Mientras el Real Madrid está ultimando el fichaje de Dani Ceballos y vuelve al trabajo con jugadores incorporados o recuperados como Marcos Llorente, Vallejo o Theo Hernández, en Barcelona se libra una dura negociación con el Guangzhou Evergrande chino para hacerse con los servicios de Paulinho, de 28 años. La realidad es la que es y las cifras lo ejemplarizan a la perfección: el Barça más viejo de los últimos años se tiene que enfrentar al Madrid más joven.

El fútbol ha evolucionado y si bien es cierto que antes se consideraba que un jugador alcanzaba su mejor forma a los 28 años, también lo es que las características físicas que ha adquirido el deporte piden jugadores más jóvenes y con proyección. Ahora, la juventud se paga mucho más cara. Y lo hace, en primer lugar, por la obvia proyección futbolística y humana, pero también porque la erupción de las estrellas acostumbra a ser más tempranera.

Un fenómeno sintomático

El Barça, sin embargo, no consigue adaptarse al nuevo panorama. Y es que el conjunto blaugrana tiene, en términos de mediana de edad, una plantilla mayor que cualquiera de los equipos campeones de las grandes ligas europeas (es decir, España, Alemania, Inglaterra, Italia y Francia). Madrid, Bayern, Chelsea, Juventus y, sobre todo, Mónaco, tienen un equipo bastante más joven que el del nuevo conjunto de Valverde. Y es evidente que la juventud no garantiza títulos, pero no deja de ser un factor sintomático.

Los motivos que explican este fenómeno son diversos. De entrada, es fácilmente palpable que a estas alturas el once titular del Barça sólo varía en dos posiciones (lateral derecho y central izquierdo) respeto al que ganó la Champions en Berlín en el 2015. Y eso es consecuencia directa de tener jugadores tan difícilmente sustituibles a nivel cualitativo pero también por falta de acierto en los fichajes.

La necesidad de confiar en la juventud

James, Kroos, Danilo, Lucas Vázquez, Casemiro, Kovacic, Morata, Asensio, Vallejo, Marcos Llorente, Theo Hernández y Ceballos; en los últimos 4 años, Florentino Pérez ha firmado hasta 12 jugadores de menos de 25 años al mismo tiempo que el Barça lo ha hecho en ocho casos. La diferencia numérica no es abismal, pero sí que lo es en términos de participación.

Además, el verano pasado maquilla bastante la situación. Aunque no ha sido la tónica habitual de los últimos mercados de fichajes, Robert Fernández sorprendió con la incorporación de hasta 5 jugadores de sólo 22 años (Digne, Umtiti, Denis Suárez, Paco Alcácer y André Gomes). Por mala suerte, falta de adaptación o lo que sea, sin embargo, sólo el exjugador del Olympique de Lyon ha acabado ganándose un sitio como titular.

No sólo se tiene que acertar con los jóvenes fichajes sino que también se tiene que confiar en ellos. La política de rotaciones de Zinedine Zidane ha servido para tener más de 20 futbolistas conectados física y mentalmente con la causa. El rendimiento de todos ha ido en aumento hasta el punto que Ceballos ha preferido ir a un Madrid con overbooking en medio del campo antes que a un Barça necesitado de jugadores de su perfil.

Messi y el club de los 30

Aunque Leo Messi es eterno, nada es para siempre. El futbolista todavía está a un gran nivel y día tras día actualiza su versión para convertirse en mejor jugador, pero a finales de junio entró en el club de los 30. Y con él, también lo han hecho dos piezas claves en el esquema blaugrana como son Gerard Piqué y Luis Suárez. El tiempo no perdona.

Por este motivo se hace más necesario que nunca empezar a plantear al Barça del futuro. La sanción de la FIFA provocó que la entidad culé pensara a corto plazo e incorporara jugadores consagrados como Rakitic o el mismo delantero uruguayo, pero con un equipo titular de tanto nivel esta no tendría que ser la prioridad. No es tan ineludible fichar jugadores que disputen la titularidad a los que ya lo son, que también, como asegurarse un relevo generacional de calidad. Como está haciendo el Madrid o como hizo el propio Barça con Umtiti; que sea este fichaje, y no el de Paulinho, el que enseñe el camino a seguir.