En un corto paseo por el tramo de la calle Aragó entre la Meridiana y la Diagonal, de poco más de un kilómetro, el peatón no puede evitar observar que las fachadas no mantienen una alineación constante, sino que se van sucediendo las muescas formadas por los edificios, unos más adentro de la isla de casas y otros más afuera, con paredes medianeras a la vista. Una observación más esmerada de los chaflanes permite comprender cómo hay edificios que dan forma en la esquina aunque tienen otro de más avanzado. Si nos fijamos todavía un poco más, veremos cómo los edificios metidos hacia adentro son más modernos que los que salen hacia afuera. ¿A qué se debe todo ello?

Nada de todo esto fue capricho de los arquitectos que construyeron unos y otros edificios, si no que responde a una afectación urbanística de vial por el cual las fachadas que están situadas más adentro son las correctas, mientras que las que se sitúan más próximas a la calzada están, en teoría, condenadas a desaparecer. El objetivo, ensanchar la calle, no para dar más espacio a los peatones, sino para poder hacer una calzada más ancha, es decir, con la finalidad de que puedan pasar más coches.

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Les façanes desalineades formen queixals amb parets mitgeres a la vista / Sergi Alcàzar

¿Suena extemporáneo? Sí, pero esta era la lógica desarrollista imperante cuando se decidió ensanchar la calle, dentro del Plan General Metropolitano (PGM) de 1976 -todavía en tiempo de tardofranquismo municipal, ya que a los ayuntamientos la democracia no llegó hasta 1979- y resultado de aquel plan, las actuales muescas, que además no son exclusivas de la calle Aragó, sino que también son visibles en la calle Gran de Gràcia, Gran de Sant Andreu y dentro del ámbito de los barrios del Clot y el Camp de l'Arpa -a los cuales pertenece la calle Aragó a partir de Dos de Maig- también en las calles Fresser y Degà Bahí. El problema es que en líneas generales, el PGM de 1976 continúa vigente.

Un problema para los propietarios

De hecho, más allá de la cuestión estético-constructiva de los edificios que entran y salen, la afectación vial es, principalmente un problema para los propietarios de pisos, comercios y para el mantenimiento de los inmuebles en general. De hecho, se ha visto recientemente en Gràcia, donde la afectación de un edificio en el pasaje Frigola ha provocado las protestas de los vecinos y ha permitido rememorar como hace décadas se cernió el peligro de la destrucción del barrio con la construcción de la llamada Vía O, una autopista que tenía que unir las plazas de Lesseps y Joanic trinchando el núcleo central de la Villa.

En los barrios del Clot y el Camp de l'Arpa, a las afectaciones de las calles con muescas -Aragó, Fresser y Degà Bahí- si suman otras previstas en otros espacios, como la misma calle del Clot y la calle Rogent, principal calle de peatones de la zona. Todo ello, fue motivo suficiente para que la Asociación de Vecinos Clot - Camp de l'Arpa organizara, el lunes pasado, una charla en el Centre Cultural la Farinera del Clot con un doble objetivo, dar a conocer el estudio paisajístico elaborado por encargo del Ayuntamiento de Barcelona y poner sobre la mesa el problema de las afectaciones y la necesidad de tener un buen plan de protección del patrimonio.

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En rojo, todos los edificios sujetos a afectaciones en los barrios del Camp de l'Arpa y el Clot / Cedida por AVV Clot - Camp de l'Arpa

"Estar afectado quiere decir que en teoría el ayuntamiento lo podría expropiar", explicó Miquel Catasús, vicepresidente del AVV el Clot - Camp de l'Arpa, qué acompañado de Marià Bes condujo la parte dedicada a las afectaciones. Para Bes, es importante aclarar que aunque el concepto "afectación tiene una lectura negativa, es el resultado de prever equipamientos y espacios". Ahora bien, el problema llega cuando "han pasado cincuenta años y no se han hecho las actuaciones que se previeron", y por eso lamentan que "un planteamiento del año 1976 todavía marca muchos barrios".

