La presencia del director catalán Albert Serra en el Festival de Cannes, donde presenta su film Pacifiction-Tourment sur les îles que aspira en la Palma de oro, ha causado furor en el certamen francés. Serra ha entrado en la gran sala Lumière donde se proyecta la película con todos los espectadores de pie y reventando en aplausos entusiastas, con una escena sólo reservada habitualmente a los grandes mitos del cine. Serra ha saludado con reverencias y con la mano, cómodamente metido en su papel y calzado con espardenyes catalanas. Al final de la proyección, se han repetido los aplausos, por espacio de 7 minutos.

Antes Sierra y sus actores, entre ellos el francés Benoît Magimel, han pasado por la alfombra roja, donde han sido entrevistados. El director ha manifestado que presentarse para la Palma de oro implica "más responsabilidad", pero que sin embargo está "tranquilo". Ha indicado que su película es en realidad "una experiencia de cine: yo intento dar sensaciones, imágenes, atmósferas que no se hayan visto antes". Ha defendido la elección de Tahití como emplazamiento, porque "es un decorado un poco artificial, un poco exótico y ahí pongo pequeñas tensiones del mundo actual: En este decorado en principio paradisiaco aparecen tensiones extrañas".

Magimel ha manifestado que el trabajo de Serra le interesa desde que vio La mort de Louis XIV (2016), y que por eso está satisfecho de haber participado en el film. La historia de la película muestra como en la isla de Tahití, en la Polinesia francesa, está el Alto Comisario de la República, De Roller, representante del Estado francés, que es un hombre calculador y de maneras perfectas. Tanto en las recepciones oficiales como en los tugurios del hampa, De Roller toma constantemente el pulso a una población local de la que puede surgir la ira en cualquier momento. Mucho más cuando un rumor se hace insistente, como sucede en la sociedad actual: corre el rumor que se ha visto un submarino fantasmal que anunciaría que el gobierno francés reanuda las pruebas nucleares, como las que se realizaron entre 1966 y 1996.

Serra desborda de originalidad cinematogràfica, i de conocimiento del oficio, con un punto de locura antinarrativa que lo aleja del gran público, pero se dice que esta es su obra más madura y a su vez provocadora. Puede ser la combinación perfecta en Cannes, si el festival quiere arriesgar. La película pasa de la comedia al thriller y acaba cerca del apocalipsis, siguiendo la teoría de Walter Benjamin: "Hay un cuadro de Klee denominado Angelus Novus. En este cuadro se representa un ángel que parece que está a punto de alejarse de algo a lo que mira fijamente. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas desplegadas. Este aspecto tendrá el ángel de la historia. Ha girado el rostro hacia el pasado. Dónde ante nuestro aparece una cadena de datos, él ve una única catástrofe que amontona una ruina detrás de otra, y las va lanzando a los pies. Le gustaría pararse, despertar a los muertos y recomponer lo que se ha destrozado. Pero, soplando desde el Paraíso, la tormenta se enreda en las alas, y es tan fuerte que el ángel no las puede cerrar. La tormenta lo empuja, inevitablemente, hacia el futuro, al que da la espalda, mientras el cúmulo de ruinas ante él crece hasta el cielo. Lo que denominamos progreso es justamente esta tormenta", decía el filósofo judío.