El poeta y político Jaume Bofill i Mates (1878-1933) nació en Olot, de donde era su madre –la abuela, de Castelló d'Empúries, era conocida como "La perla del Empordà"– e hizo vida en Barcelona, donde su padre, hijo segundón del Nogal, había abierto un negocio de mercería mayorista. Sin embargo, siempre que podía volvía a Viladrau, de donde eran originarios los Bofill.

"El Montseny es mi patria poética. Muchos versos míos son dictados por la melancolía anual de dejarlo al venir el otoño. He pasado horas y bastante tiempo desde que era niño. Y he conocido el viaje épico: las tres o cuatro horas en mulo después del rato de ferrocarril. En la cabeza de años de anunciarla a menudo, tuvimos carretera y con ella, la hórrida tartanita troglodítica, y ahora el autobús insolente", asegura Bofill i Mates en una entrevista que le hacía Tomàs Garcés a la Revista de Catalunya, el año 1931.

El Mas Rusquelles, adquirido por el matrimonio Bofill i Mates a los herederos, fue el vínculo de quien también fue conocido con el nombre de pluma de Guerau de Liost con el Montseny, al qual dedicó uno de sus libros más memorables, La montaña de amatistas, pero también también el casal que atrajo las visitas de amigos como Josep Carner, Pompeu Fabra, Josep Maria López-Picó, Josep Maria de Sagarra o Carles Riba i Clementina Arderiu. "El pueblo está cerca, pero escondido. En aquel lugar dan sombra las encinas y los robles. Crecen los castaños. Hay unos cuantos pinos. Hacia las cumbres, en montaña, las hayas y los abetos imperan", recordaba Bofill.

Bofill i Ferro, Marià Manent i Bofill y Mates en Rosquelles

Jaume Bofill i Ferro, Marià Manent y Jaume Bofill i Mates en Rusquelles, el año 1932. Archivo documental de Jaume Bofill i Ferro

El Montseny, una obra poética

En el mismo Viladrau, Casa el Herbolario, propiedad de su pariente, el también poeta, traductor y crítico literario Jaume Bofill i Ferro, fue el otro foco de atracción que convirtieron la villa natal de Serrallonga –cuya masía no está muy lejos de Rusquelles- en una de las capitales del novecentismo literario. Marià Manent, por ejemplo, sería inquilino habitual y pasaría la guerra civil, como explica en su delicioso dietario El velo de Maya.

Efectivamente, Bofill convirtió su vinculación con la zona para construir una obra poética. La montaña de amatistas, publicada por primera vez en 1908 y revisada el año 1933, con prólogo de Josep Carner, su gran amigo. Carner, que también fue huésped de los Bofill varios veranos, evocó sus estancias a Rusquelles y la añoranza de no poder volver. Desde la galería de Rusquelles, los dos amigos habían contemplado el Matagalls y Sant Segimon.

Mas Rusquelles, propiedad de la familia de Jaume Bofill i Mates

Mas Rosquelles, todavía hoy propiedad de los herederos de Jaume Bofill i Mates

Guerau de Liost, a la entrevista de la Revista de Catalunya, recordaba que en La montaña de amatistas "no había procurado hacer sino un alzamiento contra el ruralismo al uso. Miraba la naturaleza sin renunciar mis derechos de ciudadanía". El noucentista y civilizado Bofill, que dedicaría a la ciudad de Barcelona La ciudad de Marfil, aseguraba sobre su obra que "contra el ruralismo indigno" de su tiempo, "había que enderezar una ironía benévola que lo abatiera poco a poco". En el mismo prólogo, el poeta aseguraba: "ni en un solo verso he hecho conscientemente renuncia de mi carta de ciudadano honrado ni una sola vez he transigido a actuar, de imitado campesino".

La fuente de la Golondrina, un homenaje al poeta

Bofill fue un gran aficionado a la caza, tal como recordaba en conversación con Garcés, cuándo decía: "El Montseny lo he recorrido con los cazadores. De menor ya iba con ellos. Los llevaba el zurrón, caro la escopeta no me era permitida. Aprendía estar al acecho en las paradas. La primera escopeta me la dio el padre, a los quince años". Como buen cazador, era conocedor de todos los caminos y fuentes de su término, el qué le permitió escribir sobre varias fuentes de Viladrau, como la de las Paitides o la de la Golondrina, donde soñaba ser enterrado. Otro de los que conocieron a Rusquelles de Bofill i Mates, el poeta Felipe Graugés, escribía:

Aquí el poeta Guerau recollia
el to gemat que el Montseny li oferia
de cap a cap dels oberts horitzons,

i, enamorat de paitides i fades, 
escorcollava llegendes colgades 
en les fontanes i els boscos pregons. 

Fuente de la Golondrina, en Viladrau

Fuente de la Golondrina, que homenajea a Guerau de Liost.

Implicado en la política de su tiempo, Bofill fue uno de los jóvenes dirigentes de la Liga que, habiendo hecho las primeras armas al Ayuntamiento de Barcelona, inició una brillante carrera a las nuevas instituciones de la Mancomunidad, creada el año 1914. A la muerte de Prat de la Riba, se convirtió uno de sus herederos políticos, predestinado a ocupar importantes cargos –fue uno de los responsables de la defenestración de Xènius–, pero el enfrentamiento con los dirigentes más conservadores y proclives al acuerdo con la monarquía española lo llevó a la fundación de Acción Catalana y a confrontar su programa catalanista, liberal y republicano con la concòrdia propugnada por líder de la Liga, Francesc Cambó. La política religiosa del partido durante la II República lo llevaría, con cierto escepticismo, a volver a la Lliga. Jaume Bofill i Mates, Guerau de Liost murió el año 1933,

El 16 de mayo de 1936, poco antes de la guerra y a instancias de Marià Manent, el poeta y conseller de Cultura Ventura Gassol presidió un homenaje a Jaume Bofill que consistió en la colocación de una estela de Joan Rebull, que representa el poeta volviendo de cacería, y el dístico que Liost había pedido a Carner, que hoy todavía dice: "Jo só la Font de l'Oreneta / em descobrí l'ocell i em coronà el poeta".  El mas Rusquelles continúa en manos de los descendientes del poeta, que ha dado fama a una población osonenca y cuyo legado continúa vivo. Como el de otro veraneante ilustre, el barítono andaluz Marcos Redondo, que da nombre en un festival lírico anual.