Durante tan sólo una semana, del 13 al 17 de septiembre, el Teatre Romea ofrece Inconsolable, una producción del Centro Dramático Nacional a partir de un texto del ensanyista Javier Gomá. Se trata de un monólogo, dirigido por Ernesto Caballero e interpretado por Fernando Cayo. Hoy ha sido presentada a la prensa, con la presencia del autor, el director y el actor.

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Una historia muy particular

La obra gira en torno a la desolación que invade a un hombre de 50 partes ante la muerte de su padre. Es un hombre que ha perdido la ingenuidad, que tiene un choque y que ve en el trauma una necesidad de replantearse su futuro. Es decir, una historia que podría pasar a todo el mundo. En realidad, el autor ha asegurado que el suyo es un "teatro de lo sano", y no un "teatro de la excentricidad, lo excepcional". Asegura que no hay nada mórbido, ni patológico, en el texto sino que tan sólo escribe lo que le pasa o lo que le podría pasar a la mayoría de la gente. Gomá ha afirmado que esta "mediocridad" del personaje es grandiosa, tan sublime como la conquista de la India por Alejandro el Magno. Porque asegura que no hay mayor aventura que la aventura de vivir.

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La vida en el teatro

La crítica hizo una valoración muy positiva de esta obra cuando se representó en Madrid. Javier Gomá afirma que "la obra de teatro ha resultado mejor que el texto que yo había "escrito" y ha apuntado que el montaje de Ernesto Caballero encaja plenamente con lo que él quería que la obra fuera en caso de pasarse al teatro (no fue concebida para los escenarios). Gomá no rechaza el teatro de entretenimiento, pero afirma que intenta ir un poco más allá y ofrecer más: no quiere sólo entretener, sino también reflexionar, transformar... En realidad, el actor Fernando Cayo ha apuntado que Inconsolable tiene más de vida que de teatro: "tiene más de pulsión vital que de pulsión teatral". Y ha apuntado que no sólo habla de la muerte del padre, sino de la capacidad de recomenzar después de una pérdida: "una cosa que pasa a cualquier persona en su ciclo vital". En realidad, la obra empieza con Cayo en el patio de butacas, hablando como hablaría cualquier espectador con sus amigos y compañeros.

Sobre el luto

Gomà apunta que su obra gira en turno al luto, porque nuestra sociedad tiene una relación enfermiza con la muerte, y con la mortalidad, la conciencia de que se tiene que morir. Ha afirmado que "la muerte es una cosa vulgar, también le pasa a las moscas. Lo más sorprendente es la conciencia de que tienes que morir. Sin embargo, al mismo tiempo, esta conciencia es la que hace la vida digna de ser vivida, es la que da pie a la ternura, a la amistad, al arte...".