Las salas de conciertos de Catalunya han visto con impotencia cómo quedaban fuera del último paso del Govern para suavizar las restricciones en el ámbito cultural a Barcelona y otras ciudades metropolitanas. Nuevamente, las salas que operan con licencia de sala de fiestas y espectáculos (la mayoría) han quedado al margen y no pueden ni siquiera abrir. Y eso que, según explica a la ACN la gerente de la Asociación de Salas de Conciertos de Catalunya (ASACC), Carmen Zapata, hace dos semanas estaba muy avanzada con los departamentos de Salud e Interior una vía para permitir la reapertura. Pero de momento todo ha quedado en nada, y Zapata anuncia que, debido a esta crisis, tres salas "emblemáticas" de Barcelona dirán adiós definitivamente antes de noviembre.

Bar musical Sinestesia captura google maps

Exterior de la sala Sinestesia en el barrio de Sants / Captura Google Maps

Las salas de música en vivo no han dejado de reclamar que se las deje volver a la actividad desde principios de verano, coincidiendo con la recuperación después del confinamiento. Como los teatros o los cines, han argumentado que son actividades "seguras" y equiparables a otros espacios de exhibición. No obstante, y después de un breve periodo de recuperación en verano, el cierre del llamado ocio nocturno con los primeros rebrotes de coronavirus las volvió a condenar.

Eso se explica, lamentan desde la ASACC, por "el error garrafal" de poner bajo el mismo paraguas las salas de conciertos y las salas de fiesta y de baile, en virtud de una licencia de actividad genérica de Salas de Fiestas y Espectáculos, a la cual se acogían para abrir años atrás las salas de conciertos en ausencia de una específica (que existe hace tan sólo una década). La paradoja, señalan, es que ahora mismo se pueden celebrar conciertos en bares musicales y en teatros y auditorios, pero no salas conciertos propiamente, como el Apolo o el Razzmatazz en Barcelona.

Negociaciones paradas

Desde de ASACC muestran desconcierto porque ahora hace dos semanas se había convocado una "mesa" de diálogo entre su entidad, el Departamento de Interior, el de Salud y "un nexo" con el de Cultura, para tratar de desencallar la situación. Incluso se consensuó un texto con una modificación en que se "despenalizaba" el tipo de licencia, y se observaba sólo la actividad (para seguir descartando la apertura de discotecas o salas de fiestas hasta la madrugada, pero no los conciertos con aforos controlados y distancia física).

Pero la nueva medida de relajamiento de las restricciones en espacios culturales, de ahora hace una semana, no incluyó esta medida, y la negociación con las salas ha quedado en el aire. Todo, cuando algunas salas a título individual y el ciclo de conciertos Cortocircuit en concreto ya se habían planteado reanudar actividad a finales de esta misma semana. Aunque fuera con el aforo del 70%, que traducido en salas sin sillas y donde hay que respetar 2,5 metros de separación entre gente, se queda en un 30% de la capacidad como máximo", hace notar Zapata.

Oncle Jack musical Sinestesia captura google maps

Exterior de la sala de conciertos el Oncle Jack / Captura Google Maps

Al respecto, la gerente de ASACC es contundente: "Es un deber del Govern que eso se revierta esta semana mismo; y espero que tengan el juicio y la decencia de hacerlo".

Cierres a la vista

Sin poder abrir después de casi siete meses de inactividad, la situación es límite para muchas salas pequeñas, medianas y grandes de Catalunya. También del resto del Estado, como hizo saber recientemente la Plataforma de Salas de Conciertos (PSDC), al Ministro de Cultura, José Rodríguez Uribes. Aquí, está en juego la supervivencia de algunas de estas salas, advierte armen Zapata, en la línea de lo que ya han manifestado públicamente el Apolo o el Razzmatazz.

De hecho, desde de ASACC no revelan los nombres, pero avanzan que tres salas "emblemáticas" de la ciudad ya les han comunicado que están "en traspaso", y cerrarán no más allá de noviembre al no poder sostenerse económicamente. Y todavía una cuarta que, "si no cambian las cosas de aquí a noviembre", podría seguir el mismo camino. "Otros socios hablan de finales de diciembre, otros hacia febrero...", dice Zapata dibujando un escenario de cierres desconocido. "No son salas grandes pero sí emblemáticas y no podemos permitir que desaparezcan y que un día Barcelona se despierte sin todo el tejido musical que tiene la ciudad", reclama.

Mientras tanto, la portavoz de las salas de conciertos de Catalunya alerta de que ya están viendo cómo algunos conciertos que tendrían que ir a salas se reprograman en teatros. "La propia administración está fomentando la controversia entre sectores culturales", advierte.