Las rejillas del Banc Expropiat de Gràcia se han cubierto hoy de margaritas blancas. Delante del local en que ya no pasa el sol, una decena de voluntarios se han concentrado para reivindicar la tarea que ejercían como a actor social del barrio. Las carrerillas y la tensión nocturna se han cambiado por una distendida merienda de rebanadas de pan con chocolate, recordando la labor como Banco de Alimentos para los más necesitados. La panadería de delante, y aquello de la competencia desleal, les importa un rábano, son anticapitalistas.

Con una placa y tinta, y bajo la mirada atenta de una patrulla de los Mossos, han imprimido en sábanas de colores banderolas caseras: "Nosotros también somos el Banc Expropiat". La habitual actividad frenética de la Travessera de Gràcia ha atraído locales y extranjeros, curiosos que hojeaban publicaciones antisistema, como 'La Metxa', mientras tomaban un vaso de zumo. "Se nos están acumulando", decía, a pesar de todo, una de las voluntarias, sobre las telas.

Mientras tanto en las paredes tapiadas se acumulaban eslóganes y escritos. También en la mesa, donde algunos platos de cerámica colocados estratégicamente han evitado que el viento se les llevara Torrent de la Olla abajo. "Lo que hacen falta son mil bancos expropiados a cada barrio", o "El Banco se defiende", clamaban.

"Eso todavía calentará más las cosas", ha asegurado un vecino a El Nacional, sobre la absolución hoy de los Mossos que sacaron un ojo a Esther Quintana. Con ochenta años en los hombros, y con tono flojo pero decidido, se ha puesto de lado de los activistas. "Es normal", ha remachado, mientras añadía que la crisis económica ha sido "una estafa".

Con tres noches de disturbios en la mochila y un día de tranquilidad, quien sabe cuándo pueden volver las cargas y las persecuciones. No quieren negociar, no quieren cambiar de local. Quieren continuar donde estaban y afirman que no se detendrán. 

Todo ello ha obligado los medios a poner el foco en este espacio, que el lunes fue desalojado por petición del propietario Manuel Bravo. Hay una clara animadversión hacia los profesionales de la comunicación. "No hagáis fotos de las caras" o "cuatro años haciendo lo mismo y no estábais", han clamado, generando cierto malestar.