Una gran rotonda en Meridiana-Aragó

Un ejemplo de estas acciones no realizadas era la previsión, incluida en el PGM del 76, de crear una gran rotonda, "una especie de plaza de Francesc Macià" según Catasús, en el cruce entre la calle Aragó y la avenida Meridiana, una planificación que, en caso de realizarse, comportaría derribar una quincena de edificios actuales, incluido el situado en Aragó, 592, un edificio singular destacado por sus balconadas y ornamentaciones y sede de una farmacia popular en el barrio.

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Planos de las afectaciones en el sector Aragó-Meridiana. En la imagen superior se aprecia la rotonda prevista en el cruce. En la inferior se ven los edificios de la calle Aragó que podrían ser expropiados y derribados / Cedidos por AVV Clot - Camp de l'Arpa

Ante situaciones como estas, desde la asociación de vecinos se constata que hay "afectaciones innecesarias", porque "la sociedad ha cambiado y muchas actuaciones previstas han perdido su lógica". De hecho, lo que piden es "eliminar aquellas afectaciones que la sociedad ya no pide", entre las cuales se incluirían precisamente las afectaciones de vial, que ya han perdido su sentido inicial, hacer calles más anchas para que pasen más coches.

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L'edifici d'Aragó 592 hauria de desaparèixer completament / Sergi Alcàzar

Eso liberaría de un quebradero de cabeza a los propietarios, siempre pendientes de una eventual expropiación que, de rebote, incide en el precio del inmueble en caso de venta, siempre teniendo en cuenta que no parece tener sentido "vivir pendiente de unas afectaciones que no hacen falta".

El objetivo: un Plan de Patrimonio

Al fin y al cabo, la exigencia de los vecinos implica reclamar la desafección de la zona y dejar atrás los objetivos del PGM del 76, pero también va un poco más allá, ya que también se exige un Plan de Patrimonio, como los ya existent en en otros barrios, que asegure la supervivencia de los cascos antiguos del Camp de l'Arpa y el Clot, donde la mayoría de casas no tienen ningún tipo de protección.

En conversación con elNacional.cat, Catasús especifica que la desafección y el Plan de Patrimonio tiene que ir de forma conjunta, empezando por una inmediata suspensión de licencias de derribo para evitar que desaparezcan algunos edificios por no estar protegidos. "Hace falta ampliar el número de casas protegidas y desafectar aquellos edificios sujetos a afectaciones innecesarias", porque "no tiene sentido que la gente tenga esta inseguridad".

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La vegetació dissimula en part el desalineament de façanes / Sergi Alcàzar

De hecho, la Asociación de Vecinos considera que proteger el patrimonio "es el objetivo principal, porque eso significaría salvaguardar los cascos antiguos del Clot y el Camp de l'Arpa, no sólo en peligro por las desafecciones, sino también por la escasa protección de sus inmuebles. Con todo, también consideran que si los edificios afectados "se reconocen como definitivos", eso supondría no solo una mejora "para los propietarios, sino también para el barrio".

Una desalineación definitiva

Con este planteamiento y si se atienen las reivindicaciones de los vecinos, las calles Aragó, Fresser y Degà Bahí, como pasa en Gran de Gràcia y Gran de Sant Andreu, quedarían con sus muescas de forma prácticamente permanente. En todo caso, con la desafectación ya no sería teóricamente posible la expropiación, independientemente que en caso de derribo a medio o largo plazo se opte por alinear hacia adentro la fachada paso a paso.

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L'edifici de l'esquerra dona pas a una construcció desalineada / Sergi Alcàzar

Adicionalmente, la lectura que hay que extraer es si tiene sentido mantener vigente un plan que preveía ensanchamientos de viales con la intención de meter más coches, un objetivo absolutamente desfasado en la actualidad.

 

Imagen principal: La acera de la calle Aragó se ensancha y estrecha según el tramo / Sergi Alcàzar