Ni siquiera cuando es titular. Ni siquiera cuando juega contra su exequipo. Ni siquiera cuando parecía que, contra todo pronóstico, le había ganado la partida a Antoine Griezmann.

En un día señalado, Ousmane Dembélé ha protagonizado la única noticia negativa de la noche en clave blaugrana después de sufrir una nueva lesión muscular, la octava en tres temporadas y la sexta este 2019.

Esta lacra ha penalizado al jugador francés desde el primer día que pisó el césped del Estadi y le ha frenado la progresión en momentos clave. El curso pasado, sin ir más lejos, se tuvo que pasar varias semanas alejado de los terrenos de juego cuando parecía que era titular por delante de Philippe Coutinho.

Las lesiones del Mosquito son una pena y penalizan al equipo pero también evidencian una triste realidad: hay un problema de fondo. Que Dembélé no se cuide es algo que sin pruebas no se puede afirmar, pero es evidente que alguna cosa está haciendo mal.

Conocer los límites de su cuerpo, comer alimentos adecuados y tomarse seriamente el calentamiento son algunas de las premisas que el 11 blaugrana debería tener en cuenta. Si no lo hace, agotará de manera definitiva la paciencia del Camp Nou.

El expediente Dembélé, sin embargo, va más allá de su propia lesión. Cuando ha abandonado el césped entre lágrimas, sólo un jugador se ha acercado para consolarlo. Era del Borussia Dortmund.