Seis años después de la prohibición de las corridas de toros en Catalunya se nos anuncia que el Tribunal Constitucional está estudiando esta semana si levantar la prohibición de lo acordado por el Parlament de Catalunya. Aunque el tema ya queda lejos en el tiempo, la aprobación en el Parlament de Catalunya en el 2010, siendo president de la Generalitat el socialista José Montilla, surgió a partir de una ILP –iniciativa legislativa popular– con 180.000 firmas y provocó una dura controversia política. Tanto, que las dos formaciones mayoritarias en aquella época, CiU y PSC, acabaron dando libertad de voto a sus diputados, mientras ERC e ICV votaron a favor de la prohibición y PP y C's, en contra. El resultado final fue de 68 votos a favor, 55 en contra y 9 abstenciones.

Viene a cuento toda la explicación anterior porque, al final, los toros, su prohibición y el recurso al TC no dejan de ser una metáfora magnífica de la situación actual. En el 2010 no había un proceso de independencia en marcha en Catalunya, no habían tenido lugar ninguna de las manifestaciones del 11 de septiembre y el president de la Generalitat era un socialista. Y, pese a todo, el margen de la autonomía y la respuesta política española era que Catalunya no tenía competencias ni para legislar sobre si se debían autorizar las corridas de toros en sus plazas. Una fuerte campaña del PP a través de 50 senadores del grupo popular que interpusieron un recurso en defensa de la denominada fiesta nacional encontró un enorme eco mediático, siendo poco importante que antes una iniciativa similar del Parlamento canario no hubiera despertado interés alguno y que más tarde otros ayuntamientos de izquierda copiasen la iniciativa catalana.

La clave vuelve a estar en lo que se puede y lo que no se puede hacer con la actual autonomía política. Porque, al final, el debate de fondo solo puede ser este. Uno puede tener su propia opinión sobre la prohibición de las corridas de toros en Catalunya pero, sinceramente, ¿este es un tema sobre el que tiene que decidir Madrid? Este miércoles se inicia el debate de política general en el Parlament de Catalunya con la mayoría de las cartas encima de la mesa y con dos bloques políticos muy, muy separados. No se hablará de toros, seguramente, pero quizás ha llegado el momento que los partidos no independentistas expliquen si la autonomía que ellos quieren para Catalunya contempla la capacidad para ampliar el catálogo de competencias actual en vigor o lo que defienden es dar por finalizado el llamado desarrollo autonómico. Porque el vivir a la contra exclusivamente de la principal corriente de la sociedad catalana es demasiado simple y demasiado fácil.