Los científicos y conservacionistas no se cansan de repetirnos que la huella humana es una de las grandes responsables de la extinción de muchos animales. Les arrancamos la piel para tener el bolso o los zapatos de moda, los cazamos para tenerlos de trofeo sobre a la chimenea o nos damos una buena comilona con su carne y ahora se suma un error garrafal que está acabando con millones de buitres y águilas: los fármacos que administramos a los animales de granja. En concreto, el diclofenaco, el antiinflamatorio más usado para el deterioro de las articulaciones.

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¿Acaso los animales de granja tienen reuma o artritis?


La respuesta es clara: no. El objetivo de medicar a los animales es conseguir una mayor producción cárnica en el menor tiempo posible. Pero lo que aporta a la industria, le quita a la propia naturaleza: El diclofenaco y otros antiinflamatorios no esteroideos, causan un efecto letal sobre estas aves carroñeras. Literalmente, les revienta el hígado.

El sur de Asia recibió el peor golpe tras perder el 99% de ejemplares de buitres debido a este fármaco. Especies como el buitre dorsiblanco bengalí se encuentra ya al borde de la extinción. ¿Cómo descubrieron que el diclofenaco era el culpable? Porque los buitres morían con gota visceral al ingerir los cadáveres de animales de granja que habían sido administrados con este medicamento. ¿Qué se ha hecho al respecto? ¿Cómo ha respondido España?

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Buitres volando en círculo. Imagen: SteveAllenPhoto999

No al Diclofenaco

Después de que los científicos presentaran pruebas convincentes, el uso de diclofenaco fue prohibido en India, Pakistán y Nepal en 2006. Cuatro años después, Bangladesh hizo lo mismo. ¿La solución? Sustituir el diclofenaco por rápidamente por meloxicam, un medicamento con propiedades similares para los animales de granja pero libre de efectos nocivos para las aves. Cuando creíamos poder dormir tranquilos, ¡sorpresa!: España aprueba en 2012 el uso de diclofenaco en veterinaria, lo que hizo saltar las alarmas entre las asociaciones conservacionistas.

Existe mucha controversia al respecto: por un lado, están los estudios que afirman que en España la administración de diclofenaco está controlada y en el prospecto se advierte al usuario de que el producto “no deberá administrarse a animales susceptibles de llegar a la cadena trófica de la fauna salvaje”, y, por otro lado, hablan los hechos: las muertes registradas en los países asiáticos por diclofenaco y la primera muerte registrada en España por un fármaco similar, un buitre leonado que tuvo la mala suerte de cazar en Andalucía una presa a la cual le habían administrado el antiinflamatorio flunixin. Y la peor noticia: las águilas también empezaron a sufrir las mismas consecuencias.

A día de hoy, los conservacionistas y organizaciones de calibre como la SEO/BirdLife y otras de nivel local y nacional, luchan por la prohibición del uso de estos antiinflamatorios y exigen un uso farmacológico responsable, que no ponga en riesgo nuestra salud, los ecosistemas ni la economía. En España se concentra el 90% de la población de buitres de toda Europa y un 47% de águilas. ¿Vas a quedarte sin hacer nada o vas a unirte a la propuesta de prohibición del diclofenaco en SEO/Birdlife?

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