Soy una persona a la que no le gusta nada el fútbol. De hecho, tengo asociadas voces y sonidos de las retransmisiones de los partidos a un dolor de cabeza pequeño y perenne del domingo por la tarde que creo que me nace durante la infancia (para mí, entonces, los partidos duraban tres o cuatro horas). Tampoco quiero que penséis que lo digo orgullosa ni sintiéndome más interesante que aquellas a quien sí que gusta. Una vez me dijeron que es como que no te guste el queso. Al final, a la vida, cuantas más cosas haya que te den felicidad, mejor: queso, fútbol o hacer punto.

Tengo asociadas voces y sonidos de las retransmisiones de los partidos a un dolor de cabeza pequeño y perenne del domingo por la tarde que creo que me nace durante la infancia

El fútbol no me gusta, pero las polémicas siempre me llegan. Y la última es la de la selección española femenina de fútbol. Brevemente: hay tanta tensión con el seleccionador, Jorge Vilda, que quince jugadoras han pedido en un comunicado en que explican que la situación les afecta a la salud, no ser convocadas. Parece que hace pocas semanas pidieron la dimisión de Vilda. Hay conflicto porque son una generación de oro y no consiguen éxitos con la selección. Además, el entrenador ejerce un control excesivo hacia las jugadoras y el ambiente en el vestuario está completamente enrarecido. No están de acuerdo con el método ni con el trato. Delante de la fractura, ha habido posicionamiento: una mayoría de jugadoras del Barça en contra de Vilda; las del Madrid no se han pronunciado y, por lo tanto, se entiende que apoyan al seleccionador. Estos últimos días, dos jugadoras norteamericanas (estrellas mundiales, ganadoras de pelotas de oro y oros olímpicos) han mostrado su apoyo a las jugadoras que se han rebelado. Lo último que se sabe es que no se ha incluido a las quince chicas en la convocatoria.

El fútbol no me gusta, pero las polémicas siempre me llegan. Y la última es la de la selección española femenina de fútbol 

Hay muchas reflexiones que me vienen a la cabeza ante un hecho que, entiendo, es inaudito. La primera es que hay una valentía admirable en la decisión de estas chicas. Tenemos que pensar que hace muy poco que se empieza a hablar, valorar y hacer caso al fútbol femenino. Y, de entrada, su posición las aleja de la experiencia profesional que supone jugar un mundial. Quiero decir: están tan convencidas de la injusticia, del hecho de que hay que tomar una medida drástica, que pagan un precio altísimo. Leo que pueden estar de dos a cinco años inhabilitadas porque renunciar a la selección es una infracción muy grave (los años pasan deprisa, por los deportistas de élite). ¿Cuántas lo haríamos? Quiero decir: ¿cuántas lo rehusaríamos? Haced un paralelismo con vuestro trabajo, una oportunidad catapultadora, una experiencia vital así y la pérdida que puede suponer mantenerte firme. ¿Cuántas veces no nos agachamos la cabeza porque, al final, lo que sacamos nos compensa, por muy abusivo que nos parezca lo que tenemos que asumir para llegar? Y aguantar para evitar un escándalo, un mal mayor, una hecatombe. Permitirlo y perpetuarlo. También me planteo por qué pasa por primera vez en un equipo femenino y cómo habría actuado la Federación si no fuera un equipo femenino. El dibujo de todo es bastante claro.

Hay una valentía admirable en la decisión de estas chicas. Tenemos que pensar que hace muy poco que se empieza a hablar, valorar y hacer caso al fútbol femenino

Debe haber un malestar profundo y una preocupación hacia las generaciones futuras de futbolistas. Nos gustaría oírlas, a ellas, claro. Saber qué es lo que las ha llevado hasta aquí. He leído, eso sí, declaraciones de Vilda: no piensa dimitir (haced el paralelismo al revés, ahora, yo seguramente estaría en casa muerta de vergüenza), dice que las chicas han hecho el ridículo a nivel mundial (sobrado de autoimagen, ya veis). También dice que pedir perdón sería un primer paso para rehacer la rotura y poder jugar. El de ellas, decía, es un gesto de valentía. El de él, si hiciera autocrítica, si se planteara qué provoca un descontento tan mayúsculo, si tomara decisiones, seguramente también lo sería. Pero no parece que tenga que ir para aquí. Veremos.