Todos los datos apuntan a que el presidente del gobierno español ya trabaja con la hipótesis de que lo mejor para él es convocar enseguida que pueda elecciones en España. Para ello necesitaba un buen resultado en las catalanas, que lo ha tenido, y que las europeas del 9 de junio no sean un absoluto desastre para el PSOE. No requiere necesariamente ganar, ya que las elecciones europeas acostumbran a tener viva propia y se utilizan muchas veces como un castigo fácil al gobierno. Le basta con quedar a una distancia razonable y que las encuestas le den que mejoraría resultados.

En unas nuevas elecciones, son muchos los socialistas que piensan que con desprenderse de la sombra de Carles Puigdemont ya habría valido la pena. Esquerra y Bildu son dos formaciones mucho más cercanas a la izquierda española y el PNV está maniatada con los resultados electorales del pasado 21 de abril, que le impiden alcanzar la presidencia del gobierno vasco solo con los votos socialistas. Cualquier movimiento del PNV que disguste al PSOE le podría acabar saliendo caro a los nacionalistas vascos. En resumen, las sumas y restas en el Congreso de los Diputados serían más fáciles si los siete diputados de Junts fueran prescindibles.

La cuestión es que eso lo sabe el PSOE, pero lo sabe también Junts. De ahí el choque de trenes que va a acabar habiendo entre Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, porque el primero no va a aceptar entrar en el juego que le plantea el president en el exilio y así lo ha declarado en varias ocasiones. La última, este mismo viernes, cuando ha descartado categóricamente hacer president a Puigdemont. En ese tema, además, Sánchez no tiene la última palabra, ya que el PSC está más en las antípodas y entiende que sería como hacerse el harakiri después del resultado del pasado 12 de mayo.

En unas nuevas elecciones, son muchos los socialistas que piensan que con desprenderse de la sombra de Carles Puigdemont ya habría valido la pena

Pero Puigdemont tampoco va a dar su brazo a torcer, ya que entiende que el apoyo que le dio a la investidura tenía unas contrapartidas más allá de la ley de amnistía que no se han concretado, desde el catalán en Europa hasta avances tangibles en la mesa de negociación. Por en medio, el PSC se hizo con la alcaldía de Barcelona, pese a que había ganado Xavier Trias, y en las diputaciones catalanas, los socialistas los acuerdos los cerraron con Esquerra. Ahora llegan las negociaciones para la Generalitat y los socialistas catalanes cierran su propuesta de un hipotético gobierno con ERC y los comunes. Y Puigdemont es invitado a asumir su posición de segundo en las elecciones del 12 de mayo y calentar la bancada de la oposición.

De ahí el forcejeo. Y Sánchez y Puigdemont con una mirada a los movimientos que pueda hacer el PP, ya que hasta el 29 de este mes puede decidir si presenta una moción de censura. A partir de ese día, en que se cumplirá un año de la convocatoria de las elecciones españolas del pasado 23 de julio, Sánchez ya podrá disolver el Congreso y convocar elecciones. Nunca el tablero español y catalán de la política se habían mirado tanto.