Ernesto Valverde nos ha dado la primera pista una hora antes del inicio del partido. Arturo Vidal sería titular en el lugar de Arthur, demostrando así que este miércoles el plan no consistía en tener la pelota.

Sabíamos que el Liverpool es un equipo vertical, que efectúa una presión total y que tiene algunos de los mejores jugadores del mundo; pero lo que seguramente no nos esperábamos es que también tuviera la capacidad de dominar la pelota con tanta contundencia.

Quien sí que lo sabía es Valverde, que ha transmitido un mensaje muy claro a sus hombres: equipo cerrado, pelotas a Messi y contraataques vertiginosos. La estrategia ha inquietado al público del Camp Nou pero no los futbolistas blaugrana, conscientes de que el camino que el club ha escogido para ganar ya no es el de hace unos años.

Así, los de Jürgen Klopp se han estrellado en incontables ocasiones contra Piqué, Lenglet y Ter Stegen y Messi, mientras tanto, ha empezado a efectuar su metamorfosis.

Messi, y el Barça en general, se ha convertido al madridismo. El equipo de Valverde no necesita dominar, no necesita ser explícitamente mejor y ni siquiera necesita gustarse. El Barça se ha convertido en el Madrid de toda la vida: un equipo que tiene suerte, que intimida con el nombre y que te remata sin piedad.