descansar, hacer fotos o simplemente disfrutar del entorno. El tiempo en movimiento es de aproximadamente una hora y media, y el recorrido es bastante fácil de seguir, ya que está bien marcado, por lo que es una ruta ideal para hacer en familia con los más pequeños.