Llegan en bici, con ese aroma a banda de rock americana de los sesenta, como nietos putativos de Pau Riba y Jaume Sisa. Mirada socarrona, la cabeza en las nubes y el corazón en la música, La Ludwig Band es como una caravana de hippies medio despistados, medio genios, que va de concierto en concierto viviendo siempre al límite de la tonalidad. Un festival exprés que recorre Cataluña sala a sala, festival a festival, fiesta mayor tras fiesta mayor, en un vagón sónico que se desliza por vía ancha. En 2025, dirías que están fuera de contexto. Supuestamente, muy supuestamente, fuera de contexto. Los que quedan arrinconados en el recreo porque no han sido aceptados (ni quieren serlo) en la banda. Quizás eso es lo que los hace más auténticos. Más modernistas. Quizás ahí reside, en parte, el secreto de su éxito. Eso y un buen puñado de canciones memorables.

Esta noche, La Ludwig Band —que días atrás, como prólogo del disco que están terminando de cocinar estos días en Vic, publicaban el single Millor amb ell— volverán a la Apolo (con todas las entradas agotadas desde hace días) la misma sala en la que dos años atrás iniciaron el ciclo de presentación del que, hasta ahora, es su último trabajo de estudio, Gràcies per venir. Entonces, remando (supuestamente, muy supuestamente) a contracorriente de las modas urbanas, eran uno de los grupos más sugerentes de la escena musical catalana. Ahora son LA BANDA. Así, con mayúsculas. Quim Carandell (cantante y guitarra), Pau Esteve (teclado y coros), Andreu Galofré Sala (bajo y coros), Roger Cassola (batería y coros), Lluc Valverde (clarinete, saxo y coros) y Gabriel Bosch Bosch (guitarra y coros) aparcan las bicis y se sientan en la poca hierba que queda en los Jardines de Málaga de Barcelona. Tímidos, hay que sacarles las declaraciones como un dentista que arrancando muelas. Siempre ha sido así. Hace años, en aquellos días en que llevábamos mascarillas, Quim Carandell —con esa pinta de estudiante de la Universidad de Berkeley manifestándose contra la Guerra de Vietnam: alto, desgarbado, rubio despeinado, con gafas redondas...— me dijo, cuando apagué la grabadora, que tenían que mejorar en las entrevistas. Mientras graben discos como los que han ido grabando y hagan conciertos como los que han hecho desde que empezaron en 2017, como si quieren regalarme silencio monástico la media hora que pasamos juntos.

Entrevista The Ludwig Band / Foto: Carlos Baglietto
Ludwig Band actúan esta noche en la sala Apolo / Foto: Carlos Baglietto

Cuando decidimos volver, teníamos las mismas dudas: ¿la llenaremos? No sabíamos qué pasaría. Y ha ido muy bien

“Fue el primer concierto en condiciones. Aquel día marcó un antes y un después para La Ludwig”, recuerda Quim Carandell sobre el concierto en la Apolo de aquel 1 de diciembre de 2022. Ahora, con una nueva cita en la sala del Poble Sec, la de esta noche, el sentimiento es similar. “Cuando decidimos volver, teníamos las mismas dudas: ¿la llenaremos? No sabíamos qué pasaría. Y ha ido muy bien. Espero que sea la última vez que sufrimos por si llenamos una Apolo. La próxima vez, que sea como tocar en el patio de casa”. Acostumbrados a veladas en las que no dejan de pasar colaboraciones por el escenario, la de esta noche, dicen, será una velada sin florituras. Una fecha especial, sí, en la que del nuevo repertorio solo sonará el tema que ya conocemos, sin invitados ni sorpresas. “Queríamos hacer un concierto como otro cualquiera”, enfatiza el cantante del sexteto. “Hicimos esta gira de salas para ponerlas en valor. Y la verdad es que han ido muy bien. Nos lo hemos pasado genial. Si nosotros nos lo pasamos bien, también se lo pasan bien los demás. Y ya está, es suficiente.”

Give us a call

Los nervios son los mismos; los que son diferentes son ellos, que admiten haber crecido personalmente en estos meses que han pasado entre aquella primera noche y esta segunda en Barcelona. Tampoco es la misma su relevancia en la escena musical catalana, ni la popularidad alcanzada. “Nuestros fans son muy simpáticos, encantadores”, celebra con su particular sentido del humor Carandell. “Yo hablo con otros músicos y no siempre tienen esa suerte”. Pau Esteve, el teclista de la Ribera d'Ebre de esta banda con raíces en el Alt Empordà y establecida en Barcelona, añade con extrema sinceridad que a él le hace ilusión que lo reconozcan por la calle. “Una vez en Girona me pararon justo cuando le estaba explicando a mi pareja que empezábamos a ser conocidos. Fue perfecto” (ríen). Lluki Valverde, entrañable saxofonista espigado, reflexiona sobre cómo gestionar el reconocimiento: “Siempre hay una parte de autoboycott. Te preguntas si te lo mereces. Pero cuanto menos lo piensas, mejor. Hay que agradecer lo que se tiene”. Esteve comparte la teoría: “Un punto de síndrome del impostor te ayuda a no perder el esfuerzo. Si te crees el mejor, te vuelves perezoso y dejas de hacerlo bien”. Carandell lo completa con una visión más práctica: “Cuando no hay conciertos, a veces sentimos una especie de horror vacui. Tocar nos hace sentir útiles. Si no tocamos, nos preguntamos qué estamos haciendo con nuestra vida”.

Entrevista The Ludwig Band / Foto: Carlos Baglietto
La Ludwig Band está grabando su próximo disco, "un álbum largo y variado, tendrá un poco de todo: folk, pop, rock. Será como un concierto" / Foto: Carlos Baglietto

Será un álbum largo y variado, tendrá un poco de todo: folk, pop, rock. Será como un concierto

Actualmente, La Ludwig Band está inmersa en el proceso de grabación del nuevo disco. Trabajo del cual ya han adelantado el primer sencillo, Millor amb ell, y que estos días, entre concierto y concierto, están perfilando en Vic. Andreu Galofré, bajista, avisa que “será un álbum largo y variado, tendrá un poco de todo: folk, pop, rock. Será como un concierto”. ¿Presión por mantener el listón? La notaron con el anterior, Gràcies per venir; esta vez se han hecho suya la máxima cruyffista y han salido a jugar y disfrutar: “Aquella vez nos vimos muy presionados”, confiesa Carandell. “Era el primer disco con una discográfica (Ceràmiques Guzmán, el sello de Manel), había plazos, mucha exigencia... Ahora nos lo hemos tomado con más calma. Llevamos dos meses ensayando tranquilos, sin prisa. Lo estamos disfrutando mucho más”. Con Catalunya conquistada, La Ludwig Band no es ajena a la idea de abrirse más allá de nuestro territorio. Aun así, valoran mucho el potencial de su entorno. Pau Esteve defiende que “en Catalunya hay mucho mercado para la música en catalán. Podemos vivir de esto, y eso no pasa en cualquier lugar”. Lluki Valverde se suma con ironía: “Estamos muy bien en Cataluña, pero si alguien nos quiere por Europa... Do you want us to play in your city? Give us a call.”