Coventry (condado de Warwick, reino de Inglaterra), año 1373. Reinado de Eduardo III, padre del príncipe negro y penúltimo monarca inglés de la casa Plantagenet. El comerciante Adam Botoner dirigía una carta al rey y al Parlamento, solicitando la anulación de los cargos que pesaban sobre algunos de sus sirvientes, acusados de una pelea con los criados de otro comerciante por la recuperación de una carga robada. La existencia de aquella carta y la de los hermanos Adán y William Botoner, comerciantes, es uno de los primeros testimonios de la presencia catalana en la Inglaterra medieval. Una presencia, desconocida y misteriosa, que se incrementaría durante los dos siglos posteriores (XV y XVI) y que se haría especialmente intensa a partir del reinado de los Tudor (Enrique VII y Enrique VIII). ¿Qué hacían aquellos catalanes en la Inglaterra de los Tudor?

Enrique VIII y Caterina de Aragón, poco antes de su matrimonio. Fuente Denver Arte Museum y Museo Tyssen Bornemisza, Madrid
Enrique VIII y Catalina de Aragón, poco antes de su matrimonio. Fuente Denver Arte Museum y Museo Tyssen Bornemisza, Madrid

Los Botoner

Adán y William Botoner fueron dos exitosos comerciantes, que, a través de la fuerza económica, ganaron notoriedad social y política. Según la documentación de la época, en The National Archives, fueron comerciantes exportadores de lana y de pieles, fueron los mecenas que pagaron la construcción del campanario de la catedral de Coventry y durante la década de 1380, William fue el "major" (el alcalde) de la ciudad. Pero su identidad de origen ha quedado situada en una nebulosa. Thomas Botoner, hermano pequeño o hijo de William, es identificado como un comerciante inglés originario de Catalunya. Sin embargo, las Letters of Denization (el registro inglés de inmigración desde 1330) no revelan la existencia de un proceso de naturalización (la equivalente a la adquisición de la ciudadanía moderna) de los Botoner, imprescindible para ejercer un cargo como el de "major".

Una Letter of Denization (1441). Font Foudation for Medieval Genealogy
Una Letter of Denization (1441). Fuente Foudation for Medieval Genealogy

Los pioneros de Bristol

Sea como fuere, una sobrina o nieta de William, llamada Elisabeth, se casó en Worcester, muy cerca de Brístol, y su aportación económica al matrimonio debió ser tan desequilibrante, que el marido y los hijos siguieron usando el apellido Botoner. No sería hasta que uno de los nietos de Elisabeth, llamado William (como el tío-abuelo o bisabuelo) recibió una inesperada herencia de su patrón, Sir John Fastolf (1459), que aquella rama pasaría a apellidarse Worcester. Mientras, las mismas fuentes revelan una curiosa concentración de apellidos catalanes en los alrededores de Brístol, que se conservaron hasta finales del siglo XVI, mucho más allá de la transformación los Botoner a Worcester. Sería el caso de las estirpes de los Palmer o de los Spert, para citar dos ejemplos establecidos en la ciudad en la misma época que los Botoner arraigan en Coventry (medios del siglo XIV).

La inmigración catalana durante la época Tudor

Los Botoner fueron una de las familias pioneras de esta curiosa y misteriosa migración catalana en Inglaterra. Su fuerza económica, su notoriedad social y política y su capacidad de adaptación a una sociedad y a una cultura diferentes, les permitiría trascender en el tiempo. Pero solo serían la punta del iceberg de un fenómeno que se intensificaría, especialmente, durante el reinado de los primeros Tudor (Enrique VII, 1485-1509 y Enrique VIII, 1509-1547). Con estos datos, surgen interrogantes como: ¿por qué se produjo esta migración?, ¿cuál era la composición social y profesional de esta migración?, ¿qué esperaban encontrar aquellos catalanes que emigraron a Inglaterra? Y son los archivos relacionados con la actividad marítima de la época Tudor los que nos dan algunas respuestas que explican este fenómeno.

Plano de Londres a la época Tudor (1574). Fuente Birtish Museum
Plano de Londres a la época Tudor (1574). Fuente Birtish Museum

Los catalanes de Inglaterra

Volviendo a las Letters of Denization, observamos que este registro contiene muy poca información relacionada con el fenómeno que nos ocupa. Si bien es cierto que en la inmensa mayoría de los casos no revela el origen de aquella formidable masa de más de 64.000 solicitantes de la naturalización, solo en siete casos se detalla un origen catalán. Son los casos de los comerciantes John de Girona —de Girona—, Giles Hoseberd —de Arenys—, Bernard Vyler —de Barcelona—, Vincent Clement —de València—, Salvador Ferrer —de Mallorca—, y Bernard Burrell —también de Mallorca. Sin embargo, a nadie se le escapa que, detrás de la omisión generalizada de este dato (el origen del solicitante), se pueden ocultar docenas o puede que centenares de emigrantes catalanes, con un apellido que conserva la grafía catalana o que ya ha sido adaptado a la grafía inglesa.

