El monasterio de Sijena fue fundado con un propósito, pero nunca llegó a consolidar ese objetivo, y en el transcurso de los siglos sería destinado a otras funciones. En la actualidad, es el icono de la reclamación aragonesa de las piezas de arte de las parroquias aragonesas de la diócesis ilerdense que el Museu de Lleida y el MNAC habían rescatado de las garras de los coleccionistas privados, de la combustión del fuego y del absoluto desinterés aragonés, y que habían restaurado y revalorizado. Una reclamación que, en vista del destino que las autoridades aragonesas han dado a las obras devueltas y depositadas en Sijena, delata un desinterés absoluto por la conservación y difusión del arte y apunta, exclusivamente, hacia espurios sentimientos anticatalanes.