Por muchos ejercicios de maquillaje y de contorsionismo político que se hagan, el IPC interanual adelantado de este mes de agosto es horroroso. Por tercer mes consecutivo, tiene dos dígitos y el retroceso de 10,8% a 10,4% respecto al mes pasado lo único que confirma es que las medidas del gobierno de Pedro Sánchez no reducen la brecha y que si no fuera por la caída del precio de los carburantes ni se habrían reducido estas pocas décimas. No hay motivo, por ahora, para el optimismo y las declaraciones de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, no dejan de ser un brindis al sol, ya que el dato habla por si solo.

Si a ese pésimo IPC se le añade el dato de la inflación subyacente —aquella que excluye la energía y los productos frescos— el panorama aún es más negro, ya que este mes ha escalado hasta el 6,4%, sin dejar de crecer ningún mes desde hace más de un año. Importante retener que, en junio de 2021, era del 0,2%. Sí que, por en medio, ha habido una guerra, como la de Ucrania, que está impactando directamente en la economía. Pero no en todos los países está pasando la misma factura y, lo que es más grave, no dejará las mismas secuelas en todos los Estados.

Así, las previsiones que se hacen para el cierre de año —ya tienen una cierta consistencia, ya que faltan tan solo cuatro meses— son de que España puede cerrar diciembre habiendo rebajado la actual punta de incremento interanual del IPC y, quizás, dejándolo alrededor del 8%. Serían alrededor de 5 puntos más que antes de la invasión de las tropas rusas ordenada por Vladímir Putin a finales del pasado mes de febrero. Muy diferente es el comportamiento de los países de la zona euro a los que se les pronostica un IPC internanual del 4,3%, solo 0,8 décimas más que en la fecha de referencia de febrero de 2022, cuando se inició el conflicto bélico. O sea, que mientras para España la guerra ha supuesto casi cinco puntos más en seis meses, en la media de la zona euro no llega a un punto.

No son cifras, solamente. Son números de pobreza, de problemas insalvables para las familias vulnerables y de recorte de la capacidad adquisitiva de los ciudadanos en la cesta de la compra y en todas las facturas que se han de pagar mes a mes, cuando una décima parte del salario o de la jubilación es como si se hubiera evaporado, ya que la inflación lo ha digerido el día 1 de cada mes. Esta situación adelanta movilizaciones de los agentes sociales, algunos escarceos se han empezado a ver, con la economía actuando como un boomerang contra el gobierno de turno.