La frase cayó como un mazazo en el pódcast ‘La fórmula del éxito’, conducido por Uri Sabat: “La unidad familiar ha dejado de compartir tiempo. Con esta sentencia, el reconocido conferenciante y doctor en Humanidades, Víctor Kuppers, de 55 años, puso sobre la mesa un tema incómodo pero cada vez más evidente: el tiempo en familia ya no es prioridad en los hogares modernos.

Lo que en otras épocas era sagrado —la cena conjunta, las sobremesas o las caminatas familiares— hoy se diluye en horarios fragmentados, pantallas encendidas y puertas cerradas. Kuppers, quien ha dedicado su carrera a la divulgación de la actitud positiva, sostiene que esta desconexión no solo erosiona los vínculos afectivos, sino que golpea directamente la educación de los hijos.

Víctor Kuppers
Víctor Kuppers

El peligro de casas convertidas en “pensiones” sin vida en común

En su conversación con Sabat, Kuppers recordó un estudio que señalaba la drástica caída del porcentaje de familias que logran reunirse al menos una vez a la semana. Para el experto, esta tendencia convierte los hogares en “pensiones con habitaciones privadas”, donde cada miembro vive en paralelo, sin coincidir ni para compartir la mesa.“Televisión para cada uno. Uno cena a las 8, otro a las 9. Uno cena en el comedor, otro en la cocina. Ya no compartimos tiempo”, ejemplificó.

Esta fragmentación, según Kuppers, no solo rompe la rutina compartida, sino que mata lentamente las conversaciones profundas en familia, esas charlas que no se limitan a discutir si falta mantequilla en la nevera, sino que permiten transmitir valores, escuchar preocupaciones y construir empatía. Y es que, para Kuppers, el verdadero drama no está en la falta de tiempo en sí, sino en lo que se pierde cuando se deja de hablar. “La educación requiere conversar”, sentenció en el pódcast. Conversar, dice, no es únicamente hablar, sino también escuchar, discutir con respeto, mostrar interés y conectar emocionalmente. Lo alarmante es que, según él, muchas familias han olvidado este ejercicio básico. El resultado: hijos que crecen rodeados de estímulos externos, pero sin un espacio íntimo donde aprender a argumentar, empatizar y compartir emociones. Y eso, advierte, tiene consecuencias devastadoras para la formación de la personalidad y la salud emocional de los más jóvenes.

Víctor Kuppers
Víctor Kuppers

Pasear en familia: la receta inesperada de Kuppers

En medio de un discurso cargado de ejemplos, Kuppers ofreció un consejo sorprendentemente sencillo: pasear juntos. Según explicó, caminar en familia, especialmente en entornos naturales, abre la puerta a miles de conversaciones, desde las triviales hasta las más trascendentales. “La familia que pasea unida, permanece unida”, afirmó con un entusiasmo que no dejaba lugar a dudas.

Él mismo confesó que viajar largas horas en coche hacia Holanda, su tierra natal, se convierte en un espacio insustituible de convivencia. “Son doce horas sin escapatoria: reímos, discutimos, escuchamos música, pero lo más importante es que hablamos”, relató. Un detalle que, en su opinión, marca la diferencia entre una familia que simplemente convive bajo el mismo techo y otra que realmente construye unidad emocional.

El mensaje de Víctor Kuppers, lanzado desde el escaparate mediático de Uri Sabat, no deja indiferente: la familia se está desintegrando en silencio, no por falta de amor, sino por ausencia de tiempo compartido. La pregunta que deja flotando es tan inquietante como necesaria: ¿qué recordarán los hijos en unos años, las horas frente a la pantalla o las conversaciones que nunca tuvieron?