Tal día como hoy del año 1992, hace 33 años, en La Plata (Argentina), Ricardo Alberto Barrreda (56 años y de profesión odontólogo) disparaba y causaba la muerte a su esposa Gladys McDonald (57 años y de profesión ama de casa), a sus hijas Cecilia Barreda (26 años y de profesión odontóloga) y Adriana Barreda (24 años y de profesión abogada), y a su suegra Elena Arreche (86 años). Barreda cogió una escopeta de caza de su propiedad —marca Víctor Sarasqueta— y disparó y asesinó a las cuatro mujeres mientras desayunaban en el comedor de la residencia familiar. Aquel cuádruple feminicidio tuvo un gran impacto y la noticia se expandió por toda América y Europa.
Tras cometer los crímenes, Barreda salió de casa y pasó la mañana paseando por el zoológico y por el cementerio de su ciudad, y por la tarde estuvo en un hotel con su amante. Finalmente, al anochecer, regresó a la casa donde había cometido los asesinatos y alteró la escena del crimen para simular un robo con resultado de muerte. Acto seguido lo denunció, pero la policía nunca creyó su versión y lo detuvo. En el juicio, Barreda confesaría y declararía que ese cuádruple crimen había estado motivado por una discusión doméstica. Testificó que había perdido la cabeza después de que su esposa —con la complicidad de las otras tres víctimas— le hubiera humillado diciéndole que solo servía para hacer las tareas de limpieza de la criada.
La justicia lo declaró culpable y lo sentenció a cadena perpetua. Pero, desde un primer momento, la opinión pública argentina se polarizó radicalmente a favor y en contra de Barreda. Una parte de la sociedad lo presentaba como un tétrico icono del machismo más perverso y criminal. Y otra parte lo presentaba como la víctima de un entorno familiar hostil y como la viva representación de los hombres que sufrían la violencia de las mujeres, especialmente los separados que dirimían con sus exesposas la tutela de sus hijos. Pasados 33 años de los crímenes —y cinco de la muerte del asesino (2020)—, algunos colectivos organizados de hombres de Argentina todavía se refieren públicamente al autor de aquel cuádruple feminicidio como "san Barreda, mártir".