Aunque había decidido no escribir sobre todas las especulaciones que se vienen realizando de la trama rusa, sus espías en Catalunya y unas hipotéticas conversaciones de autoridades catalanas para el reconocimiento de la anexión rusa de Crimea a cambio de que Putin apoyara la independencia, el hecho de que el ministro Josep Borrell haya llevado el tema hasta la cumbre del G-20 de ministros de Asuntos Exteriores celebrada en Nagoya, Japón, da pie a pensar que ya tiene entidad suficiente para abordar una investigación que parece más propia de Mortadelo y Filemón.

Dice Borrell que él no sabe nada, que todo son procedimientos judiciales supuestamente secretos  y que todo lo ha leído en la prensa. Y su homónimo ruso, Serguei Lavrov, le ha replicado que él tampoco sabe nada. Que Borrell no sepa nada no sería extraño pero que un ministro de Exteriores ruso lo desconozca no está en el catálogo de cosas probables. No es la primera vez que las autoridades españolas especulan con movimientos rusos alrededor de la causa independentista y ya en 2017, en vísperas del referéndum del 1 de octubre, los servicios de seguridad del Estado quisieron vincular al general Denis Serguéiev, un veterano del Departamento Central de Inteligencia, con la actividad del Govern de Carles Puigdemont.

No deja de ser sorprendente el magnetismo que sigue teniendo Moscú a la hora de novelar relatos en contra de la integridad territorial española. Uno de los problemas que ha tenido la causa catalana en la comunidad internacional de los estados ha sido el escaso apoyo a la independencia. Ese ha sido, al menos, el discurso de los dos gobiernos españoles que han tenido que abordar el conflicto, primero con Mariano Rajoy y ahora con Pedro Sánchez.

Poner el foco en la posibilidad de que haya vínculos de la inteligencia rusa con Tsunami Demòcratic o con la celebración del 1-O rompe, al menos, el relato del aislamiento total. Será que lo único que hacen es dar palos de ciego a costa de un cierto ridículo varias semanas después de que solemnemente el gobierno socialista anunciara en campaña, a través el ministro Marlaska, que en breve habría novedades y detenciones importantes. Y hoy, semanas después, Tsunami continúa liderando la respuesta de desobediencia civil más importante de los últimos años.