"Los líderes independentistas se han alzado frente a la soberanía nacional que reside en el pueblo español convocando a una fracción del pueblo catalán, en un desafío a la unidad de la nación, a decidir la suerte del estado común". Esta es una de las frases que pronunció el flamante nuevo presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, el 23 de noviembre de 2017, en el Congreso de los Diputados, a las pocas semanas del referéndum de independencia del 1 de octubre de aquel mismo año celebrado en Catalunya. No ha asumido la presidencia del TC tan solo como premio a esta y otras frases que le costaron en su día su recusación como miembro del TC en los recursos presentados por los presos del procés condenados por el Tribunal supremo, y también por el president en el exilio, Carles Puigdemont.

Pero si es bueno conocer la hemeroteca para confirmar que nada va a cambiar en el TC y que la etiqueta de progresista que se le adjudica a Conde-Pumpido tiene mucho que ver con que fue fiscal del Estado durante las dos legislaturas con José Luís Rodríguez Zapatero en la Moncloa. En Madrid, las etiquetas de conservador y progresista se adjudican así: si tú has trabajado con el PSOE eres progresista y si lo has hecho con el PP pasas a ser conservador. Es un formulismo para distinguirlos desde los medios o para que se distingan entre ellos cuando se ponen etiquetas porque, en el fondo, son más bien conservadores en el plano ideológico. Y en lo que son graníticos y un equipo sin fisuras es en la unidad de España y la defensa de la vía represiva contra el independentismo. Lo mismo con la monarquía que, como recordaba El Jueves a las pocas horas de la elección de Pumpido, fue el fiscal que ordenó el secuestro de la revista en 2007 por una portada en que aparecían los entonces príncipes Felipe y Letizia en plena actividad sexual. Injurias a la Corona, dijo. Otra cosa va a ser en la posición del nuevo TC respecto al caducado cuando tengan que irse pronunciando sobre las denominadas leyes sociales que tiene el Constitucional encima de su mesa -aborto, eutanasia, reforma laboral, así hasta una quincena- que tienen ahora muchas más probabilidades de caer del lado de las posiciones socialistas que del Partido Popular.

Por si había alguna duda de cómo iba a gestionar Pumpido la presidencia, en sus primeras palabras después de ser elegido por seis magistrados a cinco, ha querido dejar claro que "la Constitución no permite ni la secesión, ni la independencia, ni la autodeterminación". Pumpido cortaba así de raíz un comentario mucho más ambiguo de otra compañera suya en el TC, que se acaba de incorporar al organismo, y que el pasado 3 de enero había declarado que "lo de la autodeterminación habrá que verlo. Los asuntos no se plantean siempre igual". María Luisa Segoviano se abría a estudiar una vía a la independencia de Catalunya y ya levantó toda una cadena de reacciones en contra que la han dejado muda y también ha llevado al nuevo presidente del TC a reafirmar su compromiso con la unidad de la nación española en su primer segundo como presidente del TC.

En definitiva, un ejemplo más de la politización de todo lo que afecta a los tribunales españoles, aunque el Constitucional no sea en sentido estricto un tribunal. Nadie va a esperar de quien ha sido ocho años fiscal general del Estado con los socialistas que ahora, en otro sitio, se comporte de manera diferente. Pero como que hemos dado por válido que son los partidos -los del régimen, claro está- los que hacen y deshacen a su antojo, poco más hay que decir. Luego vienen las lágrimas y las desautorizaciones de Europa. Pero eso que para algunos es harina de otro costal, acaba siendo la verdadera raíz del problema: la politización de la justicia y su perenne olor a podrida.