Tal día como hoy del año 1714, hace 305 años, moría en Madrid la reina María Luisa de Saboya, primera esposa del rey Felipe V ―el primer Borbón hispánico― y que, según la historiografía española, al inicio de la Guerra de Sucesión (1702) ―mientras su marido estaba en los campos de batalla europeos― actuó como regente. La misma historiografía española la valora como una gobernante responsable, sin embargo, una de sus proclamas más famosas la convierte en uno de los principales iconos del ala dura del régimen borbónico, que participaba plenamente en la cultura punitiva contra Catalunya instaurada en la corte de Madrid desde la crisis y Revolución de los Segadores (1640-1652).

El 30 de junio de 1713, poco después de la firma del Tratado de Utrecht, los aliados internacionales de la coalición austriacista evacuaban sus fuerzas militares de Catalunya. En aquel contexto, los Brazos Generales ―presionados por la cancillería británica― debatirían la posibilidad de negociar una capitulación pactada. Proponían abandonar las armas y aceptar la autoridad del Borbón a cambio del respeto a las Constituciones y a las instituciones catalanas. Aquel debate culminaría con una votación y con la declaración de resistencia a ultranza. Pero, poco antes, la reina Maria Luisa había proclamado que "lanzaría a sus hijos por el balcón de palacio, antes que perdonar a los catalanes".

La relación entre la reina María Luisa y Catalunya se remontaba al año 1701. Casada por poderes con Felipe V, la pareja se conocería y celebraría las bodas en Figueres en plena negociación de las Cortes catalanas que tenían que nombrar al Borbón conde de Barcelona. Ella tenía 13 años y él 17. Su estancia en Catalunya (noviembre de 1701 a febrero de 1702) estuvo marcada por una serie de extrañas enfermedades de Felipe V. María Luisa de Saboya no volvería nunca más a Catalunya, pero posteriormente (1707) sería diagnosticada de tuberculosis ganglionar, conocida popularmente como tisis: perdió el pelo y su cuerpo se llenó de protuberancias que, según las fuentes, le conferían un aspecto grotesco.

María Luisa de Saboya murió a los 25 años, siete meses antes de la caída de Barcelona (11 de septiembre de 1714), y no conoció la capitulación de Catalunya.