¿Cuándo y dónde produjo esta emigración?

¿En un anterior reportaje, titulado ¿Los navegantes Cabot eran catalanes?, ya se explica que Joan Cabot, después ser despedido del proyecto colombino (1491), reveladoramente se fue a Brístol, donde había una pequeña colonia de ricos e influyentes comerciantes catalanes. Pero, con respecto al grueso del fenómeno, las fuentes documentales indican tres datos muy significativos. El primero es que aquella corriente llegó a Inglaterra mucho más tarde que los pioneros del siglo XIV. Sería a partir de la entronización de los Tudor, con Enrique VII (1485), y el inicio de la construcción de los "dockyards" (los astilleros) del río Támesis. El segundo, que, a diferencia de los pioneros, esta segunda oleada se concentraría al este del país, en la orilla del Támesis. Y el tercero, que esta masa estaría formada por gente de condición humilde, que tienen una escasa presencia en la documentación de la época.

¿Por qué se produjo esta emigración?

En el reportaje que publicábamos ayer, titulado Los marineros catalanes de Mary Rose, la gran carraca de Enrique VIII, se explica que la investigación de la Universidad de Portsmouth confirmaría lo que ya sostenían los estudiosos de la marina Tudor: que 2/3 de las tripulaciones eran de origen extranjero. Y eso se explica porque durante los reinados de Enrique VII y de Enrique VIII, la marina inglesa conoció un crecimiento extraordinario. Tanto, que el "mercado laboral" inglés no tenía oferta y se recurrió a mano de obra extranjera, en buena parte catalana, para satisfacer aquella demanda. Las razones serían porque, en gran medida, el estado catalán (Catalunya, Valencia, Nápoles, Sicilia), tenía una larga tradición naval y una extensa masa profesional dedicada al tránsito marítimo, y porque el gran aliado de la Inglaterra de los dos primeros Tudor era... Fernando el Católico.

Los consuegros y aliados Enrique VII y Fernando el Católico. Fuente National Portrait Gallery, Londres y Museo de Arat de Viena
Los consuegros y aliados Enrique VII y Fernando el Católico. Fuente National Portrait Gallery, Londres y Museo de Arat de Viena

¿Por qué no aparecen estos catalanes a las Letters of Denization?

El primer tratado de historia de la Royal Navy, publicado el año 1806 por el capitán Charles Derrick, relaciona más de doscientos barcos de guerra botados en los astilleros ingleses durante la época Tudor (1485-1603), que suman una tripulación global de unos 40.000 marineros. ¿Si estimamos que los catalanes (catalanes, valencianos, napolitanos, sicilianos) podían representar entre un 25% y un 50% de esta masa (entre 10.000 y 20.000 marineros), y que fue un colectivo que, más que aparentemente, arraigó en Inglaterra, por qué no aparecen a las "Letters"? La respuesta nos la da el profesor Alexander McKee, de Mary Rose Trust (la organización gubernamental responsable de la investigación de la carraca rescatada): la "denization" era muy cara (equivalía a los ingresos semestrales de un jornalero artesano), y estaba fuera del alcance de la inmigración más humilde.

Inmigrantes ricos e inmigrantes pobres

El elevado coste de la "denization" explicaría por qué aquellos marineros quedaron en un limbo documental. Y explica el porqué sí que figuran los Spert, los Capell, los Palmer o los Cabot, estirpes de comerciantes ricos. En cambio, para explicar por qué no están los Botoner, o los Argall o Aragall, los Cordell o los Amades —que tendrían un protagonismo destacado en la empresa americana—, tenemos que considerar los hechos del Evil May Day, del 1 de mayo de 1517: el terrible pogromo contra la comunidad mercantil de origen extranjero de Londres, desencadenado en un contexto de profunda crisis por la presión fiscal y el derrumbe de los salarios, que se saldó con docenas de muertos. Sea esta la causa o no, lo que sí que está claro es que la participación catalana en la creación de la marina Tudor y en la empresa inglesa de América sigue siendo un fenómeno cubierto por una espesa nebulosa de misterio.