Del 20 al 22 de junio, la plantación de álamos de La Cellera de Ter se convirtió en el bosque mágico de Rizomes 2025, un festival que respira naturaleza y música sostenible. Nada de escenarios tradicionales ni grandes marcas: aquí todo nace y muere cada año con materiales respetuosos con el entorno —bambú, cuerdas, troncos— y un respeto escrupuloso por el medio natural.

La Cellera de Ter se convirtió en el bosque mágico de Rizomes 2025, un festival que respira naturaleza y música sostenible

Un oasis eco‑festival

Rizomes es más que un acontecimiento musical: es un manifiesto en favor del "eco‑impacte cero". Los árboles no se talan ni se arañan, el agua se saca del río Ter, los baños son rudimentarios y bio‑degradables, y no hay energía artificial ni químicos. Un escenario verde para yoga sonoro, para imaginar más allá del encuentro urbano.

Rizomes es más que un acontecimiento musical: es un manifiesto en favor del "eco‑impacte cero"

Los diseñadores y arquitectos del colectivo construyeron catedrales efímeras con estructura vernácula: el bosque es su palacio. La programación, por lo tanto, no solo es musical: también viene rodeada de paseos ritualizados, talleres de sostenibilidad e instalaciones artísticas que mezclan circo, flor y ritmo con comunidad.

Música de foco pequeño pero grande impacto

En lugar de grandes estrellas comerciales, Rizomes apuesta por artistas que utilizan la electrónica, el jazz, el folk, la trance africana o instrumentos tradicionales de Europa y Asia. Ejemplos: Fazer, desde Alemania con su psicodelia-jazz; Błoto, desde Polonia con sonidos oscuros y minimalistas; Hoy Chorale, que fusiona música americana con raíces catalanas; y el acordeonista uruguayo Lechuga Zafiro. Otros nombres destacados de la programación oficial: Andreu Fàbregas, creador de instalaciones musicales como el escenario-barca sobre el río, o el dúo Ada Colau y Anatole Munster, presentes en la propuesta sonora de 2025. Con estos, estrellas de los márgenes de nuestro ecosistema sonoro como C.O.U. o Tarta Relena, que protagonizaron LA ACTUACIÓN del Rizomes 2025.

Aquí no caben los festivales de masas: todo el mundo se conoce, se saluda, comparte una manta bajo los árboles y escucha electrónica downtempo mientras los álamos también parecen disfrutar del concierto

Rizomes ha reunido este año entre 1 500 y 2 000 personas, manteniendo un ambiente íntimo y comunitario. Aquí no caben los festivales de masas: todo el mundo se conoce, se saluda, comparte una manta bajo los árboles y escucha electrónica downtempo mientras los álamos también parecen disfrutar del concierto. Los asistentes no buscan sentirse “importantes”, sino formar parte de un ecosistema donde la música es, simplemente, el centro. Y aquí la libertad reina: una red de caminos abiertos, rincones con instalaciones artísticas y conciertos sin horario ni formato predecible.

Un futuro resiliente e inspirador

Rizomes demuestra que es posible crear festivales que no solo consumen, sino que generan ecosistemas culturales y ecológicos. La propuesta es audaz: menos tamaño, menos impacto, más consciencia. “No queremos ser un centro comercial”, ha declarat en més d'una ocasió Román Cadafalch, director artístico. Los formatos llamados “Baladas Extraordinarias” —recorridos entre flora, circo y música, donde uno se cruza con dríadas e instrumentos invisibles— subrayan el carácter poético del proyecto. Una manera lúcida de reivindicar que la música no solo se escucha: se vive, se camina, se respira.