Junts per Catalunya dice que ya basta: la frase en cuestión, dentro del ámbito de la cosa nuestra en el Congreso, querría decir que se ha acabado eso de ir a Madrit con el fin de arrodillarse ante los políticos españoles a cambio de onzas de peix al cove y toneladas de frustración por los incumplimientos del presidente de turno con la tribu. Pero la genética de la enésima transformación del pal de paller mantiene intacto el gen convergente: para pasar olímpicamente de la capital y bloquear cualquier tentación de pactismo con las élites del kilómetro cero, lejos de no concurrir a los comicios españoles (como hacía la CUP cuando tenía alguna neurona) o de apostar por la abstención, lo que hace falta es pillar el AVE, depositar el culito en el Congreso, montar un show de vez en cuando y cobrar toda cuanta dieta posible. Por muy ardida que sea a nivel retórico, lo sabemos desde hace siglos, Convergència siempre acaba encontrando el camino del cash.

Para salvar esta contradicción sempiterna, Carles Puigdemont ha seguido imponiendo a Míriam Nogueras como cabeza de lista juntaire en la capital del reino. Aprovechando el breve momento de auge de Xavier Trias, Jaume Giró intentó emular al antiguo alcalde y volver al espíritu pactista del centroderecha catalán con una candidatura al Congreso que Waterloo hizo durar menos que una avemaría. Después de todos sus incumplimientos manifiestos (y de tener la cara de especular a menudo con su retorno y una insurrección popular que solo otea en sueños), a Puigdemont solo le queda el vacío de una retórica ampulosa. Nogueras es, desde esta perspectiva, la candidata ideal para seguir musculando un octubrismo que ya no hace daño a nadie y advirtiendo que Junts bloqueará cualquier iniciativa política de los grandes partidos españoles si Catalunya "no cobra por adelantado".

Me hace mucha gracia ver cómo Míriam ha pasado de impostar una imagen de empresaria triunfadora hot maresmense a calzarse unas alpargatas para hacerse un poco la pageseta y así excitar los ánimos patrióticos de los puigdemonters

Hay que reconocer dos hechos innegables a Nogueras: primero, que está aprovechando muy bien las bofetadas que recibe Esquerra para emular punto por punto aquello que Convergència había hecho toda la vida. En segundo lugar, la candidata juntaire ha podido presentarse como una auténtica mauleta del independentismo en Madrit gracias a que los electores tienen poca memoria; pues, de tener un poco, los votantes recordarían que —sin ser una gata vieja del mundo convergente— Nogueras tiene un currículum bastante antiguo. Primero se hizo fuerte como concejala independiente en Cardedeu (en la lista de Convergència) cuando su perfil empresarial se adaptaba a los candidatos de la cuerda masista; dos años antes del referéndum, asaltó el Congreso bajo el paraguas de aquel invento llamado Democràcia i Llibertat, encabezado por el inefable Quico Homs y salpimentada de futuribles de ERC como Carles Campuzano y Miquel Puig.

Nogueras es buena en el arte de la apuesta a caballo ganador. El año 2019, después de ser entronizada como candidata juntaire a las municipales de Mataró, abandonó la carrera electoral cuando vio que en la ciudad libre y tropical no pillaría demasiado. Con Artur Mas estampado en la papelera de la historia, se aferró a Puigdemont durante la transición del PDeCAT a Junts y, desde entonces, el president que no aplicó la DUI la ha tenido como cónsul de Waterloo en Madrid. Ya tiene gracia, por lo tanto, que Nogueras haya tenido la habilidad de hacer campaña como si fuera un rostro juvenil alérgico a la tentación pactista. Y todavía tiene más, en definitiva, que ose hablar de los incumplimientos de Pedro Sánchez cuando —a la hora de charlar sobre promesas sepultadas en la nada— haría bien de recordarnos las de su querido mentor. Pero ya sabemos, por desgracia, que asumir responsabilidades no es marca de esta casa.

A mí me hace mucha gracia ver cómo Míriam ha pasado de impostar una imagen de empresaria triunfadora hot maresmense a calzarse unas alpargatas para hacerse un poco la pageseta y así excitar los ánimos patrióticos de los puigdemonters. Ha obrado santamente, porque eso de ir de guais ya no está de moda y, al fin y al cabo, sus electores estarán suficientemente satisfechos a base de discursos con pretensión incendiaria. Si gana la derecha, Nogueras podrá triunfar como agitadora histriónica del Congreso contra eso que ahora denominan el fascismo. Si Pedro Sánchez aguanta la acometida, a Junts le tocará poner precio a su discurso; porque, como saben los convergentes, las luchas ideológicas y nacionales se matizan un poquito si se acaban poniendo unos cuantos millones de euros delante. No creo que los cobremos por adelantado, como querrían los juntaires: Sánchez puede estar desesperado, pero nunca dejará de ser español.

Porque de eso, quiero decir de ser españoles, los españoles no acaban nunca de tener bastante.