Albert Rivera no levanta cabeza. Las encuestas pronostican un gran batacazo de Ciudadanos en las elecciones del 10-N y el presidente del partido naranja parece empecinado en que eso sea así. Si no, no se entiende el papelón de esta noche en el debate a cinco (y en la campaña en general, olfateo de perro incluido). Alguien le ha explicado que para ganar en las urnas, lo mejor que puede hacer es ir a la tele y mostrar productos como si fuera el dueño de un bazar en vez de confrontar ideas con sus adversarios políticos. Y claro, él se lo ha creído y el resultado provoca vergüenza ajena.

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EFE

Un adoquín del Eixample de Barcelona, un pergamino interminable, un montón de cartelitos y una baba en el labio inferior. Eso es todo lo que Rivera mostró a los electores para conseguir su voto. Sólo le faltó sacar al perrito Lucas y olerlo en directo. Un espectáculo lamentable que se convirtió, desde el principio, en el hazmerreír del espectadores:

Rivera hizo el ridículo delante de 16,7 millones de espectadores, el 47,3% de la audiencia, que anoche veía el debate electoral en TVE, Antena 3 y La Sexta. Y si insiste en tomar el pelo a los votantes durante la campaña, el domingo le pasará lo mismo en las urnas.