Tal día como hoy del año 1897, hace 126 años, en Elx (País Valencià), un jornalero llamado Manuel Campello i Esclapez y que estaba haciendo tareas de aplanamiento en el Tossal de l’Alcúdia (a tres kilómetros al sur del núcleo histórico de la ciudad) encontraba casualmente una escultura de piedra calcárea, de 56 centímetros de alto, 45 de ancho y 37 de profundidad; y de un peso de 65 kilogramos. Esta escultura fue fechada como una pieza de la época ibérica (siglo V a.C.) y representa a una mujer con unos lujosos atavíos en la cabeza y unos gruesos collares a cada lado de la cara. Según algunos estudios podría ser una versión ibérica de la diosa púnica de la fertilidad Tanit. Inicialmente bautizada como la "Reina Mora" —a propuesta del jornalero que lo había desenterrado— y, posteriormente, como la Dama de Elx.

Poco después de su descubrimiento (1897), la Dama de Elx fue vendida a un aficionado a la arqueología francés llamado Pierre París; que la cedió al Museo de Louvre, de la capital francesa. Allí estuvo durante 44 años; hasta que, al inicio de la II Guerra Mundial y con la ocupación alemana de Francia, el gobierno del general Franco y el títere francés del mariscal Petain acordaron que la pieza pasaría del Museo del Louvre al Museo del Prado, de Madrid. La Dama de Elx fue empaquetada y el funcionario del régimen colaboracionista francés René Huygue la entregaría al funcionario del régimen franquista español Luis Monreal y Tejada, que sería el responsable de su transporte y de su custodia.

Pasados más de veinte años, y en el contexto de las primeras movilizaciones de contestación al régimen franquista en Elx, se reivindicó el retorno de la pieza. Pero esta reivindicación no ha sido nunca atendida. Durante 30 años se quedó inmóvil en el Museo del Prado, de Madrid; y en 1972 fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional, de Madrid. La única vez que la Dama ha salido de Madrid fue el año 2006, durante las fiestas del Misterio de Elx. En aquella ocasión la Dama estuvo expuesta al público en el Palau d'Altamira, de Elx; pero después de seis meses y de un gran éxito de público, el Gobierno forzó su retorno a Madrid. La justicia española no ha actuado nunca en defensa de las reivindicaciones de la sociedad ilicitana.