Después del revuelo que provocó, con razón, el conocer que el anterior alcalde de Barcelona, Xavier Trias, había cerrado un acuerdo de alquiler con el propietario del local de Gràcia conocido como Banc Expropiat por la módica cantidad de 5.500 euros mensuales, y sortear así un conflicto social con los okupas del distrito, ahora hemos conocido que el Ajuntament de Barcelona ha pedido precio al propietario con intención de comprarlo. Claro y supongo que de paso solucionar así un problema que se está convirtiendo en un calvario para el equipo de gobierno de la capital catalana en el primer aniversario de su victoria electoral. Según la tercera teniente de alcalde, Laia Ortiz, que supuestamente algo sabe sobre la negociación, el problema residía en la mañana del martes en encontrar un precio adecuado para la compra, ya que el propuesto por el propietario, a partir de 800.000 euros, se consideraba excesivo. El paso de las horas y el revuelo provocado desencadenó horas más tarde en un aparente desmentido taxativo de Ada Colau. Y digo aparente porque tampoco quedaba claro que el Ajuntament no estuviera dispuesto a ayudar a un tercero para facilitar la compra y acabar con los conflictos violentos que sufrió Gràcia la pasada semana.

En cualquier caso, el debate, las contradicciones y desmentidos vividos durante toda la jornada no deberían hacernos perder el hilo de la noticia. El Ajuntament se ha sentado a negociar con la propiedad para comprar el local del Banc Expropiat para sus inquilinos hasta hace una semana. Quizás, alguien ha llegado a la conclusión equivocada de que solucionar el problema del local pagando está mal si lo hace Trias pero no debe estar tan mal si lo hacemos nosotros. Sinceramente, cuesta de ver la diferencia. Si alguien dijo que el acto de Trias era paternalista fruto de su edad y de la formación política a la que pertenece tampoco parece que sea un acto subversivo devolverles a los okupas el local con las llaves de propiedad en mano.

Ahora que el Ajuntament ha decidido tomar cartas en el asunto, después de que en sus inicios pareciera querer reducirlo a un tema exclusivo del anterior equipo de gobierno municipal o incluso de la misma Generalitat, quizás para no tener que dar excesivas explicaciones sobre los cinco meses perdidos en que no se han sentado a negociar y que hubieran podido evitar el conflicto de la semana pasada, hay que esperar y desear propuestas mas inteligentes que la de comprar el local.