Si la semana pasada los propagadores de la decadencia económica de Catalunya se daban de bruces al conocerse los datos de crecimiento del PIB catalán y su comparativa con el de España y el de la Unión Europea, este lunes se ha dado a conocer un estudio del Startup Heatmap Europe que sitúa Catalunya y Barcelona como el hub de startups más grande del sur de Europa, por delante de grandes polos metropolitanos de ciudades como París, Londres, Madrid o Ámsterdam, y solo superado por Berlín. Todo ello, en un entorno de crecimiento sostenido de las startups que ha superado con nota la época de la pandemia hasta alcanzar un incremento de empresas superior al 25%, y situarse en un esperanzador número de 1.902 empresas emergentes en Catalunya.

Son noticias positivas tanto el buen comportamiento del PIB catalán como la evolución de las startups, que si los políticos independentistas fueran más inteligentes, repetirían una y otra vez. Pero empeñados como están en enseñar sus miserias para contraatacar al adversario, se olvidan de propagar las buenas noticias, y con ello siembran dudas de si lo que realmente les interesa es sacar el país adelante, para lo que decidieron formar gobierno. Hay un tiempo para cada cosa y un momento para cada batalla, suelen decir aquellos que ven la política más allá de sus propios intereses, para tratar de pensar en los beneficios de los ciudadanos. Demasiadas veces en Catalunya se tiene la sensación de que solo hay tiempo para pelea cortoplacista, olvidando que el adversario se está relamiendo de la pelea de patio de colegio que protagonizan Esquerra, Junts y la CUP.

Si los datos de las empresas de startups son buenos, también se ha batido el récord de captación de inversión, situándose en 1.479 millones de euros, un 246% superior al volumen de inversión captado en el año 2020. En un mundo cada vez más global, un 25% de los trabajadores de este tipo de empresas catalanas son extranjeros y un 20% de los fundadores, también. Todo ello refuerza la idea de un polo emergente cada vez más global y que se ve reflejado en que el 47% de su facturación total son clientes internacionales. Si sumamos estos datos a los del PIB catalán de la semana pasada, que dejaba su crecimiento en 2021 en un 5,9%, mientras que el español se situaba en el 5% y el de la Unión Europea en el 5,2%, son datos que, desde la prudencia, deberían ser valorados como muy positivamente. También como un acicate para perseverar en la dirección actual.

La tan repetida decadencia catalana no es otra cosa que una reiteración discursiva de aquellos que desde el control absoluto del estado español, también de los propagandistas catalanes siempre alineados, primero cierran el grifo y después repiten que no cae agua. En un entorno político que lo que busca es asfixiar con las armas que sea el crecimiento catalán para que Madrid sea el único polo empresarial español, lo único que es imprescindible es revertir la dependencia de los gobiernos españoles de turno. Si no, ¿cómo se explica que el déficit inversor en infraestructura del estado español en los últimos 12 años sea de 35.000 millones de euros según Foment del Treball? 

Este es el verdadero problema al que se enfrenta la economía catalana y el país en general. Como en el terreno político el auténtico problema es la decisión de la Junta Electoral Central de desposeer de su escaño al diputado de la CUP Pau Juvillà, atribuyéndose unas competencias que no tiene como órgano administrativo y que son propias de los tribunales de justicia. Hasta que no se entienda esto, Catalunya estará mutilada y su recorrido será de vuelo gallináceo. Porque los atajos no existen y los puentes de diálogo no solo no se construyen sino que se dinamitan.